La patria suele tener razones que la geografía no siempre entiende. Pero la ópera sí. Es por eso que la primera “ópera patriótica italiana” se desarrolla entre Babilonia y Jerusalén. En marzo de 1842, en el Teatro alla Scala de una Milán que lentamente calentaba la insurgencia patriótica ante la ocupación austríaca, se estrena Nabucco, la tercera ópera y el primer éxito de Giuseppe Verdi. La tragedia lírica en cuatro actos, con libreto de Temistocle Solera sobre el drama de Auguste Anicet-Bourgeois e Francis Cornue, cuenta la historia del pueblo de Israel y el destierro del pueblo hebreo a manos del Rey Nabucodonosor en el año 587 A.C. La parábola de un pueblo ante su invasor, se trasladó enseguida del escenario a las calles y Verdi encontró el camino que, con esta y otras óperas, lo convertirá en el ala lírica del Risorgimento Italiano.
El emblemático título de la ópera romántica regresa a los escenarios porteños, en una producción independiente a cargo de la Compañía Artística Clásica del Sur, que este año celebra su décima temporada, en colaboración con Del Sol Producciones. El jueves y el sábado a las 20.30, con reposición el sábado 24 de agosto, en el Teatro Avenida (Avenida de Mayo 1222), Nabucco se pondrá en escena con la dirección musical de César Tello, dirección escénica de Gabriel Villalba y un elenco encabezado por el barítono Leonardo López Linares en el rol de Nabucodonosor. En el rol de las hijas del rey, la presunta y la verdadera, estará la soprano María Castillo de Lima, como Abigaille, y Guadalupe Barrientos, como Fenena. Zaccaria, el gran pontífice del pueblo ebereo, será el bajo Bruno Sciaini, y el tenor Nicolás Sánchez interpretará a Ismaele, nieto del rey de Jerusalen. De segundo elenco formarán parte el bajo Marcelo Iglesias Reynes, las sopranos Mariana Carnovali y Mónica Koggionis, entre otros.
“Nabucco es uno de esos títulos que el público elige siempre. Por la historia que refleja y porque musicalmente y dramáticamente es inmensa y emocionante”, asegura César Tello a Página/12. La cabaleta de Abigaille “Salgo già del trono aurato” en la primera escena del segundo acto y el aria de Zaccaria “Del futuro nel buio”, en el tercero, son algunos de los momentos salientes de un sólido aparato lirico y dramático, que tiene además páginas que fueron más allá de la ópera para convertirse en emblemas de ciudadanía, como “Va pensiero”, el coro de los prisioneros en el final der tercer acto. “Toda la obra tiene momentos que son de gran fortaleza desde el punto de vista musical y escénico, pero creo que las conclusiones del primer y segundo acto son las más sensibles para un director”, destaca Tello.
Creador y director de la Compañía Artística Clásica del Sur, para Tello la ópera es mucho más que la obra en sí y por destreza y creatividad se prolonga como potente herramienta de aprendizaje y momento de colaboración e intercambio. "Al principio años nos dedicamos a óperas menos conocidas de Donizetti o Rossini, por ejemplo, pero este año decidimos celebrar con una ópera de repertorio, que el público siempre elige”, cuenta el director.
A la hora de trazar el balance de una década de actividad lírica independiente, Tello destaca los frutos de una actitud siempre positiva, incluso ante las adversidades. “En la actividad independiente todo se logra ‘a pulmón’. No obstante, trabajamos con profesionalismo y conseguimos resultados de excelencia. Nuestra gran satisfacción es saber que con poco se puede hacer mucho”, destaca Tello. “Todo nuestro trabajo se traduce en oportunidades y posibilidades de éxito para cantantes solistas, instrumentistas, coros, iluminadores, escenógrafos, vestuaristas, maquilladores, directores de escena y todos los que contribuyen a esa gran maquinaria humana que es la ópera”, repasa. “Siempre hay muchísimos artistas debutando en nuestra compañía, asumiendo roles diferentes rubros. Trabajamos sustancialmente formando y educando y se nota mucho amor y trabajo de equipo en los resultados de todos estos años”.