De La Jornada de México, especial para Página/12
Como es tradición, la Casa Blanca pretende instalar su versión autoritaria y carente de legalidad sobre las correspondientes a las instituciones de terceros países y en el caso de las elecciones venezolanas el secretario de Estado, Antony Blinken, desconoció el resultado oficial y aún sin recuento de los votos ordenó a la comunidad internacional reconocer a Edmundo González Urrutia (el disfraz de María Corina Machado) como ganador de los comicios del pasado domingo. Más allá de que carece de cualquier autoridad ética y legal para decidir quién no y quién sí, no presentó una sola prueba para sustentar lo que él denomina el vencedor.
A Estados Unidos no se le quita su autoritarismo (de hecho lo goza), su histórica adicción al intervencionismo, y Blinken se pronunció muchas horas antes de que lo hiciera la única institución que legalmente debe hacerlo: el Consejo Nacional Electoral de Venezuela, que ayer, con 97 por ciento de las actas computadas (cuenta con 30 días para publicar los resultados, incluidas las actas desglosadas), declaró vencedor a Nicolás Maduro: 52 contra 43 por ciento del citado disfraz. El diplomático aseguró que dada la abrumadora evidencia, que no presentó, está claro que para Estados Unidos y, lo que es más importante, para el pueblo venezolano, que Edmundo González Urrutia ganó la mayoría de los votos.
Por ello, no es gratuito el puntual reclamo que ayer hizo el presidente López Obrador sobre la instrucción del funcionario estadunidense: lo que hicieron desde el Departamento de Estado es un exceso. No les corresponde, se están extralimitando. Eso no ayuda a una convivencia pacífica en armonía en las naciones. Eso no tiene que ver con la política, la política se inventó para evitar la confrontación y para evitar la guerra. ¿Dónde está la ley? ¿Qué dice el derecho internacional en esta materia? ¿Cuál es su fundamento? ¿Quién la autoriza a pronunciarse a favor de un candidato, si todavía no aparecen las actas?
De pasadita, el mandatario subrayó que es un problema también de cómo las oligarquías en el mundo han ido controlando a todos estos organismos. Lo de la OEA acerca de Venezuela es una vergüenza. ¡Cómo en una elección en un país, un domingo y el martes ya el secretario general de la OEA está sentenciando sin ninguna prueba! No sólo sentenciando, sino ya calificando la elección, ya dando como triunfador a un candidato.
Dijo López Obrador: “hacemos un llamado respetuoso a todos los gobiernos para que no haya intervencionismo. Ningún gobierno está autorizado, no es legal, no es legítimo, el emitir un fallo dando perdedor o ganador a un candidato de otro país. ¡Qué es eso! Si no hay un gobierno del mundo. Eso no tiene que ver con la democracia, ni con el respeto a la independencia, a la libertad, a la soberanía de los pueblos.
"Ojalá y, en vez de promover la confrontación, todos actuemos con responsabilidad, que nos autolimitemos y que se respete la soberanía del pueblo de Venezuela en los dos sentidos: en cuanto a lo que significa el término, el concepto de soberanía, tanto en cuanto al poder soberano del pueblo, el pueblo que es soberano de Venezuela es el que decide en un proceso electoral, y también la soberanía que tienen todas las naciones para actuar de manera independiente, sin injerencias de ninguna otra nación."
En efecto, el pronunciamiento de Blinken (que no ayuda a resolver las cosas; es una imprudencia, dijo AMLO) no sólo viola la soberanía venezolana y pretende dar más alas a sus agentes machados y guarimberos e imponer otro Guaidó, sino que intenta echar por tierra el fino trabajo diplomático de los mandatarios de México, Brasil y Colombia tendiente a encontrar una salida pacífica al de por sí enrarecido ambiente venezolano, el cual debe ser resuelto por las instancias legales de ese país y con la participación de gobierno, oposición y sociedad.
Muchas son las cosas que deben resolver los venezolanos, pero mientras lo hacen urge que Estados Unidos de inmediato saque las manos no sólo de esa nación que tanto ha agredido, sino de todas aquellas, que son muchas, en las que las tiene metidas hasta el fondo.
Ayer, por requerimiento expreso de la Sala Electoral del Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela, nueve de los 10 candidatos participantes en las elecciones del pasado 28 de julio se presentaron en esa instancia. El único que no asistió fue Edmundo González Urrutia, tal vez por el sueño húmedo de que su padrino Antony Blinken ya dio la orden de que él es el bueno.