El Banco Central sigue perdiendo reservas internacionales y pone cada vez más nervioso a los inversores. Las ventas en el mercado de cambios sumaron este martes 64 millones de dólares y en la última semana ya se perdieron 324 millones. Los activos bursátiles dan muestras de la incertidumbre. La bolsa porteña volvió a caer este martes casi 5 por ciento y el riesgo país se mantiene por arriba de los 1550 puntos.

Los dólares financieros bajaron nuevamente cerca del 2 por ciento y terminaron en torno de los 1265 pesos. El blue también retrocedió 30 pesos y terminó en 1385 pesos. El gobierno se muestra empecinado en sostener su estrategia de emisión monetaria cero y pretende estirar la disminución de la brecha cambiaria todo lo posible.

El problema es que el mercado considera que la estrategia tiene patas cortas si no aparece pronto una fuente de divisas que colabore para sumar dólares frescos a las reservas internacionales. Por el momento, el Fondo Monetario no da indicios de un acuerdo de corto plazo.

El equipo económico se reúne con las autoridades del Tesoro norteamericano y con multimillonarios globales pero en ningún caso parece haber disposición real de ofrecerle dólares a la Argentina. El riesgo país sigue en niveles que vuelven imposible el regreso del crédito internacional y hasta final de 2025 el país tiene que pagar deuda en dólares por más de 15 mil millones.

En la medida que las divisas de la autoridad monetaria van en baja la confianza y credibilidad del programa monetario y cambiario del gobierno se evapora. A finales de 2019 también había una estrategia de emisión cero y se decía que los ahorristas iban a sacar los dólares del colchón por la falta de pesos.

Sin embargo, los resultados terminaron siendo totalmente distintos a la expectativa. La economía terminó en una corrida cambiaria, la deuda en pesos tuvo que reestructurarse y más tarde ocurrió lo mismo con la deuda en dólares. La posibilidad de ordenar las variables macro solo limitando la emisión de pesos parece una fantasía. Sin dólares no hay paraíso.

La situación lleva a especulaciones de cortísimo plazo que más temprano que tarde terminarán provocando fuertes presiones en el frente externo. Algunos fondos apuestan a que el gobierno pueda sostener la baja de la brecha cambiaria y la estabilidad del dólar oficial durante algunas semanas. Pero en ninguno de los casos aparecen apuestas por inversiones para la economía real ni fondos que desembolsen capital pensando en el mediano y largo plazo.

En algunos informes de agencias de bolsa lo ponen en estos términos. “Los inversores con perfiles riesgosos habrían visto puntos atractivos de entrada para volver a hacer estrategias de carry trade”. Se trata de una tendencia que fue estimulada por la amenaza de que iban a usarse 1800 millones de dólares para intervenir en la brecha cambiaria.

El principal conflicto es que estos fondos que pretenden hacer negocios con las tasas de interés en pesos y la apreciación cambiaria son los primeros que de un día para otro consideran adecuado realizar ganancias e irse de la economía. Esto abre un nuevo frente de riesgo para el segundo semestre.

Las dificultades que atraviesa la economía no son necesariamente financieras ni se concentran en el plano cambiario. Otro de los grandes problemas aparece en el desempeño de la actividad productiva. Durante los últimos meses viene en una debacle alarmante que no parece encontrar un piso. El nivel de ventas de las empresas se desploma y amenaza el mercado laboral. La recesión empieza a convertirse en el principal foco de preocupación de la sociedad (un punto que le quita protagonismo a la dinámica de la inflación y el dólar).

El impacto de la economía real comienza a hacer efecto en las cotizaciones de las acciones de la bolsa porteña. Durante el martes algunas empresas llegaron a perder cerca del 5 por ciento y en julio acumulan bajas de casi 12 por ciento. Las caídas fueron generalizadas y no sólo de compañías del panel principal.