Luego de que se hiciera habitual en la previa de sus recitales en salas como Niceto Club, Vorterix o Konex ver el cartelito de “sold out” pegado en la boletería, Isla de Caras va a por su primer teatro porteño. Sucederá este sábado 3 de agosto, a partir de las 21, en el céntrico Coliseo (Marcelo T. de Alvear 1125). A diferencia de sus anteriores puestas en escena, la banda liderada por Lautaro Cura convocó esta vez a los artistas contemporáneos Lolo y Lauti para añadirle una nueva dinámica a su show en vivo. “Teníamos ganas de probar algo distinto”, justifica el cantante, compositor y músico. “En una charla creativa entre los integrantes del grupo, surgió la idea de hacer algo más performático. Si bien es un desafío pensar en cosas extra musicales y en una puesta más integrada, en el fondo queremos divertirnos”.

Esta presentación coincide con el primer año de vida de su último disco de estudio, Gran turismo, en el que la banda ahondó en la definición groovera y bailable de su manera de concebir la música pop. “Gran turismo, o al menos nuestra concepción del disco, es algo que hicimos en función de la gente que venía a vernos. Comenzaron a pedir más eclecticismo en los shows, lo que generó que termináramos saltando con el público”, explica Cura. “Pensar en un recital orientado hacia eso en un teatro no era lo más fidedigno. Por eso aprovechamos la coyuntura para repasar todos los discos que sacamos hasta ahora”. Un EP, 3 álbumes y varios singles (entre los que destaca “Corazón extraño”, publicado el 14 de junio y donde colaboran Juliana Gattas y Diosque) constituyen una discografía que se remonta a 2016.

A veces, se suele confundir a Isla de Caras con los proyectos musicales Isla de los Estados e Isla Mujeres. No sólo a razón de que sus nombres tributan a atolones latinoamericanos, sino también porque coinciden en el espectro de una misma escena. Además, la terna de artistas es más o menos contemporánea, y curiosamente hay coincidencias estéticas entre el laboratorio sonoro de Cura, la banda del desaparecido Flavio Etcheto y el grupo platense de música indie. Sin embargo, tras la pandemia, Isla de Caras pegó un salto significativo. A tal punto que su público creció exponencialmente. “Antes del confinamiento, tocamos en La Tangente para 80 personas. En la vuelta a la presencialidad, presentamos el segundo disco, Una caricia (2021), en la Ciudad Cultural Konex, frente a 700 personas”, evoca el artista.

Al momento de decodificar el punto de inflexión que experimentó Isla de Caras, el frontman hace hincapié en el esfuerzo colectivo. “Laburamos bastante duro para que eso sucediera”, subraya. “Se armó algo lindo a nivel de equipo de trabajo y de puesta visual, lo que dio pie a que se creara un imaginario sobre nuestros recitales. Y eso se tradujo en aforos más grandes. Una caricia lo tocamos 52 veces por toda la Argentina y otros países. Tenemos, aparte, un público hermoso que nos acompaña en las decisiones que tomamos. Estamos más cerca del trabajo diario que de soluciones mágicas o de la masividad. Son pasos dados con constancia y con la pelota cerca del pie. No hacemos apuestas locas. Hay una responsabilidad en que eso siga siendo coherente”.

Lo que empezó como una aventura solista, paulatinamente se fue abriendo hasta convertirse en quinteto. “La música que hacés con tus amigos no se parece a la que hacés solo en un castillo”, cavila Cura. “Tuve mucha suerte de que los músicos que son parte de Isla de Caras se hayan acercado por distintos motivos. Somos un cóctel loco de personalidades. Creo que esa potencialidad quedó en evidencia en Gran turismo. Si el disco tiene a la guitarra eléctrica al frente de todo, es porque Panchito Villa es un animal. Con alguien como él en la banda, lo dejo ser, lo contemplo y agradezco tenerlo al lado”. Lo mismo acontece con Manu (bajo); con Nico (batería), que además es músico del Teatro Colón; o con Santi (teclados), quien participó en la grabación del álbum debut, Chango (2018).

Isla de Caras es una alusión necesaria al revisar la evolución del sonido popular contemporáneo local en los últimos años, en paralelo al auge de la música urbana. Si en sus primeros pasos su impronta era próxima a la de artistas internacionales de nicho, hoy se ve rozando referencias menos ajenas para el ciudadano de a pie. “Más allá de que la palabra ‘elite’ sea representativa o no, yo quería que Isla de Caras sonara a Blood Orange o a Kindness. Se trata de una música, si se quiere, más sofisticada”, admite el artista. “Siento que en este momento nos transformamos en Los Auténticos Decadentes. Vamos en esa ruta más popular, y estoy encantado de la vida con eso. Venimos de una cosa más unipersonal e intelectual, y de pronto nos atrevimos a desacralizarla”.

Pese al entusiasmo que lo embarga, el quinteto es consciente de la época en la que encara este primer asalto a un teatro. “La cosa se puso muy complicada para todos. Se están vendiendo pocos tickets”, señala el fundador de la banda. “Pero Argentina tiene experiencia en sacarle provecho a estas situaciones, a nivel artístico. En momentos de crisis se abordaron temas difíciles de tocar y se hicieron discos más profundos”. A propósito de esto último, Isla de Caras prepara su inminente nuevo álbum, que, al parecer, está atravesado por este calentamiento social. “Es indudable que la coyuntura afecta a los discursos, y eso se transforma conforme las demandas van y vienen. No se puede estar colgado de la palmera”, advierte. “Estamos en pleno proceso creativo. Tenemos 17 canciones preparadas, que apuntan a algo más rockero”.