Este es uno de esos momentos en que se complica demasiado regular con equilibrio el asco general que se siente en lo presumible como el grueso mayor de la sociedad. Las dudas. Las emociones personales. Y lo imperioso de saber separar la paja del trigo. Esto último, como de costumbre, es lo más importante.

Están las imágenes y los diálogos (¿provistos por quiénes?) que revelarían a Alberto Fernánde