A los miedos se los enseña, se los lega, se los hereda; vaya a saberse. Como sea, están. Y Sutottos, el grupo teatral que conforman Andrés Caminos y Gadiel Sztryk, lo sabe bien. La obra Inestable, dedicada a dos amigos miedosos durante una noche de sábado, cumple diez años en cartel, con un recorrido que llevó a los actores por todo el país y más allá: Uruguay, Bolivia, México y España. Hoy a las 20.30, Sutottos presenta en función única Inestable en Refi (Vélez Sarsfield 641). “Que pase lo que pasó, que la obra viaje tanto y hayan pasado diez años, termina siendo una locura. En ese tiempo pasaron muchísimas cosas, nosotros cambiamos también, y la obra sigue; ahora, de hecho, la estamos presentando en Buenos Aires todos los sábados”, comenta Gadiel Sztryk a Rosario/12.

“Lo que se nota es cómo ha cambiado la realidad, cómo era en ese momento y cómo es ahora. Y lo que últimamente pensamos, es que la realidad se parece cada vez más a la obra (risas), es loco ver cómo cambió todo y la obra sigue, es muy impactante”, continúa el actor.

-Ahora que atravesamos otros miedos, seguramente la obra sea permeable a lo que sucede socialmente.

-Como no está ubicada en ninguna coyuntura de época, y el tema está trabajado desde un lugar tan universal, en relación al miedo como existencial humano, eso hace que la gente le dé el significado según el contexto que está viviendo. Por ejemplo, después de la pandemia se pensó que la habíamos escrito post-pandemia, pero sin embargo es un espectáculo bastante anterior. La realidad va cambiando, y la obra sigue tomando la forma que la época necesita, eso es muy particular. Y siempre desde lo que pasa en la sala, que es un lugar catártico, donde la gente viene un poco a ver y a corroborar que lo que le pasa, le pasa también a otros; se ríen, y nosotros nos exponemos. Abrir ese lugar es también aliviador, porque tenés un momento de encuentro donde podemos relajarnos todos.

-¿Cómo se dio con Andrés este vínculo profesional, en torno al humor?

-Se fue dando, empezamos haciendo cosas desde adolescentes, casi antes de terminar la escuela secundaria. El motor siempre fueron las ganas de hacer cosas, en qué lugar veíamos que funcionaba y encontrar a alguien para hacerlo y producir teatro. Teníamos las mismas ganas de hablar sobre las mismas cosas y de una forma parecida. Por otro lado, cuando notamos que eso empieza a funcionar para afuera, cuando viene gente, la máquina se activa. Es un poco para adentro, en el sentido de defender lo que creemos, y también ver que eso resuene en alguien. Pero el puntapié inicial fue desde un lugar bastante adolescente, de mucho deseo.

-Y de notar cómo uno se divertía con el otro.

-Totalmente, y entender que compartís un código, un lenguaje, que te reís de determinadas cosas. Es un poco parecido a una banda de música: nos juntamos porque nos gusta el mismo estilo de música, a tocar ciertas canciones, y a hablar de ciertos temas.

-Inestable, entonces, no es una obra que esté abierta a la improvisación o modificación de su texto.

-No, justamente eso es lo que nos llama la atención. La obra es prácticamente igual al 2015, solo que nosotros estamos más viejos. Por eso decimos que es re loco, porque la obra era más exagerada hace diez años y ahora lo parece menos; por otro lado, al ser muy universal, funciona en distintas ciudades de Argentina o de otras partes del mundo.

-Debe ser gratificante saber que tocan un nervio universalmente sensible.

-Pasar de un lugar pequeño de Buenos Aires, donde la armamos, a que resuene en otra parte del mundo, a tantos kilómetros, es algo que ninguno esperaba. Y por otro lado, evidentemente toca una fibra existencial que atraviesa a cualquier ser humano; cualquier persona tiene miedo, por eso, después cada uno y cada sociedad le va dando el significado que necesita, que percibe o que vive.

-¿Notaste algo distintivo en esta relación de diez años, entre tantos públicos?

-En general, me llama la atención a qué cosa le tiene miedo cada sociedad. Nos ha pasado de hacer la obra en varias ciudades de España, y notar que el miedo social es distinto, es la misma intensidad de miedo, pero alojada en distintas cuestiones. Creo que acá, la recepción de la gente tiene más que ver con el día a día, mientras que en España a la gente le pega desde un lugar más existencial, eso es algo que veo bastante.

-Por otro lado, la música es una elección formal en ustedes.

-Siempre. Los espectáculos que hacemos tienen música en vivo, también porque es una forma de contar y de desplegar algo, que es distinta a la actuación. También porque nos gusta y lo disfrutamos. Ahora estamos armando una obra nueva y a la música ya la tenemos, es algo que aparece muy rápidamente.