Las primeras funciones de Al Matadero, encuentran a Manuel Baella sumergido en un proyecto que lo tiene fascinado. A partir de la actualización de la obra de Esteban Echeverría, el unipersonal de Baella -junto a Miguel Franchi en dramaturgia compartida y dirección- prosigue en su andadura, los sábados de agosto a las 21 en Cultural de Abajo (Entre Ríos 579). “Nos pusimos a trabajar hace un año y medio y no estábamos ante la misma realidad del país, así que la obra tuvo muchísima repercusión; en definitiva, el texto de Echeverría habla de lo que se habla hace tanto tiempo, de la famosa grieta, ¿no?”, comenta Manuel Baella a Rosario/12.

“Yo estaba con muchas ganas de transformar el texto de Echeverría en algo teatral, en una obra para un solo actor. Y logré encontrarme, después de tanto tiempo, con Miguel Franchi, a quien considero uno de mis grandes maestros de teatro. No teníamos más que ese material, y comenzamos a leer todo lo que había sobre ‘El matadero”, pasando por Piglia y David Viñas; aparecieron muchísimas cosas. Y lo que nos interesó fue contar esta historia pero actualizada; no queríamos situarlo en 1838 sino actualizarlo, y desde una tercera posición, para no quedar pegados a los unitarios o a los federales, porque de los dos lados había cosas muy violentas. Este es un país que nació a los cuchillazos y con un nivel de violencia gigante, y el texto habla perfectamente bien de los unitarios pero tremendamente mal de los federales. Lo hace con una pluma muy buena, y es también un texto que se da en las escuelas; así que nos parecía muy interesante trabajarlo también con las escuelas secundarias, y llevar la obra a pibes que están mucho más relacionados con otros formatos antes que con el teatro”, continúa el actor.

-La investigación seguramente fue fascinante, tal vez debieron obligarse a detenerla para dar forma final a la obra.

-La obra terminó siendo un espectáculo muy dinámico, donde yo hago seis personajes; pero más allá de eso, incorporamos también algunas cosas relacionadas, como la correspondencia entre Sarmiento y Mitre, donde, por ejemplo, Sarmiento dice de los gauchos que “la sangre era lo único que tenían de seres humanos”; nos parecía que ése era un material que no podía faltar en la obra. Consultamos un libro que habla sobre los estilos de degüello, con todos los personajes que han sido degollados, tanto unitarios como federales. Son cosas que aprendí a partir de la investigación, que es apasionante, como cuando a Rosas le dicen que habían capturado a unos indios, y él responde: “No gaste pólvora en chimangos”. Pero llega un momento donde hay que frenar.

-Durante un mes de funciones (en Teatro del Rayo), ¿qué notaste sucede con la obra y el público?

-Una obra se termina de construir con el público, porque cuando me enfrento al público, la cosa cambia. Entonces, hay que poder tener una escucha con respecto a lo que está pasando en el público, y en estas cinco funciones que hicimos, eso fue realmente muy importante. Creo que una obra se termina de construir después de las 20 funciones, ahí podría uno pensar en un trabajo más o menos terminado, más allá de que todos los públicos son totalmente particulares y diferentes. Lo que está pasando nos gusta mucho; y sabemos que hicimos una especie de caleidoscopio con la obra, “El matadero” está desarmado para después volver a armarlo.

-¿Te sentís a gusto con el formato unipersonal?

-Es un espectáculo de 45 minutos que es un verdadero desafío, para mí y para mi pequeña experiencia actoral, lo digo con respecto a poder plantarte y hacer seis personajes con un texto que es inamovible. Yo trabajo mucho con el personaje de Orestes Muñante, que es un presentador y animador, pero eso es humor y pura improvisación con el público. Acá, por el contrario, no hay forma de improvisar y tampoco es la idea. Hay que estar muy concentrado, porque no hay un compañero o compañera que te ayude por si te trabaste con la letra o tenés un día medio complicado y venís con otra energía. Estás solo contra el mundo. Y me parece un desafío porque sentía que era un buen momento para hacer un trabajo así. Y se dieron otras cosas, como el encuentro con Miguel (Franchi), yo empecé a hacer teatro con él en el año 2000, y me conoce muy bien, así que fue muy fácil ir avanzando. Estar solo en escena es algo que estoy aprendiendo a disfrutar, función a función.

Al Matadero (versión libre de un clásico de la literatura argentina) cuenta con asistencia técnica de Débora Castillo, música original de Carlo Seminara, escenografía de Maxi Arana y Julio Gandini, vestuario de Laura Perales y Lucas Comparetto. Anticipadas con descuento al 3415470472.