La Orquesta Sinfónica Nacional en el Centro Cultural Kirchner ya es uno de los clásicos que una ciudad como Buenos Aires, a pesar de todo, supo conseguir. Un clásico que, como los más interesantes, se anima también a lo contemporáneo. El viernes 9 a las 20 en el Auditorio Nacional de Sarmiento 151, el organismo sinfónico oficial recibirá como director invitado a Santiago Santero, que ofrecerá un programa con dos estrenos de compositores argentinos contemporáneos: Variaciones sobre un canto yagua, para cello y orquesta, de Dante Grela, con la participación de Martín Devoto como solista, y Cuatro estudios para orquesta, del mismo Santero. El programa se completará con la suite para orquesta de Mi madre la oca, de Maurice Ravel. La entrada es gratuita y se saca a través de https://www.cck.gob.ar/

La Sinfónica Nacional aprovecha la presencia de Santero como invitado, abordando en un mismo programa dos estrenos, además de la tesis en orquestación que representa una obra como la de Ravel. Como director, compositor y docente, Santero es una de las referencias importantes de la música contemporánea en la Argentina, artista siempre atento a los acontecimientos y los desarrollos sonoros de este tiempo. “Esto tal vez tenga que ver con que concibo mis tres actividades principales totalmente ligadas entre sí. Me resultaría poco natural escindir la dirección de la composición y de la docencia; inevitablemente las siento como parte de una misma cosa”, asegura el músico al comenzar la charla con Página/12.

“La música contemporánea es parte fundamental de mis intereses profesionales. Trato de sostener un vínculo y una curiosidad profundos con lo que se compone en esta época, en particular en la Argentina. Con la Sinfónica Nacional venimos desde hace años concretando buenos encuentros, con programas exigentes y resultados artísticos destacables”, continua Santero, que sin ir más lejos el año pasado ofreció una notable versión de los Estudios sinfónicos de Alberto Ginastera, una obra en muchos sentidos extraordinaria. “Es una composición enorme y genial del Ginastera más experimental. Una obra que casi no se toca, por el trabajo de ensayo que demanda y el compromiso que representa para cualquier orquesta”, acota el director. “Con la Sinfónica Nacional pudimos hacerla, del mismo modo que en estos últimos años presentamos música de Giacinto Scelsi, Juan Carlos Tolosa, Martín Matalón, Toshio Hosokawa, Marcos Franciosi y muchos más. Pero lo más reconfortante es que lo que hicimos, lo hicimos con muy buena resolución técnica y artística”, repasa Santero.

Conforta además que entre los estrenos previstos por la Orquesta Sinfónica Nacional para el concierto de este viernes haya una obra de Dante Grela, compositor rosarino clase 1941, animador de las grandes discusiones de las vanguardias del siglo XX en Argentina y maestro de generaciones de compositores. “Cuando el año pasado empezamos a pensar en este programa, Ciro Ciliberto, programador de la Sinfónica Nacional, propuso estas Variaciones sobre un canto yagua, de Grela y enseguida me entusiasmé. Trabajar esta obra me llevó a estar en contacto personal con Dante (Grela). El contacto con el compositor es siempre útil para un director, y en este caso hubo un ida y vuelta de gran fluidez, con un maestro importante, que tiene una producción enorme y muy variada. Además, para este estreno contamos con la participación de Martín Devoto, que es un violonchelista notable”, asegura Santero. 

“Siempre los estrenos son un revelación y en este caso a partir de la primera lectura que hicimos con la orquesta empezamos a vislumbrar lo que se escuchará, no tengo dudas, como una obra de gran envergadura”, se entusiasma el director.

–¿Cómo se llevan el Santero director y el Santero compositor?

–En este caso el doble rol me tiene un poco ansioso porque se trata de un estreno. Trabajé durante mucho tiempo en estos ‘Estudios’ y como compositor debo decir, tomando la distancia que me permite el director, que la obra funciona. Se cumplieron la expectativas: los aspectos técnicos están logrados, y eso le permite al director y a la orquesta trabajar en profundidad.

–¿A qué responde la idea de “estudio” en su obra?

–Cualquiera que haya estudiado un instrumento sabe lo que se encierra el “estudio” como género. Tengo un cariño especial por los estudios, porque por un lado hay una generosidad de parte de los compositores para que progresen los estudiantes y por otro lado hay una concentración sobre un aspecto específico de la técnica. Me interesó más esto último, por lo que cada uno de estos cuatro estudios sigue una idea específica. El primero es un trabajo sobre el pulso; digamos una dramaturgia del pulso. El segundo estudio se llama “Nubes” y tiene que ver con los cambios permanentes, que trabajo desde la textura y el timbre. El tercero se llama “Ecos” y de alguna manera es el más ingenuo, porque divido la orquesta en grupos de cámara que a la manera de un canon van creado en efecto de eco. Y el último se llama "Big Band" y podriamos decir que es el más virtuoso para la orquesta.

–¿Cómo dialogan las obras que se estrenarán con la música de Ravel?

–Siempre pienso que un programa de concierto es como una gran obra. En este caso se trata de casi una hora de música, sin intervalo, en la que la “obra mayor” se articula a en tres movimientos. "Mi madre la oca", es el movimiento central, el más tranquilo, entre las variaciones de Grela y en el cierre, los estudios. Los compositores de hoy le debemos mucho a Ravel y a Debussy. Lo que Ravel logra a nivel tímbrico y orquestal en esta obra es una gran lección, que se prolonga hasta nuestros días. Ese podría ser el punto de partida para el diálogo entre estas obras.