“Mi carrera en solitario ha sido un error”. Fuerte declaración del de por sí hábil declarante Pete Townshend, durante una entrevista dada al sitio SuperDeluxeEdition. Fuerte, sobre todo, porque desde 1970 que su andar solista se anda mechando con el de los legendarios The Who. 54 años, nada menos, en los que el guitarrista, cantante y compositor publicó once discos por las suyas–entre el inicial Who Came First y el hasta ahora postrero Lifehouse Chronicles-, además de sus andanzas literarias, cinematográficas y caritativas. Presentado así, lo que viene a permitir Live in Concert 1985-2001 (descomunal edición de 14 CDs con conciertos en vivo durante dicho período) es justamente adherir o no a su temeraria sentencia, que concluye con un lacónico “debería haberme quedado en la facultad de arte”.

El melómano deberá tomarse un buen tiempo para expedirse, pues. Para hacerle caso o no a lo que dice este muchacho nacido hace casi 80 años en Londres, no solo a través de una escucha total del material sino también de la entrevista que lo contextualiza en 26 páginas, más unas notas alusivas de su archivista Matt Kent. Al grano con algunas pistas. Remasterizado por Jon Astley, el profuso material contempla los no muchos conciertos que Pete brindó en los 16 años que marca el título. Los que terminaron en disco en vivo, que el músico vendió hasta agotar stock en su sitio web, y algunas actuaciones desconocidas, directamente inéditas.

Por supuesto que entre semejante marco, hay de sobra para darle el no o el sí al error solista que admite Townshend. Los dos primeros discos, poblados por las 27 canciones que el líder de The Who tocó en el Brixton Academy de Londres en noviembre de 1985, tienen un plus que tienta a contradecir el veredicto de quien allende los años destrozaba instrumentos al final de cada show. Está la banda Deep End como impecable sostén y, sobre todo, está a su lado David Gilmour, cuya guitarra ensoñada e inigualable -en concomitancia con la incendiaria de Pete, claro- ilumina a luz preciosa la blusera “Secondhand Love” (una de las pocas rescatables de White City, tercer álbum de Pete), “Behind Blue Eyes”, y dos temas del propio violero de Pink Floyd, que entonces empezaba su carrera solista: “Love on the Air” y “Blue Light”. Completan el itinerario del disco inicial una versión desgarrada de la de por sí desgarrada “I Put a Spell on You”, de Srceamin' Jay Hawkins, y otra soulera de “Harlem Shuffle”, cover que al año siguiente también grabarían los mismísimos Rolling Stones. Dos clásicos de la historia del rock and roll, que pasan bien por el tamiz Townshend.

El posterior disco doble corresponde al show que el guitarrista dio en 1993 –el mejor año de su vida, según su propia visión- en la Brooklyn Academy of Music de Nueva York. Las diferencias con el anterior son que ya no está Gilmour a su lado y que el motivo es la presentación entera de Psychoderelict, anteúltimo disco solista a la fecha. El concierto alterna temas de alto voltaje con bajadas desabridas. La impresionante “Meher Baba M3”, inspirada en el gurú védico que había llevado a Townshend a componer Tommy, nada menos, y la podrida “I Want that Thing” cuentan entre las primeras. La maquinal “Gridlife”, en sus dos versiones, entre las segundas. Del posterior Live at Filmore, de San Francisco (1996), imposible de soslayar por la positiva resultan las conmovedoras versiones de “Cut my Hair”, y la dylaniana “Eyesight to the Blind”.

En el concierto en The Shepherd's Bush Empire, de noviembre de 1998, lo que sobrevuela es el factor emocional. Fue el primer concierto de Townshend allí, luego de 30 años. Brillan en él la versión de “On the Road Again”, gema de Willie Nelson popularizada por Canned Heat a fines de los '60, y el rasgueo inmortal de “Pinball Wizard” de los Who. Fue la vez también en que el guitarrista presentó casi completa Lifehouse, la ópera rock que iba a ser sucesora de Tommy, pero terminó en un disco de canciones: Who's Next (1971). De los vivos en el Sadler's Wells de Londres (25 y 26 de febrero del 2000), en tanto, es hermoso el lirismo del principio (“One Note” - “Purcell" -"Quick Movement”), y no tanto la entrecortada “Love Ain't for Keeping”, o piezas como la balada “Getting in Tune”, que no agrega ni quita nada al rico mundo de su autor.

Los últimos discos delatan lo que Townshend hizo el 22 de junio de 2001 en la Jolla Playhouse, de San Diego: presentar una versión acústica de Tommy, más algún extra, como una personal versión de “Saint James Infirmary” (Irving Mills), que no alcanza el extraordinario vuelo que le había dado Joe Cocker, allá lejos en el tiempo.
La flamante edición se monta sobre dos situaciones que también hacen a los días contemporáneos del guitarrista. Por un lado, su unión con Elton John en torno de “The Seeker”, proyecto multimedia de Rachel Fuller, que implica una reinvención literaria-musical de Siddhartha, obra clave de Hermann Hesse. Por otro, una posible gira despedida de The Who, hoy liderados por el tándem Daltrey- Townshend, más Simon (hijo del último) en guitarra, Zak Starkey en batería, Jon Button en bajo y Loren Gold en teclados.