El territorio de la ficción es un campo místico donde Vicente Zito Lema, el buscador de lo bello y lo justo, prolonga el diálogo con Jacobo Fijman en un estado de “continuo delirio inspirativo”. La belleza de una frase o de un pensamiento desgarra las certezas en torno a los abismos de la locura. “Ahí está la condena del hospicio, no tener lengua para hablar del mañana”, dice el poeta al hombre joven de pelo revuelto que lo visita porque quiere escribir sobre él y se anima a preguntarle “lo que no debería preguntar”. El joven necesita saber si todavía le dan electroshock. “Ya no, seguramente me ven más viejo. El electroshock nunca se fue, cierro los ojos y lo siento, el horror me sigue... La muerte sigue en mi alma, quedó prendida, me ordena lo que debo ser y lo que debo hacer…” 

Fuegos mentales. La novela del poeta en el hospicio, publicada por Ediciones Locolectivo, es un libro póstumo de Lema, una novela inconclusa que el abogado, poeta, dramaturgo, periodista, filósofo, docente y fervoroso hincha de Racing escribió en los últimos años en simultáneo con otros libros terminados y sin terminar.

Novela inconclusa no implica un bosquejo de pocas páginas un tanto deshilachadas. Vicente Zito Lema, que murió a los 83 años en diciembre de 2022, escribió veinticuatro capítulos que no están numerados, sino que tienen título. El primero es “Brotó un relámpago en los cielos” y el último, “Todo tiene su época, la ilusión y la tristeza”. En este itinerario aparece un joven en el hospicio “con su cabeza grande que su pelo desordenado hace más grande”, referencia explícita a Lema, discípulo de Enrique Pichón-Rivière –creador de la psicología social e impulsor del psicoanálisis en América Latina-, que trae muchas preguntas para hacerle al poeta en el hospicio y parece enojado con el mundo. 

Como observa en el prólogo Marcelo Percia, el nombre de Jacobo Fijman no aparece mencionado ni una sola vez en las páginas de la novela; pero no se puede dejar de evocar al poeta torturado por la policía, preso en una cárcel, confinado veintiocho años en “un hospital de locos”. Los dos protagonistas no tienen nombre, astucia narrativa que puede responder, como precisa Percia, a que “en la intimidad de una amistad quienes se quieren no se nombran”, pero que también podría interpretarse como un intento de reflejar lo universal desde la potencia de lo particular, de ese vínculo trenzado por la conversación que va anudando vida y obra. El joven encara estos encuentros desde una ínfima convicción: “Yo no puedo separar al artista de su obra, al menos por ahora, sospecho del arte por el arte”.

La edición de la novela incluye una nota del editor, Claudio Bernárdez, en la que destaca que Lema y Fijman “dialogaban en continuo estado de delirio inspirativo”. La foto de la tapa del libro es de Ricardo Moura y se publicó en la revista Gente en diciembre de 1970. Hay un apéndice que despliega varios textos: “Destellos del último encuentro con el poeta Jacobo Fijman”, que Lema reescribió en octubre de 2022, dos meses antes de su muerte; “El Ángel Enjaulado”, una crónica publicada en 2022 en la revista HdeP (Historietas de Política) en la que narra cómo conoció al viejo poeta -a quien tuvo durante dos años bajo su cuidado compartiendo el mismo departamento cerca de Retiro- y un pedido especial que le hizo: “Ya llevo mi traje de muerte, lo compré con monedas de poesía. Estoy preparado para ver a Mi Señora. Sólo le pido que me saque a toda prisa de la morgue. No deje que me destrocen. No quiero la última humillación. ¿Me lo promete?”. Cumplió su palabra y a hurtadillas se llevó el cadáver de Fijman (que murió el 1 de diciembre de 1970) de la morgue del Hospital Borda hasta una antigua casona de la Sociedad de Escritores (Sade), donde le permitieron velarlo.

En el apéndice hay también un reportaje de Lema a Fijman, “Contribución a un intento de conocimiento”, que salió en el número 16 de la revista Parte de guerra, en mayo de 2002. Una pequeña nota aclaratoria revela que la historia de la novela nació del primer relato editado en 1968 en la revista que Lema creó y dirigió Talismán, considerada una de las más importantes del surrealismo en la Argentina, que fue complementado en 1970 por el libro Pensamiento de Jacobo Fijman o el viaje hacia otra realidad, publicado por la editorial Alonso. 

En la edición de Fuegos mentales se reproducen siete dibujos de Fijman que son de la colección privada de Daniel Calméls. La edición incluye una cartulina que reproduce la tapa de Molino Rojo, el primer libro de poemas de Fijman de 1926, que contó con el arte de tapa del grabador e ilustrador Pompeyo Audivert, el abuelo del actor, dramaturgo y director teatral.

La extensa conversación entre el joven y el viejo poeta en el hospicio se nutre de la mayéutica, ese método socrático en que el maestro va haciendo preguntas para que el discípulo pueda descubrir nociones que estaban latentes en él. El poeta en el hospicio pregunta al joven qué sabe de la poesía. “La poesía es un abismo que me causa miedo. Siempre la he visto cerca de la locura”, responde. “Ah... la poesía… esa búsqueda desesperada de la verdad en los escondrijos de la belleza… Para ello uno tendrá que renacer, porque sólo el que pasó por la muerte puede estar vivo en la poesía”, agrega el poeta. El autor de una vasta obra literaria y teatral en la que se destacan Mater, Voces en el hospicio, Belleza en la Barricada, Eva Perón resucitada y La pasión del piquetero no fue el primer escritor interesado por Fijman. Leopoldo Marechal se inspiró en él para componer al filósofo Samuel Tesler en Adán Buenosayres. Abelardo Castillo en su novela El que tiene sed crea el personaje que comparte las iniciales del nombre y apellido, Jacobo Fiksler, “el viejo poeta, el hombre en pedazos, el casi mitológico demente”.

Fuegos mentales es un elogio a la desmesura de una amistad en la que el humillado, el encerrado en el manicomio, campo de concentración de crueldades, reclama que le devuelvan “el derecho al delirio”, secuestrado hace treinta años. “Todas las noches corren por los patios del hospicio Caín y Abel. El hombre no ha dejado de matar y perseguir al hombre. El poder de la riqueza sigue enterrando no a la pobreza, sino a los pobres”.

* Fuegos mentales se presentará este viernes a las 19 en el Centro Cultural de la Cooperación (Av. Corrientes 1543). Participarán Claudio Bernárdez (editor), la escritora Natalia Bericat y Regine Bergmeijer, compañera de vida de Lema.