En medio de una crisis dirigencial y tras convencer a Leandro Romagnoli de que continúe como entrenador tras haber puesto su renuncia sobre la mesa, San Lorenzo igualó 1-1 este martes con Atlético Mineiro en el Nuevo Gasómetro, por la ida de los octavos de final la Copa Libertadores. La revancha será en una semana en Brasil.

La previa fue una emotiva celebración repleta de fuegos artificiales, dado que se cumplían exactamente diez años que el Ciclón alzaba su primera -y anhelada- primera Libertadores bajo la conducción de Edgardo "Patón" Bauza y venciendo en la final a Nacional de Paraguay con el recordado penal de Néstor Ortigoza, recientemente relegado de su puesto de manager. 

San Lorenzo buscó aprovechar la localía y el aliento de su gente para sacar ventaja en la serie frente a uno de los mejores equipos del torneo. Pero el primero que llegó con peligro fue Paulinho, que disparó al cuerpo del arquero Altamirano.

En la réplica, Tripichio recuperó bien desde mitad de cancha y la jugada fue finalizada por Reali, quien de zurda la mandó alta. Lo cierto era que Gabriel Milito armó su clásica línea de tres en el fondo con dos compatriotas -Saravia y Battaglia, que formaron parte de la Selección Argentina en los inicios de la Scaloneta-, que completaba con el muy participativo paraguayo Junior Alonso. Y parecía soportar bien la presión inicial azulgrana.

Pero ese estilo de juego conlleva riesgos. Y entonces una nueva recuperación en tres cuartos de cancha, esta vez a cargo de Reali -a partir de una salida temeraria e imprecisa de Saravia-, propició que el jugador local más punzante enviara un centro milimétrico a la cabeza de Alexis Cuello para marcar la apertura y desatar la euforia en el Bajo Flores.  

Atlético Mineiro sintió el golpe. Aun con apellidos rutilantes -un mediocampo lujoso integrado por Scarpa, Otávio y el también argentino Fausto Vera- y la chapa de destacarse en la tenencia de balón, al equipo brasileño le costaba romper el cerco que le proponía su anfitrión, con un tocado Remedi (reemplazado en el inicio del complemento), los incansables Irala y Tripichio, más una sólida última línea en la que no desentonaba el juvenil Oscar Arias. 

El Galo inclinó la cancha en la segunda parte, pero para empardar el trámite le faltaba ingenio, algo que le sobraba a Reali. Hasta que Vera probó al arco, Altamirano dio rebote y Paulinho no perdonó. El empate fue un baldazo de agua fría y luego Bernard casi mete el segundo. Al final fue 1-1 y la serie quedó abierta.