Juan Carlos Galarregui, de 56 años, fue detenido este jueves a la madrugada cuando buscaba escaparse a la ciudad de Buenos Aires desde la Terminal de Ómnibus de Santa Clara, en donde se disponía a abordar un colectivo con destino Retiro. Se trata del único sospechoso por el crimen de Rocío Fernández, de 27 años, en Mar del Plata. El hombre se negó a declarar ante la Justicia y seguirá detenido mientras continúa la investigación.
El personal policial que lo descubrió informó a la Justicia que el sospechoso portaba un documento de identidad de otra persona pero fue reconocido por sus tatuajes. Galarregui fue asistido por el defensor oficial Christian Rajuan y rechazó la indagatoria del fiscal Fernando Berlingeri, quien a continuación dispuso su traslado y posterior alojamiento inmediato en la Unidad Penal Nº 44 de Batán.
Vale recordar que, según la sospecha de los pesquisas, Galarregui se había fugado de su propia casa de Grecia 1045 cuando este miércoles al mediodía fue hacia allí la policía, en busca del paradero de Rocío Fernández, desaparecida desde el sábado.
En el lugar, los uniformados hallaron el cadáver de la mujer en el interior de un freezer en la cocina. Galarregui, el morador del inmueble que no estaba allí, se transformó en el principal sospechoso de haber sido el autor del crimen.
Mientras el Movimiento de Mujeres y Diversidad de Mar del Plata-Batán ya anunció la realización de una manifestación prevista para este viernes a las 17 frente a la Municipalidad, con el objetivo de exigir medidas concretas del Estado ante los cuatro femicidios ocurridos en menos de tres meses --al de Rocío se suman los de Talía Aragón, Verónica Martínez y Betiana Moreira--, el fiscal Fernando Berlingeri y sus colaboradores trabajan en la reconstrucción de los hechos.
De momento, se sabe que la joven había empezado a salir con un hombre hace poco tiempo. Según la información obtenida por medios locales, esta persona declaró ante la Justicia y contó detalles de la última vez que estuvo con ella. El viernes 2 de agosto la pasó a buscar en su automóvil para ir a dar una vuelta. A las 21, la dejó en su casa de Vernet y Güiraldes nuevamente y ya no volvieron a hablar.
A las 0.30, ya en la madrugada del sábado, Rocío volvió a salir de la vivienda y se dirigió a lo de un amigo. Luego se sospecha que realizó también un viaje a la zona del puerto de la ciudad. La siguiente secuencia ubica a la joven a bordo de un taxi con el cual llegó sola, a las 9.30 de la mañana siguiente, a la casa de Grecia 1045. Las cámaras de seguridad de la zona captaron esa situación, conforme relevó luego la Justicia. El taxista, inclusive, fue identificado y también declaró en el marco de la causa.
“Espere que ahora sale mi tío y le paga”, habría dicho por alguna razón que se desconoce al chofer al ingresar a la vivienda. Efectivamente el taxista recibió el dinero de parte de un hombre, que no sería ningún pariente de ella sino Galarregui. Ese mismo mediodía, Fernández se contactó con un amigo suyo de la adolescencia y le envió a través de su teléfono celular la ubicación geolocalizada, para que él supiera en dónde se encontraba.
El tiempo transcurrió y el domingo al atardecer, cuando ya hacía más de un día que no sabía nada acerca de la joven, su madre decidió hacer la denuncia de averiguación de paradero. Para ese momento, desconocía que un amigo de su hija había recibido su mensaje y recién se enteraría de esto más de 48 horas después.
Ya en la madrugada del miércoles, y después de que la noticia de la búsqueda de Rocío tomara relevancia pública en distintos medios de comunicación, el amigo de la joven antes mencionado se comunicó con el hermano de ella y le dijo, conmovido, que el sábado se habían contactado. También le reveló que ella le había mandado su ubicación, lo que indicaba que su teléfono celular se encontraba en un domicilio en las inmediaciones de Grecia y Libertad.
Lo que siguió fue el llamado al 911 y el operativo que la policía montó el miércoles al mediodía en la casa de Grecia 1045, donde finalmente se halló el cadáver de la mujer con signos de golpes y estrangulamiento.