César Mazza, psicoanalista, miembro de la Escuela de Orientación Lacaniana (EOL) y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP), reside en Córdoba y estará en la presentación en Rosario de su libro Pasajes de escritura-De lo privado a lo público, hoy, a las 19 en la Librería El juguete rabioso.

-Su libro se llama Pasajes de escritura – De lo privado a lo público. Le pregunto sobre la primera parte de título Pasajes de escritura, sobre todo sobre el significante “pasajes” ¿Qué nos diría?

-Pasajes invoca un paso, una apuesta a despegarse de la lengua familiar en la que uno fue hablado, incluso de un agregado de esta como lo es la jerga, la doxa. En el primer apartado del libro, “Un analista en la plaza pública”, titulé la primera entrada “Salvoconducto”, un permiso que me inventé –en la línea de la autorización de sí mismo y de algunos otros de la que habla Lacan, podemos decir- con el propósito de intervenir en la ciudad. Intervenciones en lugares no habituales para un psicoanalista: una lectura-performance en una plaza, la visita a un ex centro de Detención de la dictadura cívico-militar del 76, la crónica de los actos de entrega del título de doctor Honoris Causa otorgado por la Universidad Nacional de Córdoba a Germán García y a Eric Laurent. Al mismo tiempo, un salvoconducto es un santo y seña, un guiño para el lector, que no estuvo en esos acontecimientos, tal vez puede despertar algún interés por el quehacer, episódico, inhabitual de un analista en la ciudad.

-Le pregunto ahora sobre ese paso de lo privado, de lo íntimo, a lo público, a la pérdida. Espero sus reflexiones.

-La experiencia de la escritura es la que se constituye en el pasaje, continúa la operación del análisis por otros medios. Así, lo íntimo, lo que ocurre en la trasferencia en el lazo entre analizante y analista, en un momento del análisis encuentra otra perspectiva, ya no para que el sujeto pueda dirigirse al mismo interlocutor, a un público-privado establecido en la Novela Familiar, sino a otro por venir. Por supuesto, con algo distinto que la queja o la revelación ingenua de la víctima que uno fue en el dictado del fantasma. Ahora uno podrá jugar con las letras del discurso analítico, inventarse un interlocutor. Capítulo por capítulo, como las hojas de un diario, la intimidad perdida no se recupera, y gracias a esa pérdida se construye una extimidad, es decir una manera distinta de relacionarse con lo que nos resulta extraño de nosotros mismos. (Extimidad: concepto de Jacques Lacan explorado en su Curso por Jacques-Alain Miller).

-Usted puede considerar que hay una influencia en su producción de Germán García. ¿Cómo definiría su manera de escribir? ¿Su estilo? Me refiero al suyo.

-Responder a esta cuestión es realmente un desafío. Tal vez el estilo se forja como una manera de responder a las influencias, al impacto de algunas referencias. Efectivamente lo que quiero responderle a Germán García, cuando lo leo, es una clave que le da el tono a lo que escribo. A su vez no es un a priori, el que escribe no posee un estilo, sino que lo va haciendo en el acontecimiento de la escritura misma. Este hecho transforma al propio hacedor, o sea, el autor es un efecto. En cuanto al vertiginoso estilo de Germán, estilo al cual le dedico un texto en este libro, “Germán García, la única jam session”, se me ocurre que esa velocidad apabullante por momentos, esos remates únicos de las frases, pueden mudar a una cadencia en una especie de narrativa; donde la urgencia por la enunciación se suspende en el trajinar de los enunciados. Eso es de Germán. En mi escritura, descubrí que llegar a un tono, a unas instantáneas de lo que ocurre en la misma escritura es lo que me sostiene como equilibrista. Asimismo, me di cuenta que habitar una lengua (prosa, poesía o ensayo), establecerse en ella, me daba la confianza necesaria, dispuesto a que surja algo inesperado, juego con eso. También entiendo que Germán es una constelación. Nos remite a Macedonio, Roberto Arlt, Oscar Masotta, J. A. Miller), Piglia, Gombrowicz, su inquietante risa y tantos otros, alguien como el poeta Aldo Oliva de Rosario, a quien tuve la suerte de escuchar en Santa Fe hablando de Macedonio. Advertidos de que un estilo es en singular, sólo podría subrayar cuáles son mis influencias, las definiciones dependerán de la generosidad del lector.

-Me cuento entre los presentadores hoy de su libro, lo cual es un honor, junto a Manuel Quaranta y Ángel Fernández ¿Qué expectativas tiene?

-Es una incógnita, en la línea que busca al primer lector. La precisión conceptual del entrevistador, la chispa de Ángel Fernández y el vuelo intertextual, junto a la ironía de Manuel Quaranta ya es un excelente auspicio para una lectura conversada.

*Psicoanalista. Coordinador y editor de Psicología de Rosario12.