De las cenizas de una Rosario heterosexual tomada por la violencia, el narcomenudeo y el ahogo cultural, surge el colectivo Yarará, un grupo de amigxs que milita la noche y la fiesta como punto de encuentro entre los cuerpos, lo popular y la contracultura. El viernes 23 de agosto traerán su mítico Carnaval a la Fundación Klemm en la exhibición y ciclo Jarana.
Yarará es un colectivo queer interdisciplinario oriundo de Rosario, compuesto por artistas, intelectuales y diseñadorxs que organizan acciones artístico-políticas disidentes con el objetivo de visibilizar y poner en juego diferentes problemáticas, como el género, la sexualidad, el placer, los cuerpos y la toma del espacio tanto público como privado.
Su principal actividad es la realización de la Carroza Yarará en la Marcha del Orgullo de Rosario y para juntar fondos llevan a cabo sus legendarios carnavales, pool parties, picnics antifascistas, fiestas y actividades en el circuito artístico y cultural de la ciudad, siempre con especial atención a lo popular y a la disrupción.
“Lo popular es re potente” asegura el artista Maxi Rossini — “la gente que llega a la fiesta Yarará no es solo gente de la comunidad”. “La idea siempre fue abrirlo... que el barrio esté ahí, que vea trolos, que vea travas… ¡que nos veamos!” —afirma Manuel Brandazza, artista, diseñador de moda y líder espiritual del grupo. Este carácter disruptivo marcó también su ingreso a la Marcha del Orgullo con una Carroza, cuando eso aún no era habitual en Rosario. “Apoyamos con las consignas, se convocó artistas, se habló y todo, pero la idea siempre fue la fiesta, volver a los orígenes y al primer punto de encuentro como comunidad” —añade la poeta Alejandra Benz.
El nombre del colectivo fue un regalo de Brandazza. “Lo usaba primero como nombre de DJ” —recuerda. “En el 2019 organicé el “Carnaval Yarará” en mi casa-taller en el Pasaje Arenales, ‘el pasaje más morocho de Rosario’. El nombre tiene muchos sentidos para mí, a la yara se le dice la bicha, y a los trolos también: las bichas, las embichadas, algo a lo que le tenés miedo. También las víboras son sagradas para un montón de culturas, de alguna manera conecta lo terrenal con lo sagrado. En Guaraní significa ‘el que será amo’, un nombre muy popular y litoraleño”.
El origen de Yarará se remonta a la dupla que formaron Manuel Brandazza y la poeta y artista Virginia Negri en 2010. “Nos conocimos en una fiesta en la Macarena—recuerda Negri. Después de eso, Manu me dice que quería que fuera la productora de su desfile: La conferencia de los Pájaros (cuyo registro de 2010 también puede verse en la exhibición Jarana en la Fundación Klemm). Y ahí armamos ‘Triple X Acción Mutante’ en la casa-taller de Manu en el Pasaje, un espacio de arte donde hicimos fiestas, carnavales, clínicas, muestras, festivales de poesía y ferias”.
“Nuestras fiestas empiezan a suceder en una ciudad donde no había fiestas como nosotros las imaginábamos, entonces empezamos a hacerlas nosotros, casi todas clandestinas” —rememora Brandazza. Esa clandestinidad le brindó cierta complicidad con el barrio y sus habitantes, cuando Refinería aún no había pasado por su periodo de gentrificación, que hoy lo ha convertido en una especie de Puerto Madero rosarino. “Cuando nosotros empezamos no estaban todas estas torres que están ahora” —recuerda Rossini, “está cambiando el barrio y está cambiando quienes lo habitan”.
Antes de nombrarse Yarará, el grupo se reconocía como “colectivo Loca Rosario”, una suerte de ampliación del campo de batalla desplegado por Loca primero en Buenos Aires y luego en otras ciudades del país. Esta genealogía es importante porque Yarará se sabe parte de algo mucho más grande y que viene ocurriendo por lo menos desde los inicios de la democracia.
“Los boliches que decoraba De Loof en El Dorado, Ave Porco, las fiestas Ruda Macho, las Brandon, la Dengue... para mí siempre es lo mismo: es una red que se sigue tejiendo de maricas, tortas, artistas, trolos y locas que hacen cosas, pero que se va extendiendo desde ahí hasta otras partes” —asegura Brandazza. La propuesta inicial fue hacer la Carroza Loca Rosario, poniendo a disposición la movida que ya venía gestándose en el galpón del Pasaje Arenales. “Las chicas de Loca ya habían venido a las fiestas del pasaje, que venían haciéndose a razón de dos por año” —recuerda Rossini. Luego de tres carrozas Locas, y en medio de la pandemia, el colectivo pasó a autonomizarse y llamarse Yarará.
Dicen que Rosario es la Chicago argentina y ese apodo, que tiene su origen en los años ’30, tendría dos explicaciones. Por un lado, en referencia a que su industria frigorífica se equiparaba con la de la ciudad estadounidense. Por el otro lado, la versión más difundida remite a la presencia de la mafia siciliana y una ola generalizada de asesinatos, estafas y secuestros. De las dos explicaciones, la que tiene mayor relevancia hoy es probablemente la segunda, especialmente debido al famoso narcomenudeo y la creciente ola de violencia que asedia a la ciudad.
“La violencia viene de un proceso que se viene gestando desde hace un tiempo, pero cuando hubo tres crímenes como los que ocurrieron en marzo de este año que pararon la ciudad, se llegó a ese punto” —afirma Matías Casadey, músico y activista. Ese proceso, que puede remontarse a principios de siglo XX, también puede retrotraerse hasta un punto más cercano en el tiempo: a la llegada de los primeros helicópteros de Lanata, su repercusión en la sociedad y la proliferación de discursos de derecha y mano dura.
Ante el difícil panorama rosarino, la noche se presenta como una quimera. “Acá es muy difícil sostener las cosas”—aseguran desde Yarará “No hay discotecas, no hay noche, no quieren que bailemos. Todo es muy clandestino: en casa de artistas o en galerías, como Jamaica [llevada adelante por Federico Cantini]” —afirma Brandazza”. “Después de la pandemia, hay todo un fragmento de la noche en el que no hay nada legal para hacer, o sea nada habilitado para hacer, si querés hacer algo entre las 5 de la mañana y las 7 no hay nada. Lo último fue El beso, el último after que tuvo la ciudad en el centro” —recuerda Juan Cruz Cosio, psicólogo y agitador.
“La noche está intransitable de por sí”—agrega Benz, no tenés un taxi, no hay frecuencia de bondi, parece una ciudad vacía, tierra de nadie, iluminada con luces azules intermitentes de patrulleros”. La única opción parece ser la clandestinidad; sin embargo, Yarará intentó hacer las cosas bien y seguir el camino estipulado por la municipalidad, pero todo acabó en la clausura del taller de Brandazza en octubre de 2021.
“Buenos Aires lo revivió con Duhalde cerrando los boliches temprano —recuerda Benz. Hay algo de eso de la idea de que si terminás antes, si acotás la noche, le acotás la parte ‘cuco’ de la noche, apoyado en toda la retirada que se dio en post-pandemia y en el registro de que nuestros cuerpos resisten y se bancan cualquier cosa”. “Termina siendo una excusa perfecta para no abrir nada, la exacerbación de la inseguridad” —asegura Brandazza.
El viernes 23 de agosto Yarará se presentará en la Fundación Klemm en el marco de la exposición Jarana. Se trata de un archivo del legado cultural de los márgenes, las fiestas y las noches disidentes como oportunidades en las que se puede fantasear con la desposesión.
JARANA surge de un proyecto de investigación llevado adelante por un grupo transgeneracional de artistas, curadorxs, activistas y pensadorxs argentinxs, conformado por Roberto Jacoby, Mabel, Sofía Torres Kosiba, Daiana Rose, Masi Mamani, Feda Baeza, Simon W Marin y Violeta Mansilla.
El evento cuenta con diseño lumínico de Tornasol, la instalación de Hoco Huoc, el diseño de montaje de Guzmán Paz, el dieño gráfico de Alejandro Ros, la asistencia de producción de Florencia Palacios y la curaduría de Violeta Mansilla. “Vamos a hacer una fiesta y exhibir material de archivo de nuestra historia para mostrar quiénes fuimos y quiénes somos”, adelantan las Yararás. El evento se titula “Carnaval toda la vida”, tocarán lxs DJs Ich, Virgen Negra y Yarará y la cita es a las 18h en Marcelo T. de Alvear 636 subsuelo. Gratis.
Integran Yarará: Alejandra Benz, Virginia Negri, Luciano Ciarrocca, Bárbara Sandoz, Matías Casadey, Guillermina Berri, Juan Cruz Cosio, Cristian Alberti, Manu Brandazza, Maxi Rossini, Sofía Rosano, Ariana Osuna, Gabriel Menichelli, Joakina Parma y Bertha Pappenheim.