Una mujer habita el silencio que marca el tiempo. Tildadas de locas, depresivas, ansiosas, histéricas, de manera histórica "lo único que puede habitar en la mediana edad es el silencio". Así lo describió --o con palabras parecidas-- una paciente que atendí alguna vez mientras ella se enteraba que había entrado en la perimenopausia. Es llamativo pensar que la mayoría de las mujeres se sorprenden cuando descubren que están siendo afectadas por una serie de manifestaciones del cuerpo y el ánimo muchos años antes de dejar de menstruar (que sería el período de la menopausia); la perimenopausia es el camino de transición hacia la menopausia. En el transitar dicho camino se presentan los mayores cambios anímicos, es una etapa compleja, cambiante y también singular en cada mujer, ya que no cesa de menstruar, pero tampoco cuenta con una regularidad. En términos médicos, puede durar entre 2 a 12 años, tomando como promedio una duración de 4 años.

Interesada por el tema, en aquel tiempo busqué información, porque en la carrera de psicología tampoco se habla de esto, el psicoanálisis ha hecho también oídos sordos al respecto o ha escuchado únicamente "la histeria". La información a la que accedemos está escrita en otro tiempo, habla de “otra” mujer, la cual queda desactualizada y sin apertura a estar en concordancia con la época. Y no solo para encontrar sentido (que sería bien importante) sino también para producir algún anudamiento que genere un mejor arreglo entre lo simbólico, lo imaginario y lo real de un cuerpo.

Varios autores investigaron el tema, es el caso de Bion (psicoanalista posfreudiano), quien hizo hincapié en los duelos que transita una mujer en el climaterio[1], sin embargo, su análisis y lectura del caso queda muy corta para ponerla sobre la mesa hoy en día y que eso haga mella en las mujeres hoy, a modo de ejemplo: Bion ubica que uno de los duelos para las mujeres en el climaterio es la del “nido vacío” pero que luego de atravesarlo emergerá el disfrute. La mujer de la que habla Bion es de mediana edad --unos cuarenta y pico-- y en la actualidad, muchas mujeres en ese tiempo de la vida tienen hijos/as pequeños/as, algunas quizás están teniendo su primer hijo y otras deciden no tenerlos. Por su parte, también es interesante el estudio sociocultural al respecto que realiza Margaret Mead, aunque Mead hará más hincapié en la menopausia que en la perimenopausia.

“No te lo dicen, no avisan. Me enfurece”, dice M. Enríquez (2023) en su artículo "Metamorfosis". Y agrega: "Es una segunda adolescencia: el cuerpo otra vez se rebela y una deja de reconocerlo". Tal como en la pubertad, pero como con 30 años más.

Las mujeres organizamos muchas respuestas emocionales y afectivas desde muy temprana edad a partir de la primera menstruación. Menstruar o no menstruar en aquellos tiempos puberales cambia radicalmente el curso de las cosas. Que un día veas sangre en tu bombacha (la que te compró mami, con corazones o florcitas), que algún familiar te felicite porque “te hiciste señorita”, que tu pantalón se manche... era de las peores vergüenzas que podías atravesar (y aún hoy, continúa siéndolo --no en todos los casos--). No se hablaba de la menstruación o se hablaba muy poco, la referencia a otra época es interesante ya que, por ejemplo, en los años 80s lo máximo que se proponía en las escuelas era aquella campaña donde se recibía la visita de la empresa Jonhson & Johnson, que era líder en la venta de toallitas femeninas. Así nace nuestra primera relación a un saber-hacer indescifrable.

A partir de ese tiempo, dolor más, dolor menos, una mujer se “acostumbra” a menstruar. Durante muchos años de la vida, la menstruación será un visitante que habitará tu cuerpo de distintas maneras, aquí sí tenemos bien presente las diversas respuestas de cada quien.

Dentro del síndrome premenstrual nos encontramos con todo tipo de dolencias: cintura, cabeza, pechos, ovarios, vientre, cólicos, etcétera (y también aquellas a las que no les duele nada). Este síndrome abarca también las dolencias anímicas: irritabilidad, angustia, nostalgia, ansiedad, manía, euforia, fastidio, etcétera. Cada mujer, y una a una, irá organizando, “sin querer queriendo”, distintas respuestas anímicas a la hora de menstruar, o en su previa.

Creer que esta historia, la que cada una experimenta con la menstruación desde tan pequeñas, no hace mella en la vida de las mujeres es dejar por fuera absolutamente la potencia del cuerpo. Claro que no se le echa la culpa a la menstruación, sin embargo, tampoco se la puede echar de la ecuación.

Así como un día se nos manchó la bombacha por primera vez, muchos años más tarde, se empieza a retirar. Y otra vez, silencio.

Se habla muy poco --demasiado poco-- del climaterio, la perimenopausia, ese tiempo previo a la menopausia. El silencio llega nuevamente de la mano de la vergüenza: ¿me estoy haciendo vieja? ¿Camino hacia la muerte?

Sin embargo, hay muchas maneras de vivificarse en lo que hoy podemos llamar “la mediana edad”, el primer paso para ello es dejar de lado el silencio.

El psicoanálisis es el espacio que sostiene la creencia en un sujeto supuesto saber, en algún lugar de ese espacio-tiempo "se sabe". Prestar la escucha a las distintas respuestas afectivas --históricas-- de cada mujer también genera, en transferencia, la posibilidad de sintomatizar la menstruación haciéndola entrar a través de la palabra al dispositivo analítico.

Así como encuentro interesante escuchar la singularidad de las respuestas emocionales frente a la menstruación es fundamental, para las y los analistas, escuchar aquello que calla esta "segunda adolescencia", ofrecerse a la escucha en transferencia de lo que cada mujer (una por una) va atravesando en este tiempo, el futuro cuando queda en manos de no abrir los significados que acarrean "muerte y sexualidad" puede ser apocalíptico, pero también puede abrirse al paraíso, al éxtasis de la vida. Nos toca a los/as analistas tomar nota de esas diferencias ya que habrá algo en lo real que no se repetirá cuando la menstruación se retire, vendrá un aventón de cosas nuevas, una otra parte de la vida que también incluye a la sexualidad resignificada y una revisión profunda de la propia existencia.

Florencia González es psicoanalista. Autora del libro “Lo incierto” (Ed. Paco, 2021).

Nota:

[1]Bion, W. R. Turbulencia emocional. En Seminarios clínicos y cuatro Textos. Buenos Aires: Lugar Editorial; 1976.