Las movilizaciones de San Cayetano están íntimamente relacionadas con nuestro sector de la economía popular y con las y los trabajadores que a lo largo de estas últimas dos décadas construyeron nuevas formas de trabajo allí donde ni el mercado ni el Estado lo han hecho. Ese sector hoy vive una situación muy compleja por las medidas económicas que lleva adelante el gobierno de Javier Milei.

Desde el año 2016 los movimientos populares nucleados en aquel momento en la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP) -hoy UTEP- con Los Cayetanos, construimos una histórica movilización que salió desde Liniers a Plaza de Mayo y que nos permitió conquistar a finales del 2016 la Ley de Emergencia Social que fue la primera herramienta legislativa que reconoció los derechos del sector trabajador de la economía popular. Allí estaba contenido el Salario Social Complementario, que es el salario de los trabajadores de la economía popular y el Consejo de la Economía Popular, que después fue el Registro Nacional de Trabajadores de la Economía Popular (ReNaTEP). El 7 de agosto también es una fecha íntimamente relacionada con aquella gran marcha encabezada por Saúl Ubaldini que hizo frente a la dictadura tan siniestra y sangrienta de los 70.

Hago este recuento histórico porque las y los trabajadores de la economía popular son los más golpeados por la política económica de este gobierno que asumió el 10 de diciembre porque están sufriendo un ataque directo a su salario y al programa Potenciar Trabajo que quedó congelado en 78 mil pesos, en una situación de crisis económica que vive nuestro pueblo y que es un retroceso muy grande para el sector. Esto da cuenta de que para este gobierno la economía popular ha pasado a ser el enemigo, al igual que toda la clase trabajadora argentina.

Este año la movilización va a tener un condimento especial de unidad. Va a concentrar no solo a las y los trabajadores de la economía popular, sino también al movimiento obrero organizado, los organismos de derechos humanos y sectores de distintas religiones como son las iglesias evangélicas, es decir, todos aquellos que sostenemos las redes comunitarias en el territorio, para denunciar la situación de hambre que se vive en nuestro pueblo, donde 7 de cada diez niños no tienen garantizada la comida.

Denunciamos a un gobierno que fomenta el hambre porque esconde los alimentos, porque desarticuló todas las políticas alimentarias y puso a las organizaciones populares, que resolvían esa urgencia en el territorio, en un lugar de ataque, de estigmatización y de persecución política.

Hay una situación inaudita de crueldad por parte del Estado argentino encabezado por la ministra de Capital Humano, Sandra Petovello, que ya ha sido intimada por la justicia en ocho oportunidades para que ejecute las políticas alimentarias que dejó de brindar desde el 10 de diciembre. Lo que está haciendo es incumplir una orden judicial y hay que decirlo porque si no pareciera que no pasa nada cuando, en realidad, es el gobierno el que está por fuera de los marcos de la ley.

Esa crueldad y criminalidad está íntimamente relacionada con el plan económico de este gobierno que necesita, primero, destruir a las organizaciones populares, a los sindicatos y todas las herramientas que implican la defensa de los derechos de los trabajadores. Y segundo, que busca que nuestro pueblo se quede sumiso ante la entrega y el ataque que hace diariamente.

La economía popular está constituida casi en un 60 por ciento por trabajadoras mujeres y disidencias que son justamente las que sostienen los espacios socios comunitarios y de cuidado que hoy resuelven lo que no resuelve el Estado. Denunciamos el ataque y la crueldad que implementa este gobierno con sus discursos de odio y de persecución a esas heroínas que sostienen los comedores y merenderos con la solidaridad de nuestro pueblo.

Hay una política económica del gobierno nacional que fomenta el hambre, la miseria, que busca destruir las redes comunitarias en el territorio y que deja abierta una puerta para que avance el crimen organizado, porque si esas redes se rompen en el territorio se genera un caldo de cultivo proclive para que avance el crimen organizado.

El día 7 va a tener dos momentos importantes, uno asociado a la fe de las y los trabajadores que vamos a congregarnos en Liniers para recibir las bendiciones de nuestras herramientas de trabajo. Un segundo momento va a confluir en una gran convocatoria a partir del mediodía en Plaza de Mayo en un marco de unidad donde estaremos la UTEP, movimientos populares que están por afuera, la CGT, las dos CTA, organismos de Derechos Humanos, pymes y sectores de pequeños y medianos productores, es decir, el conjunto del pueblo argentino que hoy se ve atacado por las medidas económicas de este gobierno.

Ante esta situación de crisis que vivimos con políticas económicas que sólo benefician a los sectores que siempre han especulado con la miseria y el hambre de nuestro pueblo, este 7 de agosto denunciamos a este gobierno en Plaza de Mayo por sus políticas económicas, pero también construimos un marco de esperanza íntimamente relacionado con la fe popular de nuestro pueblo y por eso vamos a pedir por pan, paz, tierra, techo y trabajo en un gran marco de unidad.

*Secretaria gremial de la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP).