En un artículo publicado el 27/11/2015 propusimos la validación experimental de las teorías sobre la relación entre proyectos nacionales y estilos tecnológicos y científicos. Decíamos en ese artículo: “A partir del 10/12, el mismo equipo de política científica que trabajó durante el gobierno de CFK en el período 2008-2015 conducirá la política científica argentina pero bajo un gobierno en el que el foco del desarrollo cambiará, localizándose en las grandes corporaciones y en la importación de tecnología. La observación de los resultados que logrará el equipo que fue exitoso en el período 2008-2015 bajo estas nuevas condiciones será sumamente importante para confirmar la visión de aquellos que, con Oscar Varsavsky, Amílcar Herrera, Jorge Sábato y muchos otros exponentes del pensamiento latinoamericano en ciencia y tecnología, pensamos que las políticas de científicas no son franchisings que pueden implementarse en cualquier situación y obtener idénticos resultados”.
Ya tenemos resultados experimentales para publicar. En menos de doce meses, el Gobierno retiró al Estado del proceso de desarrollo tecnológico: liquidación del proyecto de desarrollo y construcción del satélite de telecomunicaciones Arsat-3 y apertura de las telecomunicaciones locales a satélites operados por empresas multinacionales, con lo que se liquida la incipiente industria nacional de satélites y la empresa Arsat; liquidación de la industria de defensa cancelando los desarrollos de vagones a cargo de Fabricaciones Militares y el desarrollo de aviones en FAdeA; realizando una sustitución inversa, los Pampa que se fabricaban localmente, son reemplazados por los aviones Texans fabricados en Estados Unidos; comienza a estudiarse la compra de radares en Israel y otros países en “sustitución” de los que podía fabricar Invap; en el proyecto de implementación de energías alternativas, todos los equipos terminan siendo importados, liquidando la posibilidad de continuar desarrollos nacionales.
Coherentemente, ahora que el desarrollo tecnológico local deja de ser el objetivo, se recorta el sistema científico: de los 924 nuevos ingresos a la Carrera del Investigador Científico de Conicet previstos para este año se pasa a solamente 385 ingresantes; la función Ciencia y Técnica del presupuesto, que determina el financiamiento de todos los órganos descentralizados del sector, reduce su participación en el presupuesto en un 13 por ciento (pasando del 1,5 al 1,3 por ciento del total). Descontada la inflación, según los números que produjo el Grupo CyTA, el INTA, organismo clave en la búsqueda de soberanía en tecnologías vinculadas al agro, reduce su presupuesto en un 25 por ciento mientras que el INTI, su análogo para la industria, sufre un ajuste del 27 por ciento. En el ámbito de la defensa, organismos como Citedef y Fabricaciones Militares se reducen entre el 7 y el 15 por ciento, mientras que otras instituciones como el Instituto Nacional del Agua y la Comisión de Energía Atómica ven disminuido su presupuesto real en un 17 y un 12 por ciento, respectivamente.
Podemos confirmar que la relación entre el proyecto nacional y el estilo científico-tecnológico es una relación fuerte.
* Doctor en Ingeniería.