Argentina no crece desde el 2011 y el devenir irregular de su economía en los últimos 15 años ha dejado una torta más pequeña para distribuir. Ese es el diagnóstico que hacen profesionales de la economía al analizar qué políticas públicas puede desarrollar el país para mejorar el futuro de su industria.
Los investigadores de Futuros Mejores sostienen que “Argentina hoy tiene lo que el mundo necesita”. A la hora de pasar lista sobre los sectores o actividades que desarrolla Argentina y que tienen validez no sólo en un esquema mercado internista, enumeran: “la agrobioindustria y capacidad biotecnológica, el potencial en el campo energético y minero, la madurez de múltiples sectores industriales que muestran competitividad global, la posición privilegiada en servicios basados en el conocimiento y el potencial enorme del turismo que brinda nuestra geografía”.
Veinte años atrás, “la mejor política industrial era la que no existía”. Esa frase resume en materia económica a parte del pensamiento basado en que los mercados ajustan perfectamente y son suficientes para definir la trayectoria económica de un país. Pero la crisis financiera global de 2008/9 marcó un cambio en las ideologías dominantes y las políticas industriales empezaron a tener mayor despliegue, especialmente en los países ya desarrollados respecto a aquellos que están en desarrollo. Sin embargo, “mientras el mundo profundiza prácticas comerciales inteligentes y piensa estratégicamente su inserción internacional a través de la agregación de valor, Argentina ha decidido retirar al Estado”.
La pandemia expuso con crudeza que no es trivial no contar con una estructura productiva flexible. De esta forma puede resumirse el desafío que consideran desde el espacio de Futuros Mejores y que llevó a producir el trabajo mencionado.
Argentina se aisló del mundo en tanto se distanció de lo que el mundo discute. Retomó la agenda de 1990 en abstracto. Un breve contraste: el Gobierno de Javier Milei “eliminó la ley de compre argentino, el programa de desarrollo de proveedores (Prodepro) e instauró un RIGI sin compromiso con la industria local”. “El 97 por ciento de las empresas que pasaron por Prodepro mejoró sus indicadores de productividad", aclaran Leandro Mora Alfonsín, Lucía Cirmi, Stefano Pavesa y Sebastián Hernaiz.
El trabajo citado reúne las últimas experiencias en materia de política industria que han desarrollado las principales economías del mundo.
“El auge masivo en la manufactura estadounidense está sustentado por una activa política industrial que cuenta actualmente con tres pilares fundamentales: la Ley de Reducción de la Inflación (IRA), que entró en vigor en marzo de 2023 y que busca mejorar la competitividad económica, la innovación y la productividad industrial del país, junto con La Ley Bipartidista de Infraestructura (BIL) y la Ley CHIPS & Science”, describe. Y detallan que en cuanto a la ley de chips o semiconductores su objetivo es resolver la dependencia de Taiwán y la gigante TSMC. El despliegue de tecnologías verdes también está en el foco de la política norteamericana.
En el caso de China, los investigadores destacan que si bien desde hace tiempo es la principal potencia industrial, lejos de relajarse en su posición dominante, siguen incrementando el gasto en política industrial, el cual es sustantivamente mayor que en otras economías líderes (casi 2 puntos del PBI en 2019).
Los chinos tienen variedad de herramientas: “crédito desde el sector bancario público a las empresas objetivo a tasas más bajas que el mercado y subsidios a empresas privadas que no cotizan en bolsa o los fondos de inversión estatal”. Las empresas de software, hardware tecnológico, automóviles, transporte y semiconductores son las que expresan mejores resultados, y esto va en línea con los diez sectores prioritarios identificados en el plan Made in China 2025.
Por otro lado, en Europa el grueso de los intentos industriales recientes se enfocan en diversificar la estructura energética. La Alianza Europea de Baterías (EBA 250) impulsa una comunidad de proyectos y 800 actores desde la minería hasta el reciclaje, con el objetivo de promover I+D en tecnologías avanzadas (ionlitio) y disruptivas (baterías de estado sólido), garantizar el suministro de minerales críticos y cubrir toda la cadena de valor de las baterías.
En el escenario mundial que describe Futuros Mejores aparece también el caso de Brasil y su recientemente lanzado programa Nova Industria Brasil (NIB), que estipula las políticas a instrumentar hasta la finalización del mandato de Lula en 2026, pero con proyección a 2033. La política será encabezaba por el BNDES pero también con el apoyo del sector privado, y entre ellos la poderosa Federación de Industriales de San Pablo (FIESP). El NIB identifica seis áreas claves: seguridad alimentaria, sanidad, energía, infraestructura, transformación digital y defensa.
La mecanización agro-industrial es producida con máquinas nacionales, el desarrollo en salud también estipula la producción nacional de medicamentos, vacunas y equipos médicos. Mejorar la movilidad urbana reduciendo el tiempo de transporte, descarbonizar, etc.
Movilidad y agroindustria son dos nichos destacados por Futuros Mejores como relevantes para la región.
En el caso de México, la “intención de mantener el liderazgo en sectores clave, a la vez que se mitiga el riesgo en las cadenas de suministro y genera una tendencia creciente en los Estados Unidos hacia el reshoring (retorno de operaciones previamente relocalizadas al exterior), nearshoring (acercar la producción al lugar de origen) y rightshoring (acercar la producción a un lugar conveniente, eficiente y de bajo costo)”, y en ese contexto, refuerzan las oportunidades para captar inversión extranjera. Como ejemplo, pronto se instalará la planta Tesla en Monterrey, destinada a fabricar vehículos eléctricos, y también proveedores chinos que elaboran componentes para esos vehículos.
México también lanzó su plan de desarrollo, Rumbo a una política industrial.
En esta investigación realizada por Futuros Mejores se advierte cuan a destiempo están las ideas económicas de Javier Milei y equipo, obsesionados con la desregulación, y el déficit y la emisión cero. El Estado es grande porque tiene capacidad de pensar más de una política a la vez. Entre ellas, queda mucho espacio todavía para las industriales.