Con su mejor sonrisa, a lo Patán y Pierre Nodoyuna, Mauricio Macri volvió a La Boca para reasumir finalmente de modo formal la conducción del PRO, relanzarlo, mostrar músculo político y poner distancia crítica con el Gobierno. “El Presidente nos ha propuesto una fusión”, admitió como quien confiesa un secreto y dijo que le dijo que no. “En el siglo 21 nadie se casa sin antes conocerse y convivir”, lanzó. Ponderó el rumbo económico, el achique del Estado, que “evitó la hiper”,pero criticó más de lo esperado, volvió a reclamarle que arme equipos para la gestión y con sarcasmo bramó contra el círculo chico de Casa Rosada. “A pesar de la enorme apertura y de la genuina voluntad de sumar que se tiene el Presidente –dijo--, lo que pudimos ayudar fue a pesar de su entorno”, lanzó sobre Santiago Caputo, el ahora ex jefe de gabinete Nicolás Posse y la hermana Karina. También le dijo que se apure. “Los cambios requieren una reingeniería que lleva tiempo y hoy el tiempo pesa, los argentinos quieren más cambios y más rápido”.
El acto se abrió cerca de las seis de la tarde. En su intervención, el exmandatario revisó la historia del PRO, se adueñó de la batalla cultural que terminó con la asunción del líder de la ultraderecha, ponderó fortalezas y marcó debilidades, volvió a decir que el PRO está vivo, cantó “No se inunda más” y en el medio no olvidó los negocios. Pidió activar adjudicar la Hidrovía y sin nombrar a Aerolíneas no se olvidó de apurar una revisión de “empresas públicas deficitarias” y también mencionó a Sergio Massa. “No podemos avalar que sigan muchos organismos en manos de Sergio Massa --dijo--, su gente y el gobierno anterior”.
La previa
Soledad Martínez y Martín Yeza abrieron el acto. Ella intendente de Vicente López, él de Pinamar y cabeza de la nueva asamblea de coordinación nacional, uno de los espacios que Macri le sacó a Patricia Bullrich en medio de la feroz batalla interna. Ambos fueron presentados como las caras de la nueva generación. Luego subieron los tres pesos pesados en los territorios, gobernadores puro PRO: Rogelio Frigerio, Nacho Torres y el jefe de gobierno porteño Jorge Macri, también telonero y motivador. “Me gusta mucho este momento de Mauricio –dijo el primo Jorge--, volviendo a liderar el proceso. Siempre lo lideró, pero ahora además poniéndose la camiseta del 5”.
Todos dijeron más o menos lo mismo. Frente a los que quieren jubilar el espacio o disolverlo en una fusión, salieron a decir que el PRO no está muerto sino más vivo que nunca. Hablaron de poder, alcanzar poder, disputar poder o conquistarlo. “El PRO no vino a dar testimonio –dijo Jorge Macri--: Mauricio nos convocó a un espacio político que disputa poder con todas las letras”.
Macri había estado poco antes con Milei. Hasta entonces se esperaba un discurso con aval en lo económico y crítico con la política. El encuentro agregó intriga, pero en lo sustancial nada cambió. Macri incluso fue más duro de lo esperado. Dejó temas afuera pero pegó donde apuntó.
Apunten, fuego
Hola, hola, dijo en el arranque el expresidente. Pueden sentarse, cortó en seco a los que lo celebraban. Y allí nomás viajó breve pero hasta los orígenes del PRO. Se dijo parte de una generación de “viejos meados” y luego: “Mucha emoción, la misma que cuando creamos este partido hace 20 años. Recuerdo Lafinour, cómo nos costaba llenarlo y juntar a vecinos interesados en escuchar”. Dijo que era importante “contarnos nuestra historia y escuchar”. Volvió a cada etapa del PRO, desde el arranque hasta llegar primero al 2015, luego al 2019 y finalmente a Milei, a quien presentó como “Javier” y del que dijo sentir mucho “respeto”.
