Un cálido mediodía de invierno en la localidad Campo Quijano da marco inmejorable para visitar el Club Unión Huaytiquina. Con cielo límpido y despejado, en el horizonte se dejan apreciar las siluetas de los majestuosos cerros que conforman la Quebrada del Toro, aquella por donde en 1921 comenzaba de manera sostenida la construcción del ferrocarril trasandino por Huaytiquina, camino a Chile.

Campo Quijano, 36 kilómetros al oeste de la ciudad de Salta, es el kilómetro cero de aquella magnífica obra de ingeniería ferroviaria, que no solo necesitó la pericia técnica y moderna para llevarla adelante, sino que sobre todo requirió la mano de obra de miles y miles de obreros que, arribando desde diferentes latitudes, contribuyeron anónimamente al desarrollo del ramal.

(Imagen: gentileza Club Huaytiquina).

Por aquellos años Quijano fue un crisol de nacionalidades, idiomas y costumbres que se sincretizaron con el sentir local, generando una amalgama que hasta el día de hoy se cuela en la salteñidad. Y fue gracias a ese conjunto de obreros migrantes que el 12 de octubre de 1921, mismo año de fundación del pueblo y del gran impulso a la construcción del tren, se creará un Club llamado Unión Huaytiquina, como forma de socialización y encuentro de aquellos obreros.

Tarde de fútbol e historia 

El sol radiante del domingo generaba la atmósfera ideal para apreciar un partido de alta trascendencia en la región. Los dos archirrivales del pueblo se enfrentaban: Unión Huaytiquina versus el Club Atlético y Social Boroquímica. Los primeros, nacidos al calor de los rieles del tren, y el otro, a partir de la exploración minera de la empresa Borax.

En este marco de competencia deportiva y festejo por el encuentro, se hace presente el presidente del Club, Nicolás Montero quien, con sus 39 años, lleva las riendas de la institución. Si bien hace poco menos de un año que está en el cargo, Nicolás se crió correteando, jugando y practicando deporte desde niño en el Huaytiquina.

“Este Club tiene mucha historia, trabajo, compromiso y dedicación. En este tiempo que el país está complicado, cuesta mucho el día a día, pero nos ponemos metas cortas y vamos cumpliendo”, comienza su reflexión Montero sentado en uno de los bancos que rodea la cancha, hechos de viejos durmientes y rieles del ferrocarril.

Los recuerdos del hoy presidente se refuerzan al caminar por las instalaciones del Club. “Yo vivía al frente, pasé toda mi infancia acá; venía a jugar al Club, que es donde hice las inferiores; más adelante, cuando tenía 13 años, hicieron un barrio y a mi padre le tocó una casa, así que ahora estamos más lejos, a una cuadra y media”, comenta entre risas y agrega: “la vida quiso que sigamos aquí cerca, entonces nos esforzamos por darle al Club el sentido de pertenencia que uno recibió, eso le estamos devolviendo”.

Nicolás Montero.

El Huaytiquina tiene la misma cantidad de años que Quijano, con lo cual hablar de uno, es hablar inevitable y necesariamente del otro. “Según la historia dicen que este club nace de la fusión de otros dos clubes: la Unión Ferroviaria y el Huaytiquina, de ahí sale el Club Unión Huaytiquina”, comenta el enérgico presidente haciendo memoria de los relatos que alguna vez escuchó de los más grandes del club, “y tiene una V en la camiseta porque decían que el último vagón del tren, donde dormían los maquinistas, tenía la V pintada, entonces de ahí sale”.

Montero remarca que el día a día del trabajo en el Club, “es complicado porque hay que arrimar a los socios para que se vuelvan a enamorar del Club y no es fácil después de años de descuido, pero vamos de a poquito. Queremos que la gente vuelva a enamorarse del espacio donde ellos jugaron, cartearon, hicieron sus primeras travesuras. Por eso para nosotros volver a jugar un clásico en nuestra cancha, después de casi 10 años, es muy importante”.

Mientras se juega el partido clásico de las divisiones menores a la expectativa del esperado match de los mayores, recorre las instalaciones otro puntal fundamental, la tesorera Lilian Graupera, quien, si bien es oriunda de Montevideo, Uruguay, llegó a Campo Quijano en 2007. “Hago de tesorera, secretaria, tengo que hacer mandados, limpiar, regar la cancha, somos multiuso porque el Club lo necesita”, dice desde la Secretaría del Club, rodeada de fotos antiguas, trofeos y camisetas limpias que esperan a los jugadores para el clásico del Valle.

Uno elige dejar muchas horas acá por la contención que genera en los chicos, ellos vienen, la pasan bien y están en lo suyo, les gusta el fútbol, les gusta el deporte y por eso hay que acompañarlos y hacer lo imposible para que logren tener su vestimenta, su equipo y todo como corresponde”, remarca la tesorera.

