Guido Iacopetti no para. Su figura como productor sigue en ascenso, pero en este momento la ocupan otras cosas. La gira con su dúo C’est Picó y la presentación de La inevitable tentación de ir a contramano, el flamante disco del Sexteto Fantasma, que se celebrará este viernes 2 a las 21 en el Teatro Margarita Xirgú (Chacabuco 875) con una cantidad exorbitante de invitados (prácticamente todos los que pasaron por el disco (Cucuza Castiello, Natalia Martìnez, Paula Maffia, Julián Kartún, Los Nuñez y Juan Villareal) salvo Claudio Marciello, el exguitarrista de Almafuerte, además otras figuras del circuito, como los Garciarena. Y a eso habrá que sumarle unas visuales “muy locas” y una filmación en vivo desde arriba del escenario.

Es que el cuarto disco del Sexteto llega al grupo en un momento de cambios (se fue el anterior bandoneonista y sumaron la energía de Sofía Calvet al fueye, dejaron de organizar la milonga Ventanita de Arrabal, donde se curtieron durante añares), pero también de mucha madurez musical para el grupo. Y también la certeza de haber encontrado una voz propia que no se limita a la textura que ofrece la trompeta con sordina, sino que se extiende a sus mixturas con otras músicas, como la brasileña. En este disco incluso abrazan al ragtime.

La inevitable... comienza con “Floreal Ruiz”, un tema que es casi una declaración de principios, que celebra al barrio de Almagro, que los cobijó durante mucho tiempo, y que habla de “cantar un tango clásico de los nuevos”. Lo curioso es que “Floreal Ruiz” ya lo había grabado junto a Santi Martínez y Juan Barone. “Pero ellos no son tangueros, ni lo es el público, entonces no entendían las referencias, quedaba dentro de lo más pop, pero cuando lo traje al grupo... nosotros curtimos Almagro. En un momento nos faltaban temas y Rodrigo (Perelzstein) y Matías D’Amico dijeron que les gustaba, y lo incluimos”, revela Iacopetti. “No pensé la letra como una declaración de principios sino que escribí como sobre la vida mía, de los tangueros, de estar encerrado en pandemia y que el día era siempre el mismo, pero que después también estaba la bohemia que te rompe el día y podés estar cantando en un bar, un tango clásico, pero de los nuevos”.

-Es un disco más ecléctico que los anteriores. ¿Por qué lo pensaron así?

-Es un poco más ahondar en lo que ya veníamos haciendo. En el Sexteto Fantasma siempre tuvimos folklore, música brasileña. Este disco está producido por la Philadelphia Tango School. Cuando yo pensé este disco, dije, bueno, quiero que sea un disco de tango que se mezcle, vamos a hacer folklore de toda América. Después la gente de Philadelphia quería algo más tanguero y más bailable. Entonces, no pude ir tan a fondo por ahí, si no el disco hubiese sido todavía más loco. Ahí fue donde entraron “Inspiración” y “Portenísimo”. Pero creo que es parte de lo que nosotros hacemos hace tiempo, mezclar el tango clásico con folklores.

-Tenés un creciente rol como productor de discos, sobre todo tango, pero también de otros géneros. ¿Impactó eso en tu forma de componer para el grupo, de pensar este disco?

-Creo que no, porque son dos facetas totalmente diferentes y cuando estoy muy abocado a una, medio que dejo la otra de lado.

-¿Cómo hacés?

-Y, de repente extraño... Por ejemplo, ahora extraño hacer letras porque estoy en un momento en el que estoy produciendo mucho, y no solamente música sino la gira y este show enorme. Entonces estoy con la cabeza en esto y no estoy encontrando el tiempo para conectarme con la guitarra. Soy guitarrista, soy productor, soy arreglador, soy compositor, soy escritor de letras, soy ingeniero de sonido, soy productor de giras. Con todo eso que soy, no puedo estar como pulpo con todos los tentáculos al 100. Entonces de repente tengo que dejar dormir a uno y darle con todo a otro porque sino me vuelvo loco.

-¿No incorporás cosas del producir a otros como compositor?

-Yo creo que es al revés, que mi trabajo de productor es gracias a los que vieron el trabajo que ya venía haciendo en los discos anteriores del Sexteto. Que vinieron a buscar eso ecléctico que vos decís que ya tenía el grupo.

-¿Cómo surgió ese sonido del grupo?

-Ya lo tenía al principio, pero no tan desarrollado. El grupo llegó al tango en un momento -hace entre 12 y 15 años atrás- en que la mayoría de los grupos eran o muy marcadamente como la Fernández Fierro, ese “tango de ruptura”, o las bailables, tampoco tan desarrolladas como hoy. Creo que cuando apareció el Sexteto muchos quisieron llamarme por esos primeros discos.

-Otro aspecto importante de ustedes son las letras. También ahí se corren de lo más tradicional del tango.

-Creo que en este disco las letras están más maduras. También hay algunas colaboraciones importantes. La lírica del Sexteto no viene de ninguna forma de escribir y creo que el disco también trata de temas mucho más amplios, desde “Floreal Ruiz”, que es como una especie de declaración de principio, hasta “Orilla del universo”, que habla de la amistad, o “La vida del brujo”, de la amistad viajando. “Purguita criolla” habla del ego y “El secreto de la zafra”, de los paisajes folklóricos para una mirada porteña.