Admiración, respeto y confianza. Esas tres sensaciones podrían resumir o explicar el motivo del encuentro musical y humano entre Leo García y Diego Frenkel, dos personalidades con peso propio en el rock argentino. Si bien no es muy común que dos solistas de tanta trayectoria confluyan en un proyecto, García y Frenkel coincidieron en tiempo, espacio y en las ganas de compartir en un escenario. “Es buenísimo porque yo dejo mi ego de lado. Ya tenemos una experiencia de vida en donde uno necesita estar al lado de otro artista, compartir estos momentos para poder liberarse de la presión que implica ser uno y luchar día a día por seguir siendo”, explica García. “No somos maestros espirituales, somos músicos. Esta posibilidad de armar un dúo con Diego Frenkel es un modo también de crecer y tener más aprendizaje”, completa el cantautor antes del debut este sábado 10 de agosto a las 21 en el Centro Cultural San Isidro (Av. Libertador 16.138).
“No hay mucho ego en este momento de la vida”, apunta Frenkel sobre la particularidad del encuentro inédito entre ambos. “Fundamentalmente, lo que se optimiza es lo mejor del otro; en este caso, hay una caballerosidad y no hay ninguna posibilidad de conflicto. La edad y la experiencia traen un back y aprendés a relacionarte mejor. Yo he trabajado con muchos artistas en diversas situaciones, como Lisandro Aristimuño, Charo Bogarín o Fernando Ruiz Díaz. Y siempre he tenido cordialidad. Cuando se encuentran dos artistas la base es la buena onda y el respeto”, sostiene el fundador de La Portuaria.
“Los dos estamos en una situación de solistas, entonces es todo muy práctico. Es un modo de nutrirse uno con el otro”, resalta García. “Yo tengo una admiración muy profunda por Diego, lo conozco desde Clap. Diego es del linaje de Gustavo Cerati también. Él es mucho más cool, es vanguardia, es como Daniel Melero. No paro de aprender al lado de él. Porque hace que todo fluya de manera mágica, con su sabiduría y su modo de ser”, define.
-¿De qué manera se dio esa compatibilidad?
Leo García: -No hay muchos amigos en este ambiente, es verdad. En nuestro caso hay admiración y respeto mutuo. Diego no tiene dudas de lo que yo soy, lo mismo me pasa con él. Tiene que fluir, ése es el aprendizaje. Yo le propuse, por ejemplo, hacer ‘Selva’, de La Portuaria, y aceptó. Es bueno que haya gente que no dude como él. Cerati también fue así conmigo. Ahí se achica el rango. Hay personas que no confían, pero nosotros sí confiamos en el otro. Y eso ya es el éxito. Estar juntos es como un bálsamo, es la posibilidad de volver a divertirnos con la música. A veces en el camino del artista aparecen más sensaciones de abandono que de aceptación. Entonces, cuando constatás que hay colegas que te respetan mucho y podés compartir escenarios es una felicidad inmensa. Porque a medida que va pasando el tiempo uno también va fortaleciendo los vínculos y es muy probable que uno se vaya quedando más solo también. Porque no podés ser amigo de todos. A este formato lo vamos a cuidar y darle continuidad.
La génesis de esta dupla surgió a partir de una serie de conciertos que Frenkel y García habían realizado con Hilda Lizarazu en ciudades como Santa Fe y Mar del Plata. Pero Lizarazu dio un paso al costado –al menos por el momento- para abocarse a un disco homenaje a Charly García. “Entonces, nos quedamos con Diego con la idea de seguir adelante con este proyecto por más que ambos estemos haciendo discos por separado y también tenemos nuestros proyectos”, dice el autor de “Reírme más” y “Morrissey”. “A Leo lo había invitado a cantar conmigo en diferentes ocasiones, nos habíamos encontrado mucho y él siempre me manifestó cariño y admiración”, precisa Frenkel. “Hilda se tuvo que bajar por su proyecto con Charly y entonces decidimos continuar juntos esta idea de armar un show que, en realidad, son sets de cada uno, pero hay un momento que es un encuentro conjunto muy hermoso”.
“No estamos pensando mucho en una estrategia. No hay un público para convencer”, repara García. En ese plan, el repertorio estará construido a partir de canciones de ambos y algunos clásicos del rock argentino, como “Trátame suavemente”, de Melero. “Pero también coqueteamos con la bossa nova o la world music. El rock de los ochenta fue muy tentador para mí, pero mis orígenes vienen más de la música melódica y la música electrónica”, precisa García. De algún modo, ambos artistas confluyen en la canción argentina, pero coinciden en su tránsito por el pop-rock y el gusto por la música electrónica.
“Yo siempre hago una selección que tiene que ver con el momento en el que estoy. Eso nutre los temas que vengo recorriendo toda mi vida. Por ejemplo, a partir de que empecé a laburar mucho con una loopera algunas canciones mías se transformaron y se volvieron más contemporáneas. ‘Nada es igual’ es un tema que le significa mucho a la gente, entonces no puede faltar”, adelanta Frenkel, que tocará con una guitarra acústica y la loopera. “Hay un tema de Leo que me gusta cantar y me identifica, ‘Nadie salva’”.
-¿La misión del artista es conectar con el pueblo y con la época?
Diego Frenkel: -Entiendo que el rol de un artista tiene que ver con la conexión con su presente, pero no desde el punto de vista estrictamente político, sino que el lugar del arte es conectar mundos; el mundo de lo invisible y lo inasible con el mundo de lo terrenal y lo plausible. Y siempre va a estar inmerso en una sociedad y en el presente. Es imposible que no lo esté. Y desde ahí me gusta posicionarme.
-¿Y cómo estás transitando este presente como artista?
D. F.: -La vida no se compone solamente de un relato social, ni siquiera se compone de pertenecer todos a la misma comunidad o a la misma generación. El presente de cada persona es un tránsito único y propio que está inmerso en sus subjetividades. Mi presente se compone de muchas capas: situaciones de mi vida personal que son bellísimas y otras no tanto. Y en este preciso momento, inmerso en el plano de lo social, en la comunidad grande del país y perteneciendo a un estrato privilegiado, entiendo que es un presente absolutamente duro, porque estamos bajo el gobierno de la insensatez, el egoísmo y la falta de empatía. El egoísmo como un paradigma posible, lo que significa el infierno para la vida humana. No somos posiblemente felices distanciándonos del otro y sin tener empatía con el común, con el todo. Al contrario, este es el camino hacia el dolor y el desastre. Lo que pasa es que estamos gobernados por gente muy perversa. Por un lado, el gobierno tiene una codicia infinita y no puede considerar al otro como un par ni puede repartir las riquezas materiales. Y por el otro lado, goza del maltrato y la sugestión de los que tienen menos. En esos términos, estamos navegando en aguas muy complejas. La pobreza es el principal problema del mundo en este momento. Sin embargo, hay que comprender que hay millones de capas y mi camino en sí es profundizar lo que nos fortalece y nos hace mejores.