Las turbulencias en Japón, que pegaron relativamente poco en los activos argentinos, produjeron un efecto de alerta en el Gobierno de Javier Milei. No tanto por los coletazos de la crisis nipona en los mercados, sino más bien porque una economía sin dólares, que tiene como meta casi única levantar el cepo para intentar cambiar el clima general, es demasiado dependiente de la calma financiera y política