Hay disfrute y lírica sentida, siempre con la diversión en el horizonte; así son los temas de El increíble cool (Gonna Go Records), el nuevo disco de Mike Amigorena, que el músico presenta hoy a las 21 en el Cultural Fontanarrosa (San Martín 1080). “Hacía tiempo que quería ir a Rosario, esa plaza tan hermosa; finalmente se dio, en el marco de la presentación de El increíble cool y en el Fontanarrosa; así que muy contento”, comenta Mike Amigorena a Rosario/12.

“La última vez que fui a tocar a Rosario, fue con Ambulancia, en Luna. Fue una noche inolvidable, se cortó la luz y tuvimos que improvisar. Hicimos una perfo y la gente pensó que era parte del show. Ahora, al volver en este contexto, 15 años más tarde, lo hace un acontecimiento muy importante, también marcado por mi paternidad”, continúa el músico y actor.

-Y en el marco de la remodelación conceptual del Cultural Fontanarrosa, con una programación cercana a las juventudes; me parece que parte del público te va a conocer por primera vez.

-¡Ojalá! Además, el disco está a punto caramelo, porque es multigénero, abarca todas las generaciones.

-Un disco sumamente disfrutable, y con letras no menos sentidas; ¿cómo fue el proceso de trabajo?

-Como tuvo cuatro años de realización, pasaron muchas cosas, es muy difícil decirte algo en particular. Es un compendio de mi universo. Va a ser el tercer disco, el primero (Amántico, 2016) fue de baladas, el segundo (Daä, 2019) es electro pop, y el tercero es una madurez del segundo, con letras autorreferenciales, surrealistas. Siempre me caractericé por lo performático. En el segundo, si bien el néctar era el mismo, faltaba cierta profundidad y terminación por parte de mi instrumento, no porque no haya tenido los productores o la tecnología adecuada. El increíble cool cuenta con 10 canciones que están terminadas, a partir de sonidos, primero, clásicos; yo soy re 80’s y 90’s, me encanta el pop; pero al mismo tiempo coqueteo con sonidos urbanos, más contemporáneos, y eso lo hace un disco complejo, de una terminación súper puntillosa. Hubo tiempo, no me apuré; y di con las personas adecuadas, correctas. Son las personas que me ayudaron a sacar esto a la luz. Es un estímulo para seguir creando, para seguir componiendo; porque yo me desentiendo de los trabajos que hice, son todas inspiraciones para futuros. Lo disfruto, obviamente, pero me pica el bichito de que cada canción es para mí como un plato de comida. Cuando sacás un buen pacú con ensalada de berro, ya querés probar otro pescado; después te tirás para las pastas, y volás con la salsa. Pero te tiene que quedar rico, tiene que ser igual o mejor que el anterior; y ése es un desafío para el artista, para mí.

-El disco, como tal, tiene que saber consensuar entre todos esos platos, entre todas esas canciones.

-Claro, y después repetir. Es muy difícil que salga igual el mismo locro de la semana pasada; si es así, es porque hay una cancha, una continuidad, y eso te lo da la experiencia, te lo da solamente el realizar. De eso se trata en este momento, estoy muy disponible para hacer, como siempre lo estuve, para hacer y crear, nada más que ahora soy más grande y sé cuáles son los ingredientes que no fallan (risas). No me pongo a hacer comida macrobiótica, voy a que la gente sea feliz escuchando mi música; mi sonido es compañero, te abraza, y eso es lo que a mí me gusta de la música. Desde muy pibe estoy hecho de música. No escuchaba a Bob Dylan o a Sabina, a gente que dice y dice con sus letras; yo escuchaba a Pet Shop Boys, a Kraftwerk, había algo en el cuerpo que me daba el sonido, que no me lo da la letra. Entonces, ahora estoy como más transitado, para jugar con esos ingredientes.

-¿Cómo es el diálogo con los demás músicos, con la banda?

-Si hay algo sobresaliente es la banda. Vas a ver una tromba compuesta por sesionistas. Dante Saulino es el director, guitarrista y productor del disco; Martina Fontana es una de las mejores bateristas de la industria; lo mismo la bajista, Rocío Ali; son las músicas de Lali, de María Becerra, de Marilina Bertoldi, son unas bombas. Por lo general, la composición la hacemos Dante y yo, y si no, con algún productor invitado. Soy un impermanente con todo, porque de lo contrario me repito, por lo tanto busco otro sonido, busco productores mucho más jóvenes, confío mucho en la gente joven. Eso te va nutriendo, al margen de que vos puedas nutrir al que está al lado. Yo solo estoy abocado a aprender. Mientras más pasa el tiempo, no sé nada, no podría enseñar nada, pero sí aprendo de las influencias, de los diferentes idiomas de las nuevas generaciones, de los lenguajes.

-¿Qué relación establecés entre la composición musical y la puesta en escena? Lo actoral seguramente influye.

-Ni bien se crea la canción, estoy viendo qué movimientos le voy a adjudicar en el escenario. Si no me pasa eso, hago agua o no me gusta la canción. Como soy un artista performer, puedo ser impermanente, disruptivo, poco claro, molesto; primero cierro los ojos, y me veo cantando y actuando esa canción, luego le doy para adelante y veo qué le falta. Me desobligo de la perfección, no consiguiéndola nunca. Y si lo hago, no me doy cuenta, porque justamente me gusta que la perfección esté llena de errores. Si no, sos Martha Argerich, que es un prócer como San Martín, y uno es un cero al lado de San Martín. Así que me desobligo del resultado final, sin tener expectativas, solamente imaginando que lo disfruto; y eso es lo que quiero que haga el oyente, el espectador.