En 2011, Gisel Barrionuevo estaba terminando la carrera de Sociología en la Universidad de Buenos Aires. Sentía que estaba preparada para denunciar el abuso sexual que había sufrido por un familiar en la niñez. Con el acompañamiento materno, afectos y redes profesionales, fue su padre quien se acercó al Socorro Violeta en busca de contención.
Ese espacio forma parte de La Revuelta Colectiva Feminista, de Neuquén, y desde 2009 brinda asesoramiento y contención ante violencias machistas. “Fue una enseñanza que dejó una forma nueva de tejer dignidad y esperanza en la búsqueda de reparación”, dice Gisel, y agrega que hoy habita el espacio Socorro Violeta para sostener procesos desde perspectivas interseccionales.
Carla Nuñez es abogada y fue convocada a integrar el Socorro Violeta en 2022, cuando la Revuelta creó la Escuela Feminista Graciela Alonso, desde donde se impulsaron distintos ciclos de talleres. Uno de ellos fue “Dónde están las feministas”, que resultó una experiencia muy significativa para Carla y a partir de esa participación integra el Socorro Violeta. Ambas forman parte de este espacio junto a otras cinco activistas feministas: psicólogas, trabajadoras sociales y docentes. Así acompañan en esta coyuntura de desmantelamiento de programas y políticas públicas contra las violencias machistas.
Dice Gisel: “Socorro Violeta está siendo un espacio que disputa sentidos en general. Nos importa y fortalecemos la atención presencial, y también lo ampliamos para que en lo público haya tramas colectivas y feministas. El gobierno nacional elige formas de gobernar que se asientan en lo que Achille Mbembe llama Necropolítica, donde denunciamos que se decide sobre quién debe vivir y quién debe morir. Ante esto anunciamos pedagogías feministas, construimos otras discursividades posibles para leer mundos y cristalizamos las redes que sostienen las vidas en espacios áulicos, callejeros, virtuales, laborales, familiares e institucionales”.
La importancia de la reparación colectiva
En el marco de este espacio compartieron semanas atrás una actividad en la Universidad del Comahue junto con Thelma Fardín, cuya visita se produjo en un contexto especial, luego de la condena a Juan Darthés en Brasil. Un encuentro de alta potencia feminista en el que brotó “una otredad de voces sobre violencias machistas en mujeres de distintos sectores y clases sociales”, señala Gisel. Y suma: “Eso es una ruptura respecto a los escenarios oficiales que pretenden subalternizar lo que tenemos para decir. Además, cada relato refuerza los procesos reparatorios, desde donde emergen preguntas nuevas y de forma espiralada nos interpelan, porque reafirma verdades que forman parte de los movimientos feministas en el mundo, y es que nos seguimos teniendo entre nosotras y nosotres”.
Las mujeres se acercan al Socorro Violeta en búsqueda de asesoramiento jurídico, recomendaciones de abogadas feministas o para ser escuchadas en torno a las incertidumbres que le generan los procesos judiciales, especialmente en el fuero de Familia, donde vivencian diversas injusticias, con la característica principal de no ser escuchadas. Carla subraya que en el último período aumentaron los acompañamientos por situaciones de abuso sexual contra niños, niñas y adolescentes. “Esas atenciones nos desafían, nos conmueven, y otro tanto nos invaden de bronca al ver abordajes legales revictimizantes. También aumentaron las situaciones de acoso y hostigamiento por medios digitales en escenarios laborales, familiares o comunitarios. Y nos hace reflexionar acerca de la necesidad de habitar otros espacios y construir pedagogías que pongan en tensión esas dinámicas de violencias machistas para transformarlas”.
La violencia institucional es muchas veces una característica intrínseca de algunas instituciones públicas, ¿de qué maneras acompañan en Socorro Violeta estas situaciones?
Carla: --El paso por los organismos públicos muestra cómo la mecánica institucional reproduce formas de violencia, lo que nos pone en movimiento para construir actos de incidencia colectiva. Insistimos en que hay que deconstruir las denuncias para volverles un sentido digno y emancipador. Porque también tenemos derecho a dejar de ser las malas víctimas. Desde el Socorro Violeta potenciamos el eje de la reparación de la persona, no desistimos en la búsqueda de sus deseos, con consignas claras que orienten ese camino. Esto se ve reflejado en las devoluciones que recibimos en los seguimientos y afirma que nuestro enfoque de reparación y apoyo es significativo para quienes llegan al espacio.
¿Cómo es la caja de herramientas que comparten para dar atención y contención?
Gisel: --La caja de herramientas es una simbología. Es condensar la creatividad histórica de los movimientos feministas y populares, para resignificar agendas, lecturas, escrituras, encuentros, videollamadas y escenas disruptivas en espacios públicos con una fuerte presencia pedagógica y artística. Entre esas y estas posibilidades, nos organizamos para acompañar por duplas en la Casa Revuelta de Neuquén dos veces por semana las atenciones (un día en formato telefónico y otro presencial). Continuamente vamos reflexionando desde nuestros saberes -individuales y colectivos- y ello se materializa como un abono que retorna hacia nuestras prácticas. Luego está lo que deviene de esos momentos, lo que cambió, lo que se transformó en escenarios nuevos que habitamos y vuelve a potenciar la escucha reparadora. Entonces todo vuelve a empezar. Es como un loop que se mantiene constante y que nos desafía a cambiarlo todo.
Socorro Violeta
Atención presencial: jueves de 14.30 a 16.30 Casa Revuelta: Ernesto Sábato 1209, Neuquén. Atención telefónica: martes de 14.30 a 17.30 (299 5227011)