Desde Río de Janeiro
Nunca América Latina había experimentado un período de tanta incertidumbre sobre su futuro. Durante las últimas cuatro décadas, el continente ha rotado a través de períodos en diferentes direcciones.
El primer período tuvo lugar en la última década del siglo pasado, como una década radicalmente neoliberal. El auge del modelo liberal fue precedido por la declaración de que el Estado había dejado de ser una solución para convertirse en un problema.
Llegó al continente a través de los Chicago Boys hasta el Chile de Pinochet y se extendió por gran parte del continente a lo largo de la década. Impulsó el Estado mínimo, la prioridad del ajuste fiscal y las políticas privatizadoras.
La década siguiente fue de reacción a este fenómeno, con la extensión de gobiernos antineoliberales a prácticamente todo el continente, caracterizada por la implementación de políticas sociales, el fortalecimiento del Estado y los procesos de integración regional.
América Latina se ha convertido en la única región del mundo con procesos de resistencia al neoliberalismo. Los principales países del continente –entre ellos Brasil, Argentina, México– lideraron este proceso y la integración regional.
A partir de la segunda década del siglo XXI, el continente comenzó a experimentar oscilaciones entre gobiernos neoliberales y antineoliberales, incluidos los de Brasil, Bolivia, Ecuador, Uruguay y Argentina.
Entre agitaciones, el continente llega a su tercera década del siglo con sólo dos países –los más importantes– con gobiernos antineoliberales: Brasil y México.
¿Qué razones explican estos vaivenes en tantos países latinoamericanos, para poder predecir alternativas futuras para el continente?
Las fluctuaciones se deben a los factores que generan y mantienen a los gobiernos antineoliberales. El antineoliberalismo de los gobiernos latinoamericanos se caracteriza por medidas antineoliberales. La prioridad de las políticas sociales sobre el ajuste fiscal. La prioridad de las políticas de integración regional frente a las de subordinación a la hegemonía
Sin embargo, la cuestión de fondo no ha cambiado: la hegemonía económica del capital especulativo, basada en la explotación de altas tasas de interés. Las economías del continente se transformaron, haciendo del capital especulativo el eje de las estructuras económicas.
El neoliberalismo sobrevive de esta manera. No se retoma el modelo desarrollista, anterior al neoliberalismo, que regresa cada cierto tiempo.
Sólo la ruptura de este lugar del capital especulativo y las altísimas tasas de interés que lo alimentan nos permitirán pasar del antineoliberalismo al posneoliberalismo. Para ello, es necesario formular qué modelo sucede al neoliberalismo, desde una perspectiva histórica.
Sería necesario volver a la dinámica del proceso de ascumulación de capital en América Latina, a su crisis que llevó a la hegemonía del modelo neoliberal y a su crisis, momento que vive actualmente el continente.