En medio del tumulto de la noche del 1 de septiembre de 2022 entre la multitud que rodeaba a Cristina Fernández de Kirchner en Recoleta, varios manifestantes escucharon a otro gritar "¡tiene un fierro, tiene un fierro!", al ver a Fernando Sabag Montiel, que acababa de apuntarle a la entonces vicepresidenta. Esa exclamación fue la llave para que muchos/as de quienes estaban ahí entendieran que pasaba algo grave. El joven, a quien otros testigos identificaron como "el de remera roja", se llama Angel Maffullo, vive en Bariloche y declaró desde allá por videoconferencia. El libro que se cayó al suelo y que hizo que CFK en ese instante se agachara de casualidad a levantarlo era suyo, soñaba con que ella se lo firmara. En realidad, relató ante el Tribunal Oral Federal 6, un golpe de la pistola había provocado la caída de ese ejemplar de "Sinceramente". Sabag Montiel "se quería dar a la fuga, yo intercedí para que no se escape", relató. Otro testigo, Gabriel Corona, contó cómo retuvo el arma con el pie hasta que llegó la policía.

La huida que no fue

En las primeras imágenes que circularon en la misma noche del intento de magnicidio, se ve el movimiento de la mano con la pistola Bersa calibre .32 que se acerca a la altura de la cabeza de CFK y que ella justo ahí desciende. La primera impresión era que había visto el arma y buscó esquivarla. Pero no fue así. La dos veces presidenta declararía después que no advirtió lo que había ocurrido. Angel contó que estaba participando del cordón humano que abría paso a la vicepresidenta cuando se bajaba del auto y había cientos de personas esperándola para mostrarle apoyo en los días que transcurría el juicio conocido como "Vialidad". No podía tener el libro en la mano, explicó, porque rompería el cordón, y se lo dio a una mujer que estaba con una nena detrás suyo para que se lo acercaran a Cristina.

"Sentí un empujón y un clac, y cuando me doy vuelta veo algo gris, metálico", describió. Intentó mostrar que en el video que se exhibía en la sala de audiencias se veía su "cara de sorprendido". No es que vio el momento exacto en que Sabag Montiel intentó gatillar. "Lo que pasó es que tira el libro con el arma, con la intención de disparar", reconstruyó. Al instante dijo que vio que quería huir y recordó que Sabag gritaba "soy compañero", para hacerse pasar por militante y que lo dejen ir. No es descabellado pensar que planeaba escaparse rumbo a Brasil, un país que no extradita a sus nacionales. Es una de las sospechas que alberga CFK. Cuando en su indagatoria a Sabag le preguntaron su nacionalidad eligió decir --de las dos que tiene-- que es brasileño en lugar de argentino. "¿Dónde tenés el fierro?", contó que otro hombre le preguntaba. Esa noche no durmió. Se la pasó pensando qué hubiera pasado si la bala salía y que incluso él mismo podía haber salido herido.

Angel contó que junto con un grupo de manifestantes la custodio lo hizo entrar al hall del edificio donde vivía Cristina. El abogado Gastón Marano, que representa a Gabriel Carrizo, uno de los tres acusados, aprovechó para preguntar por la custodia de CFK, un tema que algunas publicaciones han intentado señalar como si fuera el eje del juicio, para culpabilizar a la expresidenta, que lo que buscaba era tener un espacio para saludar a quienes iba a expresarle su apoyo y afecto. Maffullo, ante la consulta, describió que los custodios "no era que estaban adelante de ella, sino que ella iba pasando y le permitían que se salude con la gente". "Los custodios estaban cerca pero no le estaban encima". No vio, dijo, la reacción de CFK, pero sí le pareció que la custodia no esperaba lo ocurrido.

El arma custodiada

Gabriel Corona, canoso de pelo bien corto, anteojos de marco negro y un arito, narró con claridad cada momento. Había salido de su trabajo en Radio Nacional y se fue para la zona de la casa de CFK aquel 1 de septiembre. "Era una algarabía cada vez que venía, de gritos y afecto", refirió la vivencia generalizada. Repasó la escena del libro, desde su ángulo. Hasta que, declaró: "a un costado siento como dos gatillos". Vio el arma asomarse, dijo. Algo novedoso ya que nadie relató hasta ahora haber visto ese instante. Luego escuchó el grito de "tiene un fierro". "Había compañeros que querían agredirlo (a Sabag) y otros que no lo permitieron. Y en un momento siento que pateo algo. Miro al piso y era el arma. No sabía qué hacer. No la toqué me la encuentro de casualidad. Se lo dije a una persona que empezó a llamar a la custodia. "Me quedé como hipnotizado con la situación que estaba viviendo y protegiendo el arma (...) yo puse el pie encima porque mi temor era que la patearan y se terminara perdiendo. Algunos me decían 'dámela', pero yo estaba duro con el pie en el cañón".

Ante preguntas de la fiscalía, Corona se refirió a que en los días previos hubo "conductas hostiles" de parte de un grupo de gente que iba a agredir a los manifestantes que respaldaban a Cristina y que hubo episodios peculiares. Como el del hombre "en bicicleta", señaló en alusión a un vendedor de Rappi, exmilitar, que atacó a militantes con una llave inglesa. También comentó que "una vecina mayor quiso agredir compañeros con un cuchillo Tramontina" mientras les "decía ladrones, chorros, planeros" hasta que la policía porteña la acompañó a su domicilio. Desde los balcones les "tiraban cosas" "nada grave" y los insultaban. Corona consideró que "el mayor altercado" fue la mañana del sábado 27 de agosto, cuando los manifestantes se encontraron con la cuadra de la casa de CFK vallada y rodeada de camiones hidrantes que se acercaban y retrocedían una y otra vez como modo de amedrentamiento. Fue el día que la policía de la Ciudad agredió e insultó a Máximo Kirchner y hubo agentes que modulaban que el gobernador Axel Kicillof "es un militante más", como para sugerir que podían atacarlo o detenerlo.

No es el primero que habla del papel de la policía porteña, que se dedicaba --al parecer-- a hostigar a los militantes que iban por CFK que a los que iban a insultarla. También en las audiencias fueron descriptas escenas dudosas, de personal sacando fotos a la gente y supuestos funcionarios porteños que todos los días iban a pintar el mismo cordón de la vereda. Algunos agentes de la Ciudad aparecen en fotos de Ricardo Ceppi, un fotoperiodista que en las horas previas al atentado había tomado unas imágenes en el lugar, que luego le entregó a la fiscalía.

14 de agosto

El miércoles próximo será una audiencia especial ya que declarará Cristina Fernández de Kirchner. Lo hará como víctima. Como víctima de un acto de violencia política, aspecto que durante la etapa de instrucción a cargo de la jueza María Eugenia Capuchetti fue ignorado, a punto tal que se decidió elevar la causa a juicio oral sin incluir pistas políticas, financieras o que pudieran ayudar a reconstruir quién estuvo detrás del atentado.