Clásico entre Huaytiquina y Boroquimica (Imagen: gentileza Fátima Rodríguez). 

“Cuando me hablaron para ser presidente del Club, me costó mucho decidir porque tengo otras actividades y el Club necesita tiempo, presencia”, remarca Nicolás Montero. “Me decían ‘no te metás, que trabaje otro’, pero uno quiere darle y devolverle al Club algo de todo lo que le dió. Hoy me toca de esta forma, el día de mañana me tocará de afuera, pero siempre hay que tratar de dejarle al que viene cosas buenas, porque si no esto retrocede y no avanza”.

Nicolás camina a un lado y a otro del predio respondiendo llamados y requerimientos que surgen desde todos lados, sean hinchas, o del bufett, jugadores o el mismo árbitro, “Por suerte mucha gente se acercó a colaborar, algunos sponsors y otros que no pueden económicamente pero que han formado, por ejemplo, un grupo de madres que trabajan en el buffet, atienden, les dan la merienda a los chicos, les hacen los sándwichs y lo que necesitan. Para nosotros eso es una ayuda muy grande”.

Una de ellas es Olga Saracho, quien, bien preparada para el clásico con la gorra del Huaytiquina, ayuda en la puerta cortando entradas y atendiendo el bufett. “Estoy acá en el Club principalmente porque soy hincha de Huaytiquina desde la cuna, y porque necesitamos apoyar al Club, necesitamos que Huaytiquina vuelva a ser el de toda la vida. Y nosotras al ver un poquito la decadencia que se generó, nos llevó a que ayudemos al presidente y a formar una Subcomisión de Mujeres donde hay muchas chicas que colaboran”.

Lilian y Olga, de la Subcomisión de Mujeres.

Otra de las mujeres que conforma la Subcomisión es Lilian Arias, quien remarca: “Lamentablemente el Club pasó por manos muy poco honestas, entonces desde esa época empezó en decadencia, algo que quedó demostrado con los resultados deportivos. Fue por eso que decidimos formar la Subcomisión para apoyar tanto al presidente como a los jugadores y hacerles sentir el apoyo que realmente necesitan, sentirse contenidos”.

“Estamos tratando de todos los días, cuando los muchachos tienen el entrenamiento, brindarles una contención con una merienda, y una vez a la semana, una cena, esa es la manera que tenemos nosotros de contener a los muchachos de esta institución”, remarca Olga, quien emocionada agrega: “Huaytiquina significa todo para mi, por eso estoy acá, y por eso voy a estar siempre”.

Este es el Club donde mi papá se inició, donde se iniciaron mis hermanos, mis hijos juegan acá, no tengo palabras para el decir lo que significa el Huaytiquina para mí”, comenta Lilian mientras sigue las circunstancias del juego y despacha gaseosas.

Según resalta el presidente de la institución centenaria, “hay primera y cuarta división de fútbol masculino, reserva en las inferiores, fútbol femenino y también voley femenino, que las chicas han salido campeonas en la Liga del Valle el año pasado y ahora siguen muy bien, tienen gran futuro. Por otra parte, soñamos en algún momento con acondicionar algún espacio cerrado para que haya otras disciplinas, esperemos algún día se hagan realidad”.

Todo lo que da un club 

Lilian Graupera, tesorera del Club. 

“Es muy importante que esto siga”, comenta Lilian, la tesorera del Club, sentada en la humilde Secretaría, “porque si esto se vende o privatiza, van a desaparecer muchas actividades, las cosas, aunque nos cuesten, no van a seguir funcionando de esta manera y los chicos no van a tener acceso tan fácil, y tampoco que sea gratis pensando en una contención”.

En el Club recibí amistades, valores, compromiso, y dedicación, porque en el fútbol podés tener condiciones o no, pero creo que el Club lo que tiene que dejarte son esos valores. A los chicos les hablo”, resalta Nicolás, “y les digo que el Club por ahí parece que no le da nada, pero eso no importa, porque seguramente más te va a dejar vivencias, amistades. Esas son las cosas que te puede dar un Club, y eso aunque parezca poco, es una contención muy grande”.

Cae la tarde en El Portal de Los Andes. El partido clásico finalizó en un salomónico empate en 2 tantos para cada bando. El público abandona el estadio, los candados se cierran y el sol, escondiéndose tras los cerros, da lugar al frío invernal que comienza a hacerse sentir. Hoy finaliza una gran jornada para el Club Unión Huaytquina, sin embargo, mañana mismo, el trabajo continúa cimentando una historia que entre fútbol y rieles, ya lleva 103 años.