“En 2023 los argentinos retomamos el camino del cambio y demostramos que aquello que dejamos sirvió”, señaló cuando habló de los modelos. Recordó que diez años atrás, cuando le tocó asumir, era “impensable discutir si una empresa era estatal o no” y habló del saqueo de la mala política. Luego, se definió como padre del modelo surgido en diciembre del año pasado. “Por primera vez se entendió que pusimos en agenda la importancia de reducir el gasto público y tener un presupuesto equilibrado. En definitiva, aportamos sensatez a la Argentina y conseguimos respeto en el mundo entero pero a pesar avances la macro no actuó a tiempo”, saltó sin una gota de autocrítica ni ponerse colorado. Volvió a decir que fue víctima de un intento de golpe de estado por las piedras en el Congreso el día de las protestas por la reforma jubilatoria. Y en tono de autocríticas, sólo dijo un par de líneas. “Las internas entre 2019 y 2023 fueron muy dañinas JxC nos alejó de nuestra esencia, fuimos más Juntos que Cambio. Y peor, en 2021 nos faltó convicción para defender cambios que una amplia mayoría acompaña”.
Entre flores y dinamitas
Bancó al gobierno en lo económico con frases de este tipo repetidas en mas de una ocasión. “El PRO nunca dudó dónde debía estar porque las ideas económicas actuales son las mismas que las nuestras”, dijo. Felicitó “de corazón a todos los diputados, senadores, dirigentes, porque todos estábamos detrás de ellos”, por darle las herramientas al gobierno en el Congreso. También aclaró por si acaso que podría no repetirlo: “Podríamos haber encontrado herramientas para no avanzar, pero priorizamos el fondo”, sugirió.
A Milei lo ensalzó y le reclamó espacio. “El presidente Milei tiene muy claro lo que hay que hacer, tiene ideas, convicción, tiene coraje, pero sigue teniendo pendiente el desafió de construir equipos”. Y después: “Entre los que convocó para acompañarlo, hay personas muy valiosas pero no es suficiente”.
Allí condicionó la fusión. “Nos ha propuesto una fusión y por la relación de afecto mutuo y respeto que tengo con Javier –dijo-- le expresé que en el siglo 21 nadie se casa sin antes conocerse y convivir”. Y enseguida: “En realidad, se lo dije de una forma un poquito más directa”.
Delante aplaudían. Él sorbía agua de una botellita. Atrás, tenía la tribuna política sentados en una grada con su tropa más pura. Casi en el centro, con los gobernadores que habían hablado estaban sus espadas del Congreso, María Eugenia Vidal y al lado Cristian Ritondo.
“Pero eso sí –siguió él--, sí le sugerí bien a lo ingeniero, vamos de menor a mayor. Ofreciendo ayuda para que nuestra sana y única –debió aclarar-- vocación de cambio se haga realidad”.
Hubo otros momentos con ironía y máxima tensión. Le pasó factura por el apoyo desde el balotaje, cuando hicieron “todo, todo lo que estuvo a nuestro alcance para darle al gobierno las herramientas que necesitaba la Argentina, todo”, convencidos de que el rumbo de la economía es correcto. Pero, dijo: “El presidente Milei tiene absoluta claridad en las ideas pero hay una debilidad en la capacidad de implementarlas. Los cambios requieren una reingeniería que lleva tiempo y hoy el tiempo pesa. Los argentinos quieren más cambios y más rápido.”.
En ese momento lanzó el mensaje al círculo chico del libertario. “No es fácil entender cómo gestionar un Estado tomado por la militancia k, lleva tiempo, pero con un método de trabajo, gestión en equipo, dirección se puede lograr. Pero es un desafío ayudar a quien no está dispuesto a ser ayudado. A pesar de la enorme apertura y de la genuina voluntad de sumar que sé que tiene el Presidente, lo que pudimos ayudar fue a pesar de su entorno”.