Elizabeth Colonna tiene 53 años. Desde los 23, cada 6 de agosto, se moviliza desde Haedo hasta Liniers junto a un grupo de fieles. Lo hacen en la previa a San Cayetano. Pasan la noche juntos y, al día siguiente, tienen su momento de fe con el patrono del pan y del trabajo.

Desde hace 30 años el ritual es el mismo. O casi el mismo. Porque en plena gestión de Javier Milei, la peregrinación tiene otro condimento. “Hasta el año pasado venía a agradecer, porque todos teníamos trabajo”, cuenta en medio de un clima enrarecido en las calles con neblina del sur porteño.

Ahora el pedido es otro: es por su hijo, de 30 años, que se quedó sin trabajo en el rubro de la construcción; por su marido, que está en la cuerda floja en su empleo; por ella, que en la fábrica de zapatillas donde trabaja vio cómo se desplomó un 80 por ciento la productividad y las ventas.

“Así que este año venimos a pedirle por favor que nos siga dando para tener el pan en la mesa”, relató en algo que, asegura, no se cierra sobre ella, sino que se expresa claramente en un clima generalizado.

Pero además en la gestión Milei a nivel nacional y Jorge Macri en la ciudad el clima amaneció enrarecido. “Pero cosas raras han pasado este año. No nos han cortado la calle. Sigue pasando tráfico. Ya a esta altura el año pasado teníamos las vallas. Este año están queriendo tapar el sol con un dedo”, dijo Colonna.

“Hemos visto que la policía le puso multas a los periodistas por estar acá haciéndonos notas. Lo que pasa es que esos colegas son los que apoyan al Gobierno. Y se peleaban. O sea que los tocó hasta a ellos mismos”, añadió en este mismo sentido desde las largas reuniones de fieles en Liniers.