“Este es el tercer Pratanguero y va a haber otro el año próximo”, anticipa Ariel Prat, con un entusiasmo y una energía para armar y crear que impresiona. Por lo pronto, cuenta a Página/12, estará presentando el flamante volumen (Pratanguero 3: esquina, la que se alumbra) este viernes 2 a las 21 en el Club Atlético Fernández Fierro (Sánchez de Bustamante 772), con una troupe de invitados a tono con su historia. La –por ahora- trilogía constituye un fiel testimonio de la relación que guarda con el tango el artista, habitualmente asociado a la murga porteña más interesante. Por delante hay un poema de Borges musicalizado con su impronta y la revisitación de un tema compuesto junto al enorme Juan Carlos Cáceres, cuando ambos coincidieron en Francia.
Pero aquí y ahora, las energías están puestas en la presentación del disco y en La pelota me busca, un libro sobre sus memorias futboleras (y ya que el fútbol, como el tango, es una de las formas que condensan la vida y la existencia misma del universo, sus memorias futboleras son también la memoria del todo).
“Mi idea con los Pratanguero era dejar claro que me incliné hacia el género, porque todavía pasa que me mencionan como ‘el referente de la murga’, pero hoy no me siento representado por eso, ahora estoy muy ligado al tango”, cuenta Prat. Después de un disco dedicado a milongueros famosos, con temas especialmente compuesto para ellos, en este disco el cantor también vuelve con letras y composiciones propias (como “Parisina”) o en colaboración con amigos (“La variante del tango”, que ya había grabado la agrupación Tierra del Fuego y que ahora regrabó junto a Daniel Melingo, con quien además está filmando un documental).
Aunque se lo identifica tradicionalmente con la murga, Prat asegura que el tango ya estaba en su ADN. “De pibe, en casa, era una familia muy tanguera, milonguera, y nunca tuve, nunca me pasó, ni en época de adolescencia, que rechazara el tango. De hecho, cuando empecé a cantar me decían Tanguito o Gardelito, porque me ponía siempre a cantar algún tango o una milonga”, rememora. En los primeros años de los '80, agrega, lo invitaron a cantar al Viejo Almacén y de su actuación allí asegura que el propio Edmundo Rivero dijo de él que “este pibe tiene calle, este pibe tiene barrio”.
Para Prat, el tango “es el tótem”, y en él confluyen distintas corrientes de las músicas urbanas y suburbanas. “Tiene cosas que van desde la milonga hasta cosas del rock, entonces un poquito hice todos esos ingredientes, los supe interpretar y encontrar en el sonido del contrabajo, aunque agregue la percusión, porque agrego percusión en algunos temas, pero está ahí el toque, esa yumba de Pugliese, que viene también de un vocablo negro. Tengo esa acentuación, entonces, más allá del interpretativo. Como decía Cáceres, la modernidad está en los orígenes. Y nunca hice oídos sordos a eso, a esa parte negra que incluso tenía el tango, quizá muy poco visitada o conocida”.
Además de Melingo, en el disco también participan como invitados Juan Subirá, Manu Sacco, Hernán “Cucuza” Castiello, Julián Peralta, Mariano González Caló y Pablo Valle, un pianista joven que viene en franco ascenso como director de orquesta y que ya ofició de arreglador de los temas de Prat en Identidad milonguera.
Un poco como su clásico “Los trasplantados de Madrid”, la nueva “Parisina” está atravesada por su experiencia migrante. “Ahí lo que cuento son mis experiencias de muchos viajes en París y de las experiencias del argentino, que parece que se subió al Air France y había un curso de milonga arriba del avión”, ríe. “La parisina del tema se enamora de un señor tanguero y después pasan cosas, y al mismo tiempo en la letra meto condimentos sobre la mirada de París que tiene el argento”. Además, Prat dice que fue “despertando cosas durante años y ya dejó de ser la mirada curiosa, admirativa, de turista". "Ahora la transcurro como un viajero curioso, incorporando una visión más desde adentro”.
En buena medida, la serie de Pratanguero sintetiza su mirada en torno a la música popular. “Creo que es un viaje en el cual voy combinando todos los elementos que ya existían y eso se traduce en un producto final en el que no hay nada que esté por fuera”, reflexiona Prat. “Todo tiene que ver con todo”, sentencia y vuelve a citar a Borges, esta vez aludiendo al cuento en que un capitán sueña debajo de un árbol que hay otro árbol con un tesoro debajo al otro lado del desierto. También alude, del bestiario borgeano, al pájaro que vivía la vida al revés y volaba hacia atrás, porque lo importante no era hacia dónde iba sino dónde había estado. “Así, esto es una combinación de todos mis sonidos que terminan confluyendo y no significa que ahora vea a la murga como algo inferior sino que lo incorporé al todo de mi repertorio. Ahora el parche, el sonido viejo de nuestro candombe, está ahí, implícito”, ahonda.