Pero los primordiales no se han ido.

Cronos, Hades y Marbas permanecen en la cripta, a espaldas del mago. No pegados, porque él los sentiría. Han oído su diatriba y la disfrutaron. Se sienten satisfechos y bien alimentados de energía. Son energía. Cada cual es una conciencia que tiene por soporte un campo electromagnético. Neptuno ha creado para ellos un entorno ficticio: se ven a sí mismos en un desierto muy amarillo y lleno de sol. Oyen bajar las escaleras a la joven a quien ellos llaman Jezebel, cuyos pasos avanzan seguros en la oscuridad. Ellos le han susurrado al oído la clave mágica de apertura del santuario. Saben que es hora de que herede el Conocimiento. Llega Hermes, trayendo consigo una respuesta al mensaje que él mismo acaba de llevar a través del aire. Trae un mensaje del Celta, el bajista manco, para el mago: “E.B.L.P.Q.T.P.”.

Ríen a carcajadas inaudibles, traducen: “Edgar Benítez, La Puta Que Te Parió”. Observan cómo el mago desenfunda la espada mágica y aguarda los pasos. La espada es de denso hierro pero no le pesa, porque él tiene el Poder. Qué bien va saliendo todo, se dicen los primordiales entre sí. Falta poco para echar todas las cartas del destino. Falta poco para torcer el universo y cumplir el pedido del mago… pero no sin antes jugarle una pasada que podría arruinarlo absolutamente todo.

El mago se acerca desde abajo a los escalones del sótano con la espada en ristre. Vacilan sus pasos. Un segundo, un milímetro más y ensartaría a su propia hijastra tan amada. ¡Tragedia! ¡Banquete de lágrimas de madre! Pero Jezebel es sabia y se detiene. Tiene fuerza esta piba. Promete. Frena a los hados. Ellos, los primordiales, iban por el ensarte y ahora es ella quien consigue que la espada no se clave en su vientre. Les gana, esta vez, la pulseada.

Ya está grande la chica metalera para seguir jugando a Harry Potter, se dicen entre sí los primordiales. Ella trabaja bien. Ella ha traído y dejado cerca de allí, pasillo de tierra de por medio, dormido, a la víctima sacrificial que será oblada como parte del pacto entre los primordiales y el mago. Será un rico banquete. La víctima es un hombre, que adora al mago. Hermes ha manejado los hilos del cosmos para arrimarlo. Ella lo ha adobado con la magia sexual correcta. Hipnos ya vierte en su sueño los augurios nefastos...

Los dos sapiens, horrorizados, se ven y gritan. Tiemblan. No pueden ni hablar.

Los primordiales ríen. ¡Qué soberbio! ¿Qué se ha creído? ¿Que él manejaba su destino? Si ellos tienen la llave. Recién le hicieron un favor y una broma. Aprovechando que el mago acababa de enviar su doble mágico a donde yacía moribundo su enemigo Gabriel, fue Marbas a sanarle al lesionado las graves heridas causadas por la ira del mago. Gabriel vivirá, y el predecible pensamiento del homo sapiens relacionará la cura con la visita. Y el mago quedará absuelto. Qué bien que va saliendo todo, se comentan entre sí. Costó hacer que el mago, con su sola ira, sin querer, incendiara el auto del malvado Lucci y reventara encima de Gabriel el detector de metales. No costó que Lucci diera con el chofer justo. Ni que le descerrajara un balazo al pobre Samaliel: Lucci es muy manejable. De dificultad intermedia fue hacer que la futura víctima sacrificial sacara el teléfono y que Samaliel y su amigo estuvieran con la moto justo ahí en ese momento para arrebatárselo. Tirar de ese nudo fue fácil. Veloz y hábil, Hermes tejió en equipo junto al arquero Eros la red de coincidencias, seducciones y rechazos que llevó a Jezebel, a la futura víctima sacrificial y a su muy manejable frenemy a coincidir en el recital de la banda que honra a Hades, donde tocó el bajista que ahora lo putea al mago.

Al mago que ahora se arrastra al pie de los escalones de su cripta sagrada, ya no más inviolada. El viejo mago ya no es más que un viejo. Ha soltado la espada. Por primera vez en ese santuario, ha soltado la espada mágica. No logra levantar la pesada espada de hierro, no logra cerrar el espacio sagrado que su ritual creó en el interior del recinto. Eso es peligroso. Corren peligro los sapiens si lo invocado no es devuelto a donde corresponde, si no se le pone un cierre que limite su acción al tiempo del ritual. Los primordiales, deseosos de poderío, ansían aprovechar el descuido de un mago. Pero el mago no puede. Ha perdido el Poder. No tiene palabras para su amargura. Algo se ha roto en el fondo de su alma. Saben los primordiales que ese dolor suyo ya no tiene remedio. Es como si al golpe del arma lo hubiera recibido él. No sangra, pero tampoco logra tenerse en pie. Repta, como el dragón herido que es. Los primordiales le leen el alma: él recién ahora se da cuenta de que siempre, siempre, la llave la tuvieron ellos.

Ha soltado la espada.

Murmura un quejido.

—Yesi…

—…

—Cerrá vos el espacio. ¿Sabés hacer el ritual de destierro con el pentagrama?

—…

El mago, desde su postura yacente, se reanima lo suficiente y logra hablar claro.

—Levantá la espada. Empuñala con tu mano derecha. Apuntala hacia delante.

—¿Así?

—Derecha para adelante. En ángulo recto con tu cuerpo. Apuntá a la pared.

—¿Así?

—Apuntá a un punto a la izquierda de tu tobillo izquierdo. Desde ahí, dibujá con la espada una estrella de cinco puntas. Llevás la espada hasta un punto delante de tu cabeza. Firme, Recto. Ahora para abajo. Ahora hasta un punto delante de tu hombro izquierdo. Horizontal, y parás delante de tu hombro derecho. Ahora bajás hasta el punto inicial, delante de tu tobillo izquierdo. Sin parar. Cinco trazos continuos. Un, dos, tres...

Jezebel traza el pentagrama unicursal, con pulso firme, mientras Elégarr musita las fórmulas de agradecimiento, despedida, destierro y cierre del espacio sagrado. Una por cada punto cardinal. Jessica Isabel ya es Jezebel. Elégarr ya no es más que el Égar. Tendido al pie de la escalera, siente que el peso de su cuerpo físico lo hunde en la tierra.

Ha perdido el Poder.

Todo está por consumarse, murmuran los primordiales. “Primer sacrificio, realizado”.