A pesar de que fueron condenados por delitos de lesa humanidad y muchos de ellos recibieron múltiples condenas a prisión perpetua por los crímenes cometidos durante la última dictadura, los represores que recibieron la visita de un grupo de diputados libertarios cumplen su pena rodeados de comodidades. Rejas abiertas, celdas cómodas, menú exclusivo y hasta clases de streatching forman parte de su vida y rutina diaria, de acuerdo con el relato de un expreso que cumplió su pena en el mismo pabellón y contó en la 750 cómo es el día a día de Alfredo Astiz y Adolfo Donda, entre otros genocidas.

Enrique Petrullo, quien cumplió una condena en el penal de Ezeiza en el caso de "La banda de los jueces" - por la cual también fue sentenciado el exjuez de Garantías de La Plata César Melazo y un grupo de expolicías - cumplió parte de su pena en el mismo pabellón que los represores y en diálogo con la 750 reveló detalles de las dinámicas cotidianas y los beneficios que reciben, en comparación con otros detenidos que están alojados en la misma cárcel. De acuerdo con el relato de Petrullo, lejos de una reclusión común, los represores pasan sus días con un trato VIP. 

La revelación surge en medio del escándalo de las visitas de diputados de La Libertad Avanza a los genocidas Alfredo Astiz, Adolfo Donda y Raúl Guglielmineti, entre otros. La visita, que ocurrió un mes atrás, surge mientras el Gobierno busca avanzar en un proyecto para beneficiar a los detenidos  contra los máximos responsables de episodio más sangriento y oscuro de la historia argentina.

“Las condiciones son diferentes a las que podemos tener nosotros. El pabellón cuenta con doce plazas, un SUM, una cocina y un patio. Nosotros estábamos con una reja siempre cerrada. Ellos tienen tres pabellones, las rejas abiertas y van de un pabellón al otro”, señaló en una entrevista con Cynthia García.

“Incluso hay cosas extrañas. Por ejemplo, verlos tomar mate con los guardas. Los guardias decirles ‘jefe’ a estos tipos. Se dirige con un respeto castrense. Una cosa terrible. Es siniestro. Son entre 25 y 30 que hay. Imaginate que no se les puede decir nada”, añadió.

Pero hay más. Según el exdetenido, lejos de pasar sus días en un estado de reclusión común, los genocidas tienen, por ejemplo, clases particulares de stretching y a disposición un cura que va a verlos a ellos. Solo a ellos. Los demás detenidos no tienen acceso.

También tienen un trato diferencia en cuanto a la burocracia y las visitas: “Cuando asumió Milei, tengo contacto con los chicos adentro, hicieron un festejo. Incluso cambió las condiciones de visitas. Pasa que las visitas de ellos entran sin problema. Y la de los presos comunes tienen que hacer un trámite y te autorizan en tres meses”.

Por eso Petrullo lamentó tanto las declaraciones del ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona, quien pidió que los genocidas puedan pasar sus últimos años en sus casas, junto a sus familias. 

“Me retuerce el alma escucharlo a Cúneo Libarona. Ellos arrebataron la vida. Hay gente que todavía no aparece. Las Abuelas se mueren y no saben dónde están los nietos. Me molesta demasiado”, comentó.