En caso de ser mujer encomiéndate al cielo para no ser víctima de violencia de género. Reza también para que nadie te viole. Porque si en un momento te vieras en semejante infierno, sabrías que, la mayoría de las veces, las víctimas no llegan a denunciar. Temen ser juzgadas más duramente que sus agresores, y no me refiero al juicio penal sino al juicio social que padecen las víctimas de abusos sexuales. Ello nos devuelve al debate sobre el espacio ético de la curación, y el abuso perpetuado por la filosofía de la sospecha, la difamación y el silencio. Esa enfermiza cultura de la negación de la ultraderecha respecto a la violencia de género.