En medio del escándalo desatado tras la visita de diputados oficialistas a genocidas detenidos en el penal de Ezeiza, el papa Francisco envió un certero mensaje de respaldo a quienes militan en las organizaciones de derechos humanos. “No aflojen, conserven la memoria”, fue el espaldarazo que el pontífice expresó durante una reunión que mantuvo en Roma con la nieta de una de las fundadoras de Madres de Plaza de Mayo.
El apoyo a la lucha de los organismos que militan por la Memoria, Verdad y Justicia tuvo lugar en la residencia de Santa Marta durante una audiencia privada que Jorge Bergoglio mantuvo con Anita Fernández, hija de Ana María Careaga y nieta de Esther Ballestrino de Careaga, desaparecida durante un operativo clandestino cuya inteligencia previa había estado a cargo de Alfredo Astiz.
Según el relato de la visita revelado a través de un comunicado del Instituto Espacio para la Memoria, el Papa le manifestó a la joven “que se había enterado de que unos diputados habían visitado a Astiz, que estaban queriendo que (él y otros represores) no estén presos y que eso era algo muy peligroso”.
Por ese motivo, y ante un pedido de Ana Fernández, Francisco envió un mensaje: “No aflojen, conserven la memoria. Conserven la memoria de lo que han recibido. No solo de las ideas sino de los testimonios. Ese es el mensaje que les doy en este día”.
El Papa y la visita de los libertarios a Astiz
La clara expresión del Papa es una prueba del nivel de conocimiento que tiene sobre lo que ocurre en la Argentina y también demuestra que la visita de los seis diputados de La Libertad Avanza (LLA) a Astiz y el grupo de genocidas condenados y presos ya se convirtió en un escándalo internacional.
A pesar de ello y debido a las posturas del oficialismo y los bloque aliados -como la UCR, el PRO y los comandados por Miguel Pichetto en Hacemos Coalición Federal-, el Congreso fracasó en su intento de condenar ese hecho de suma gravedad institucional, que tiene como fin morigerar las condenas de los genocidas a través de una maniobra digitada por ellos mismos.
El escándalo no solo involucra a los diputados Beltrán Benedit, María Fernanda Araujo, Guillermo Montenegro, Alida Ferreyra, Rocío Bonacci y Lourdes Arrieta, sino también a funcionarios de la primera línea de gobierno como la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, quien instruyó al Servicio Penitenciario para que dé el pase libre a los visitantes.
Lo relevante es que el Papa ya estaba enterado de estos hechos y que ahora llegaron a sus oídos más detalles al respecto. Demás está decir que su influencia internacional podría escalar el escándalo urdido por el gobierno negacionista de Javier Milei y Victoria Villarruel.
La relación de Bergoglio con Esther Balestrino de Careaga
La cercanía y el interés de Bergoglio por el tema tiene un costado personal. Mantuvo una relación de amistad con Esther Balestrino de Careaga, quien antes de convertirse en víctima de la dictadura (ella y su familia) había sido su jefa cuando él se desempeñaba como técnico químico. “La quería mucho” porque “me enseñaba la seriedad del trabajo. Realmente le debo mucho a esa gran mujer”, dijo públicamente alguna vez.
Años después, Ballestrino de Careaga fue secuestrada junto con el grupo de familiares de víctimas que se reunía en la iglesia Santa Cruz. Astiz se había infiltrado allí para hacer tareas de inteligencia y urdir el plan que continuó con torturas y desapariciones. Según las investigaciones, Careaga fue víctima de los vuelos de la muerte.
Según el comunicado de Espacio para la Memoria, durante la reunión en Roma con la nieta Ana Fernández, el Papa “recordó con admiración a su amiga y compañera” y “dijo que de ella había aprendido su amplitud política”.