Se ha jugado ya poco más de la tercera parte del Campeonato de la Liga Profesional. Y asoman en los primeros puestos equipos como Huracán, Unión, Atlético Tucumán, Vélez e Instituto que, en el mejor de los casos, se armaron para retener la categoría sin angustias y no para trepar tan alto. El dato arroja dos conclusiones: Primero, que los torneos argentinos mantienen una competitividad a prueba de desmentidas (competitividad no equivale a calidad). Y segundo, que, alejados de lo más alto de la tabla, ninguno de los conjuntos que sobrevivieron a las fases de grupos llega bien a los cruces de esta semana por los octavos de final de la copas continentales.
San Lorenzo recibirá a Atlético Mineiro con el lastre de una pésima campaña en el campeonato (siete puntos logrados sobre veintisiete jugados) y una eliminación de la Copa Argentina a manos de Vélez. Leandro Romagnoli tambalea como técnico (quiso renunciar el sábado tras la derrota ante los tucumanos y lo convencieron que no lo haciera) y encima, el presidente Marcelo Moretti formó una nueva secretaría técnica y dejó de lado a Néstor Ortigoza como responsable mayor del fútbol. Sería una proeza que el Ciclón avance en estas condiciones. Pero en las copas suelen activarse recursos temperamentales que no aparecen en la competencia local.
Tampoco Talleres y River llegan bien pisados al cruce del miércoles en Córdoba. Talleres se fue de punto tras una gira por Rusia en el receso y no ha podido ganar en su vuelta al torneo (una derrota y cuatro empates). River por su parte, recorre los primeros tramos del segundo ciclo de Marcelo Gallardo y el sábado ante Huracán, dejó en claro todo lo que el ídolo-técnico deberá trabajar. Que haya cambiado la media cancha entera da la pauta de que ha detectado donde está el problema. En plena competencia deberá arreglarlo.
En la Copa Sudamericana, Boca no inspira confianza y es otro de los que no volvió bien del parate por la Copa América. Adentro de la cancha, la desorientación refleja el desconcierto que parece haber atrapado afuera al técnico Diego Martínez que también prueba durante los partidos sin que nada de resultado. Boca se juega en los dos frentes la suerte del año mientras empieza a haber reservas respecto de la suerte de Martínez si no lo pasa a Cruzeiro y no mete pronto al equipo en los puestos que llevan a la Copa Libertadores de 2025.
Racing viene a los tumbos, ganó un solo partido desde el regreso y los rivales parecen haberle encontrado el antídoto al estilo directo que pretende su técnico Gustavo Costas. Y Central, aunque recibirá a Fortaleza entonado por otra victoria en el clásico con Newell's, se esta rearmando luego de la inesperada salida de Miguel Angel Russo de la dirección técnica y el interinato de Matías Lequi podría convertirse en definitivo. Ningún equipo argentino llega esta semana a las copas con el pecho inflado y convicción ganadora. Sin embargo, habrá que salir a la cancha y jugar. El calendario apretado solo permite armar y desarmar sobre la marcha.