Milei y sus trolls se están haciendo una panzada. Les quedó servido el festín. Qué mejor para desprestigiar y atacar a la agenda feminista que la denuncia por violencia de género contra el exmandatario que creó el Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad, y apoyó la despenalización y legalización del aborto, la agenda que quieren destruir.

En Netflix no se consigue una trama tan rebuscada. Un guion así sería reprobado. Por burdo, por irreal, por exagerado.

Pero el estreno se hizo esta semana y nos dejó sin aire.

Los mismos que niegan que exista la violencia de género, que desguazaron las políticas para prevenirla, mientras seguimos contando femicidios, ahora la ven. Son oportunistas, caranchos.

¿Por qué se responsabiliza a los feminismos de las conductas delictivas, repudiables, que pudo haber perpetrado Alberto Fernández contra su expareja Fabiola Yáñez?

La mayor visibilización de las violencias machistas en los últimos años es un logro de décadas de trabajo articulado de los movimientos feministas. Este nuevo escenario favoreció que cada vez se denuncie más. Lo que cambió también es que la sociedad, las instituciones y la justicia escuchan con más empatía a las víctimas. No fue magia. Antes no se les creía. Como no se les creía, no denunciaban. Y si denunciaban, se minimizaban los hechos y se archivaban.

Las periodistas comprometidas con este tema, las ONGs que acompañan víctimas, que hacen cabildeo, que monitorean las acciones de la justicia y otras instancias del Estado, funcionarias en lugares clave: esa trama se tejió para que dejemos de mirar con indiferencia la violencia machista y los femicidios.

Hubo un largo trabajo. Que la ex Primera Dama denuncie al ex Presidente --teniendo en cuenta la notable asimetría de poder entre ambos--, es parte de ese cambio de escenario. Aunque, se sabe, no todas las mujeres consiguen que la justicia actúe con la celeridad que tuvo el juez Julián Ercolini con la denuncia de Yañez. Incluso, cuando se encuentran en situaciones de riesgo alto de sufrir nuevamente situaciones de violencia física, hay jueces y fiscales que miran para otro lado.

La justicia debe investigar con premura la denuncia contra Alberto Fernández y garantizarle protección a Fabiola Yañez. Como debería hacer con cualquier mujer que denuncie hechos similares.

No son episodios infrecuentes. Una de cada tres mujeres, muestran las estadísticas de la ONU, sufrirá violencia física o sexual en el transcurso de su vida. La violencia de género es la violación más generalizada de los derechos humanos. No es ni natural --aunque en algunos ámbitos sigue muy naturalizada-- ni es inevitable.

Las víctimas necesitan acompañamiento del Estado. Por eso son fundamentales las políticas públicas para protegerlas y sobre todo para prevenir la violencia de género. Pero el Gobierno de Javier Milei no solo niega que exista sino que desde que inició su mandato se encargó de vaciar y desfinanciar programas y acciones de prevención, asistencia y acceso a la justicia para quienes la padecen.

No quedó en pie ningún organismo encargado del cumplimiento de la Ley Nacional 26.485 de Protección integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres, sancionada en 2009, dado que hasta la Subsecretaría de Protección contra la Violencia de Género también fue desmantelada, con la última ola de despidos anunciada a fin de junio. Milei paralizó también las capacitaciones obligatorias a funcionarios y funcionarias de la Ley Micaela y se desconoce cómo garantizará el patrocinio jurídico gratuito para víctimas de violencia de género.

El desguace del área tiene fuerte impacto en el funcionamiento de la Línea 144, de asistencia telefónica gratuita, creada hace una década y que recibe un promedio de 340 llamadas diarias. Una de las guardias quedó solo con dos operadoras, según contó en su momento a Página 12 Fernanda Fuentealba, secretaria general ATE ex Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad. Las videollamadas para accesibilidad a personas sordomudas quedaron directamente sin atención.

El ataque a los feminismos es una estrategia orquestada a nivel global de parte de las ultraderechas en el poder: aprovechan cualquier episodio --sea real o fake news-- para atacar a activistas y a su agenda de ampliación de derechos para mujeres y colectivos LGBT+ porque quieren imponer un “orden tradicional” de familia. Que los niños y niñas callen las situaciones de abuso sexual, por eso se embanderan con el movimiento Con Mis HIjos No Te Metas y van contra la educación sexual integral.

Alberto Fernández, como otros varones denunciados por violencia contra su pareja, deberá responder ante la Justicia. Pero este hecho no puede ser terminar de sepultar las políticas públicas de prevención y protección contra la violencia de género que nos protegen a todas las mujeres y diversidades, más allá de su cercanía o lejanía con las ideas libertarias.