El paisaje de la edición independiente empezó a cambiar cuando en 2004 apareció Entropía, que asumía el riesgo de publicar primeras novelas (o primer libro de cuentos, aún más osado) de jóvenes escritores argentinos como Romina Paula, Ignacio Molina, Iosi Havilio, Carlos Ríos, Roque Larraquy, Leandro Ávalos Blacha, Virginia Cosin, Alejandro García Schnetzer y Sebastián Martínez Daniell, entre otros. “Hay orgullo por haber logrado sostener un proyecto en el tiempo y sentir que contribuimos, en nuestra modesta medida, con la literatura contemporánea”, afirma Valeria Castro, una de las fundadoras y editoras, la única mujer de este “cuarteto” editorial integrado por el también escritor Gonzalo Castro, Martínez Daniell y Juan Nadalini, y agrega que es “una alegría” que autores que publicaron sus primeros libros “nos hayan permitido acompañarlos en su crecimiento”. Entropía celebra sus veinte años con el lanzamiento del título 101 de su catálogo, Teoría del tacto, de Fernanda García Lao, y habrá un festejo especial que se realizará este viernes a las 19.30 en la Feria de Editores (FED), con entrada libre y gratuita.

El catálogo de Entropía fue incorporando otros géneros como la poesía y el teatro a la par que fue ampliando las fronteras geográficas hacia Latinoamérica y el mundo para incluir también a diversos autores consagrados como Manuel Puig, Sergio Chejfec, Edgardo Cozarinsky, Marcelo Cohen, Mario Bellatin, Alberto Szpunberg y Rafael Spregelburd. No se puede soslayar el trabajo con las traducciones, como la edición de las obras del cineasta alemán Werner Herzog, del poeta ruso Vladimir Maiakovski y del escritor inglés Al Alvarez. Valeria Castro inició el proyecto en 2004 con la publicación de las novelas Hidrografía doméstica, de Gonzalo Castro, y Semana, de Sebastián Martínez Daniell. Inmediatamente se sumó al equipo Juan Nadalini.

En 2005 salieron ¿Vos me querés a mí?, de Romina Paula y Querida familia I, de Manuel Puig (el primer tomo de la correspondencia del autor de Boquitas pintadas, hasta entonces inédita). En 2006 lanzaron el primer libro de cuentos de Ignacio Molina, Los estantes vacíos y la primera novela de Iosi Havilio, Opendoor. Desde entonces el promedio de publicación fue de unos cinco títulos por año, “con algunos años muy prolíficos como 2008, 2015 o 2017 en los que tuvimos nueve lanzamientos, y con otros muy austeros, como 2020 o 2022, en los que sólo tuvimos tres novedades”, aclara Martínez Daniell.

Romina Paula, una de las autoras del catálogo de Entropía. Imagen: Guadalupe Lombardo. 

En 2005, en una entrevista con Página/12, Martínez Daniell dijo que “nuestras novelas eran el modelo de obra que a nadie le interesa o le gusta publicar”. ¿Cómo cambió el panorama de la edición independiente? ¿Hubo algo así como “una ampliación del campo de batalla de lo publicable” en estas dos décadas? “Recuerdo que era la primera vez que lográbamos ser entrevistados por un medio nacional y no tuve mejor idea que decir que a nadie le interesaba leer nuestras novelas. Un verdadero campeón del oficio promocional”, ironiza el editor y escritor. “Pero algo de eso había: entonces recién despuntaba una nueva camada de editoriales independientes sobre un terreno árido, marcado por el proceso de concentración económica en el sector y muchos lectores habituados a libros de importación. Resultaba muy difícil publicar, en especial para autores inéditos. De hecho, esto fue un poco lo que terminó de validar el nombre de la editorial: Entropía, como un espacio para alojar la energía textual que no era utilizada por el sistema. Por supuesto, no fuimos los únicos. Nos sumamos a esa naciente biósfera de proyectos editoriales que empezaban a canalizar textos que no encontraban otra salida. Pero no éramos muchas. No había tantos sitios adonde llevar manuscritos. Hoy ese panorama cambió radicalmente, no porque ahora sea fácil publicar un primer libro. Pero sí hay más de cien editoriales de todo tipo, tamaño y orientación que pueden dar cauce a un texto que busca su editor. Quizás el mapa siempre representó más o menos el mismo territorio, pero ahora hay muchas más tropas sobre el campo de batalla”.

“Las coordenadas básicas que sustentan lo que elegimos publicar hoy siguen siendo las mismas que establecimos hace veinte años: el gusto por explorar, por descubrir, por dar a conocer la nueva narrativa que se escribe en nuestro país, pero también es innegable que en el camino hemos tomado todo tipo de desvíos y de rodeos, siempre bajo la premisa de que un catálogo puede ser una suerte de organismo vivo, flexible y receptivo”, compara Juan Nadalini al precisar que de las novelas y cuentos iniciales añadieron epistolarios, diarios de rodaje, textos teatrales o ensayos sobre traducción. “Nuestro núcleo distintivo es la literatura argentina, y en ese sentido pienso que fuimos muy afortunados, tanto por el momento en el que empezamos a publicar, cuando el panorama editorial era bastante más desolador que ahora, como por la calidad de los autores con los que trabajamos, todos escritores talentosos que terminaron forjando carreras sólidas”.

La narrativa y el teatro de Romina Paula están editadas íntegramente por Entropía. “No pude haber caído en mejores manos: todos leen, todos escriben, todos editan, y son muy buenos y obsesivos haciéndolo. Diría que gran parte de mi formación como editora de mis propios textos y los ajenos también se debe a lo que aprendí sentada junto a ellos editando los que terminaron siendo mis libros. Son rigurosos, meticulosos y tienen una opinión fuerte”, subraya la escritora, dramaturga, directora y actriz. “Como autora casi siempre acepté todas sus sugerencias porque hicieron que mis libros fueran mejores. Y eso no ha cambiado nada en todos estos años: a todos les importan mucho los libros que hacen”.

Iosi Havilio debutó con Opendoor, primera novela que fue elogiada por Beatriz Sarlo y Fogwill. Luego de editar varias novelas en un gran grupo editorial, el año pasado regresó al sello que lo vio nacer como escritor con Buuuh!. "La publicación de Opendoor fue todo novedad, para ellos, para mí. Tengo una serie de flashes indelebles: dejar el manuscrito en la casa de los padres de Valeria, recibir un mail tan esperado/inesperado en una playa patagónica donde me anunciaban la edición, las varias reuniones en la primera casa de la editorial, la ansiedad, la incertidumbre si será, si no, la aparición de esa tapa roja Marlboro, la presentación en una galería de San Telmo con Romina (Paula) y todo lo que vino después”, repasa el escritor y artista plástico. “Me vienen muchos lindos (y picantes) idas y vueltas en relación al texto, a ciertos finales, a giros argumentales, a las maneras en que interpretábamos la voz de esa muchacha, algunas discusiones que en el momento me contrariaban y que con el tiempo agradecí con creces. Algo de ese trabajo artesanal, minucioso, medio fetiche, a la vez divertido, siguió de distintas maneras presente y provocándome a la hora de encarar cada nueva publicación”, reconoce el escritor y concluye compartiendo un deseo: “Larga vida a Entropía, digo yo. Que ya la tiene”.