Los barrabravas de Independiente que el viernes último fueron al predio de Villa Domínico a conversar con los referentes del plantel deben creer, seguramente, que el triunfo del equipo en La Plata está relacionado con este apriete. “La próxima no hablamos”, habían dicho a modo de advertencia. Y en realidad lo que pasó fue que al Rojo se encontró con un rival que jugó muy por debajo de sus posibilidades; que dio ventajas en jugadas que suelen ser su fuerte y que mostró impotencia para revertir situaciones adversas

De menor a mayor en el partido, con tranquilidad en el cierre, el equipo de Vaccari logró una incuestionable victoria.

Dos cabezazos después de sendos córners alcanzaron para que Independiente se fuera de La Plata con tres puntos en el bolsillo y una sonrisa en los labios.

El visitante se puso en ventaja a los 34 minutos con un testazo del debutante Kevin Lomónaco a la salida de un córner. Los lanzamientos de esquina habían sido hasta ese momento (tres para cada uno) las instancias en las que más se podía pensar que el cero no era inquebrantable. Acertó Lucas González en el centro y más acertó Lomónaco poniendo la cabeza antes que su marcador, Lollo, para derrotar a Mansilla.

El arquero había tenido una correcta intervención antes, en un remate de Ávalos desde un ángulo muy cerrado. Del otro, Rey sólo había tenido un par de revolcones en esos 45 iniciales en los que Estudiantes elaboró algunas jugadas que insinuaban mucho, pero invariablemente terminaban en nada.

En el arranque del segundo tiempo otro córner, otro buen centro de Gonzáez y un excelente cabezazo con el parietal derecho de Ávalos sentenciaron la cuestión.


Estudiantes terminó el partido con 10 jugadores por la expulsión de Ascacíbar en una de las actuaciones más flojas de los últimos tiempos.

Una victoria les hubiera permitido entreverarse en la punta: la derrota los dejó llenos de dudas.