El ataque es incesante, impiadoso. Las tropas romanas a cargo del general Marcelo cargan sobre Siracusa, el centro cultural de la Antigua Grecia, hacia el año 213 AC. Cuando pide explicaciones a sus oficiales sobre el lento avance, recibe como respuesta el daño que las tropas reciben de las catapultas siracusanas que resisten el ataque romano. Sobre la utilización bélica del brazo de palanca, los siracusanos contaban también con una especie de garra, que utilizando un ingenioso mecanismo de palancas, equilibrios y poleas contrapesadas por objetos pesados como piedras, enganchaba las embarcaciones romanas izándolas, para luego casi a noventa grados, soltarlas produciendo su hundimiento. Sumado a la garra, los siracusanos contaban con el llamado “rayo de la muerte”, espejos gigantes que instalados en el malecón de Siracusa, proyectaban la luz del sol sobre las embarcaciones enemigas.
Varios autores posteriormente pusieron en duda la existencia de la garra o el rayo de luz. Sin embargo, nadie duda de que de haber existido, fueron obra de Arquímedes de Siracusa, considerado uno de los más notables científicos de la época. Físico, ingeniero, matemático, hijo del astrónomo Fidias, de muy pequeño se introdujo en tareas científicas.
Más allá de si fueron ciertas o no sus armas especiales, Marcelo no dudaba de la inteligencia extraordinaria del ya viejo sabio de Siracusa. Por lo tanto, pese a los daños que recibían sus tropas, dio una orden clara y contundente: “tráiganme al viejo sabio vivo, que a nadie se le ocurra hacerle el menor daño”.
Parece que, como nos cuenta Miguel Sabadelli en “¡Eureka! La trágica historia de Arquímedes”, la orden no se cumplió. “Durante el saqueo de la ciudad, Arquímedes estaba en la arena de la playa intentando resolver un problema de geometría. Mientras Arquímedes hacia cálculos en la arena un soldado le ordenó que fuera a reunirse con Marcelo, el general romano que había tomado la ciudad. Pero él se negó, diciendo que tenía que terminar de trabajar en el problema: 'noli turbare circulo meos' (no me arruines el círculo), replicó. En respuesta el soldado lo mató”. Enterado Marcelo, se hundió en un mar de insultos e invocaciones irreproducibles.
Algunos años antes, Arquímedes había producido uno de los avances más notables de la física, el llamado “Principio de Arquímedes”. En el siglo III AC reinaba en Siracusa Hierón II, un rey presuntuoso que por su vanidad y ego superlativo quería una corona ostentosa. Le entregó al mejor orfebre un lingote de oro. Con el mismo se forjó una bellísima corona de oro macizo. Sin embargo, como en toda corte, algunos comenzaron a chismosear, generando intrigas. La corona no era toda de oro. El orfebre se había quedado con una parte y para compensar había incorporado plata u otros metales.
De inmediato el rey convocó a Arquímedes para que investigara si había sido engañado por el orfebre. Solo le puso una condición, que la corona no sufra ningún daño. Arquímedes lo tomó como un desafío científico y no como una investigación de tipo delictual. Aun así, la tarea aunque excitante era compleja sobre todo, por el pedido del rey de no alterar la corona. Varios días y noches, abstraído de la cotidianidad, exploraba en su mente. Y la respuesta no fluía. A fin de relajarse, decidió darse un baño. Al introducirse en la bañera observó cómo parte del agua rebosaba. Convengamos, lectores, que es una percepción que todos hemos observado. Para un genio como Arquímedes, era el principio de la solución, invadido por la alegría se levantó de la bañera y salió corriendo. Las calles lo vieron con alegría gritar: ¡Eureka! ¡Eureka! (en gringo antiguo “lo he encontrado”). ¿Que había descubierto?
Resulta que todo cuerpo sumergido total o parcialmente en un fluido, recibe un empuje ascendente igual al peso del fluido desalojado por el objeto. Con la solución en sus manos, solo quedaba su comprobación empírica. Introdujo en un recipiente de agua una pieza de oro puro de similar peso a la corona, y midió cuánta agua se desplazaba. Luego introdujo la corona, suponiendo que si la misma no había sufrido modificaciones debería desplazar la misma cantidad de agua. Su cara se iluminó de alegría al probar su razonamiento. El desplazamiento de agua no fue el mismo, por lo tanto la conclusión era evidente, el orfebre había engañado al rey. La corona no era de oro puro, tenía una parte impura añadida al oro. Le comunico al rey Hierón II su descubrimiento. Ante el engaño, ordenó matar al orfebre.
¿Serán Milei y Caputo arquimedistas económicos? ¿Piensan que hundiendo la economía hacia lo más profundo, volverá una recuperación de similar fuerza? Veamos la fuerza que están utilizando para hundirla, observando sus consecuencias. Según el coeficiente de Gini que mide el nivel de disparidad de ingresos, el primer trimestre de 2024, encuentra la cifra más elevada en los últimos 16 años (según Indec).La caída del PBI en igual periodo fue del 5,1 por ciento. En el primer semestre del año se fabricaron 26,7 por ciento menos automóviles que en 2023. Exportandose menos de 25000 autos, con respecto a 2023 (ADEFA).
El último Informe de Actualidad Industrial 2024 de la UIA nos señala una caída interanual de más del 17 por ciento. Por el lado del consumo, el último dato aportado por la Cámara Argentina de Comercio y Servicios nos señala una caída superior al siete por ciento comparando mayo 2023/2024. En líneas generales, es aceptado que todos los componentes de la demanda vinculados al mercado interno caen. Desde una perspectiva técnica, Argentina esta en recesión, registrándose la segunda caída intertrimestral. La paradoja, o no, es que Milei se jacta de llevar a cabo el ajuste fiscal más brutal de la historia, es decir, es un objetivo buscado. Es decir perseverar en la recesión.
El propio Orlando Ferreres, economista de indiscutible pensamiento neoliberal, en el último informe de su consultora nos dice que la producción industrial acumula en el primer semestre del año una caída de 9,7 por ciento, con datos aún más complejos para maquinaria y equipos, que acumulan un descenso del 26. En metales básicos, la caída es de 26 por ciento también con respecto a 2023. Para Pablo López, ministro de Economía de la Provincia de Buenos Aires, la caída de la actividad económica responde a una decisión política. López nos dice que ”el derrumbe de la economía nacional es consecuencia directa del Plan Económico que el Presidente Javier Milei puso en marcha desde diciembre del año pasado”.
El resultado es digno de una película de terror. Milei-Caputo dicen que hay que seguir sufriendo… ¿Hasta cuándo? ¿Cuándo vendrá el empuje arquimediano hacia arriba? Si el consumo está deprimido, la inversión privada y pública esta congelada y apenas el sector externo saca el cuello del agua, sobre todo por restricción de importaciones, lamentamos sostener que no será por este camino. Las promesas de la inversión extranjera directa como vimos en (Panacea, La diosa de la inversión extranjera 4/7/24) tienen serias dificultades de ser la solución.
Solo una reconstrucción de la demanda en el marco de un Pacto Social-Productivo con eje industrial como vector, podrían sacarnos de este desquicio. Imposible, con Milei y Caputo y su equipo, tarea insoslayable de quienes no se resignan. Tarea similar a quienes ante una pileta vacía, de a balde, baldecitos, o un simple vaso se proponen llenarla. Para algunos una quimera, para muchos otros una forma de militancia.