Los jóvenes, la franja etaria más afín al proyecto libertario, comienzan a replantearse su apoyo al gobierno, según un reciente estudio elaborado por la consultora Circuitos, que conduce el sociólogo Pablo Romá. Casi el 80 por ciento considera que la situación es regular o mala y la imagen positiva del Presidente no llega a los 30 puntos.
El sondeo se realizó entre jóvenes de 16 a 24 años de edad del área metropolitana, que comprende la ciudad de Buenos Aires y los 24 municipios que componen el conurbano e integran las secciones electorales Primera, en el norte y oeste, y Tercera, en el sur.
La muestra incluye 852 casos, con un error muestral estimado en 4 puntos. Las encuestas se realizaron de manera presencial, lo que suele valorarse positivamente respecto de otros métodos de recolección.
La muestra, a la hora de establecer su actividad principal, se divide en un 40 por ciento que estudia, un 22 que trabaja y un 36 que hace las dos cosas a la vez. Los que no estudian ni trabajan son el 1,8. El 70 por ciento de los encuestados comparte la vivienda con sus padres.
La opinión mayoritaria entre los jóvenes es que la situación del país, en términos generales, es regular (41,3) seguida de cerca por los que la creen mala (38,6) y muy mala (7,6). Los que la consideran buena son apenas 5,1 y 4,9 los que la califican como muy buena.
A la hora de evaluar la imagen del Presidente, la sumatoria de buena (18,9) y muy buena (10,7) no llega a un tercio, mientras que, juntas, regular (38,9), mala (12,4) y muy mala (12,3), superan largamente el 60.
Las expectativas tampoco son alentadoras. El 45,3 por ciento cree que las cosas se mantendrán igual de mal, el 15,4 cree que empeorarán aún más y hay un 6,8 que no sabe. Los que esperan que mejore son el 32, poco menos de un tercio.
Expectativas para el futuro y confianza en los gobernantes suelen presentar números similares, porque la primera depende en buena medida de la segunda. La mayoría (31,6) tiene escasa confianza en la capacidad del presidente.
El siguiente grupo, por orden decreciente, es el que tiene mucha confianza (24), pero si se consideran los que tienen nula confianza (21,4) y los que no saben (22,2), la conclusión es que sólo uno de cada cuatro entrevistados confía plenamente en el mandatario.
Todo esto genera, como emoción y estado de ánimo dominante, preocupación e incertidumbre (54,3). Otro 6,4 manifiesta sentir pesimismo y enojo, un 2,2 no sabe y el 37 restante se manifiesta optimista.
Este último número es más bien coincidente con el 32 que tiene expectativas favorables respecto a la economía. Una clave para el futuro cercano es qué ocurrirá con esa expectativa en los próximos meses cuando la tan ansiada recuperación no se produzca, si se renovará el crédito o pasará a engrosar la incertidumbre o el "no sabe".
Entre los pibes, hay un importante 46 por ciento que no termina de definir si está de acuerdo o no, en general, con las medidas que implementa Milei, lo que habla del nivel de confusión imperante. Entre los que tienen posición tomada, son mayoría los que están en desacuerdo (28) sobre los que están de acuerdo (25).
Sin embargo, hay consensos mayoritarios sobre quienes son los ganadores y perdedores de la era Milei. El 50 por ciento sostiene que los principales beneficiarios son los grandes empresarios. El 47 por ciento sostiene que los principales perjudicados son los trabajadores, el 18 no sabe y el 15 afirma que las más golpeadas son las pequeñas y medianas empresas.
Consultados sobre quién debería ser la principal referencia opositora en esta etapa, el ranking lo encabeza la expresidenta Cristina Fernández (31,6) y completan el podio Sergio Massa (22,4) y el gobernador bonaerense Axel Kicillof (22,4).
Entre las figuras preferidas del elenco oficialista, se destaca la de Victoria Villarruel con casi 27 puntos, más del doble que los 13 de la secretaria general de la Presidencia, Karina Milei.
Si consideramos que se trata de la generación que con mayor entusiasmo acompañó al actual oficialismo con su voto el año pasado, en el que debería apalancarse para las elecciones de medio término, el dato debería encender alarmas en el oficialismo.