Una empresa láctea en Salliqueló, provincia de Buenos Aires, proyectaba la compra de maquinarias y la ampliación de la fábrica para empezar a producir leche larga vida, en busca de mayores márgenes de rentabilidad que no encuentra por otras vías, hasta que le llegó la factura de la luz. Aumentó de 4 millones a 34 millones de pesos, con lo cual la inversión quedó en suspenso hasta nuevo aviso. A otra pyme bonaerense que produce aceite, la factura eléctrica se le encareció de 1,5 millones a 15 millones de pesos. Una metalúrgica en La Matanza soportó el mismo shock: el costo de la energía se le disparó de 5 millones a 45 millones de pesos.
Son ejemplos surgidos de la última reunión de empresarios pymes en Cgera, en la que, como siempre, intercambiaron información sobre la marcha de los negocios y el estado de la economía. Casi la totalidad de los comentarios fueron en la misma dirección: la situación sigue más o menos igual que el mes anterior y el anterior y el anterior. En rigor, ubican el inicio del declive hace un año, cuando empezó la ronda electoral con las PASO, pero sostienen que el panorama se fue agravando y el futuro es incierto. Desde que llegó este Gobierno y empezó con el ajuste, los tarifazos y la quita de apoyos a la industria, la situación se agravó tremendamente. Y no hay rebote.
"La industria está con una recesión fuertísima. Caídas de 20,1 puntos de la producción en junio y de 16,1 en el primer semestre contra igual período del año pasado, como informó el Indec esta semana, son muy profundas. Estamos en niveles de producción parecidos a los de la pandemia. Exactamente lo mismo que en junio de 2020, cuando todavía estaba todo muy cerrado", describe Daniel Schteingart, del centro de estudios Fundar.
"El otro dato a tener en cuenta es que la caída es generalizada. Los 16 sectores industriales están en baja. Es algo muy extraño que no se dio nunca, salvo algún mes durante el gobierno de Macri", agrega el especialista. Pero ahora ya van siete meses seguidos con esa situación. Desde diciembre a junio, todos los bloques fabriles tuvieron retrocesos. La última vez que aunque sea uno de esos 16 rubros terminó en alza fue en noviembre del año pasado, con una ligera mejora del rubro textil.
"Lo que está pasando es algo inédito que configura un industricidio", se quejan desde Cgera. Javier Milei por ahora no logró desplomar la inflación, pero sí tiene el record del mayor derrumbe fabril en décadas.
Con suerte, L
La promesa del Gobierno de una recuperación en V no se verifica en lo absoluto. De acuerdo a los empresarios de Cgera, el mejor pronóstico que tienen para lo que resta del año es que haya una estabilización en L. Es decir, que la actividad no siga cayendo con tanta intensidad y se estabilice aunque sea en niveles bajos. En junio, según el Indec, todavía no se tocó piso, ya que hubo un descenso de 1,6 por ciento en la medición desestacionalizada respecto de mayo.
Las magras expectativas de recuperación surgen por el agotamiento de stocks que se acumularon durante 2023. El año pasado, con la incertidumbre sobre el resultado electoral y previendo que podía venir una fuerte devaluación, la mayoría de las industrias invirtieron en la compra de insumos y demás elementos para la producción. Pero llegado agosto, esos stocks se fueron consumiendo y se abre la posibilidad de una reaparición de la demanda aunque sea tenue.
"Hasta antes de la devaluación de diciembre, las empresas hacían compras grandes para abastecerse con el dólar más barato. Ahora es todo lo contrario. Se hacen compras chicas y más seguidas. Cambió la forma porque no hay plata y no hay consumo", explican desde la cámara pyme.
Importaciones
En sentido contrario a la posibilidad de que la industria deje al menos de caer opera la apertura importadora. Hasta ahora no hay una avalancha de productos porque el consumo no responde, pero de todos modos lo que entra lastima, porque desplaza producción nacional en un mercado tan chico. Es lo que ocurre por ejemplo con los calzados, que reportan un aumento en el ingreso de zapatos de 1 millón de pares en lo que va del año, lo cual no sería tanto si no fuera porque el mercado se redujo casi a la mitad.
"De cara a lo que viene, la industria tardará en volver a los registros de 2023, si es que alguna vez los recupera", advierte Schteingart.
"El Gobierno está abriendo la economía, eso significa que habrá mayor penetración de importaciones. Entonces, para volver a los niveles de producción anteriores se necesita que la demanda interna sea mucho más alta o bien crezcan las exportaciones. Si achicás la participación de la producción nacional del 50 a 30 por ciento, por ejemplo, pero el mercado crece de 100 a 200, entonces ahí sí más que se compensa la mayor participación de importaciones. Pero ahora el mercado no crece, sino que se contrae", detalla.
"Con el tipo de cambio bastante atrasado se limita la posibilidad de salir a exportar. Para la industria es muy difícil ser competitiva. Eso, sumado a la apertura importadora y el mercado interno muy débil, con incremento de costos, es la tormenta perfecta para buena parte de los sectores fabriles. En la medida que eso no se revierta, que empiece a crecer fuerte el mercado interno o se le dé mayor competitividad a la industria por rebaja de impuestos o por una mejora cambiaria, es muy difícil pensar un escenario alentador a mediano plazo", concluye.