Dicen que Maria sigue viva en el desierto y dicen bien, ¿en qué otro lugar iba a querer estar? Al desierto llegó después de haber estudiado matemática, geografía, física y filosofía, después de haber dejado Alemania (nació en Dresde) para convertirse en institutriz en Cuzco y fue en ese desierto donde descifró su vocación y su deseo. 

Ahí, en las tierras que rodean a Nazca cerca de las líneas que dibujan animales y geometrías, Maria Reiche encontró la marca de agua de su piel nueva y vivió la vida entera que le quedaba por vivir: "dormía al aire libre en una tienda de campaña en el desierto (…) los lugareños pensaban que yo era una espía o que estaba completamente loca. Una vez, un borracho me amenazó con una piedra, así que saqué mi sextante y le apunté. Salió corriendo gritando y al día siguiente los periódicos locales publicaron que había un espía alemán loco y armado en el desierto", contó. 

Con el tiempo el espía loco dejó de ser espía (la locura se mantuvo en suspenso) y pasó a ser una profesora extranjera que caminaba sola y que podía explicar que las líneas de Nazca, esos diseños geométricos claros y precisos que solo los dioses podían ver, eran un calendario astronómico. ¿Era posible entonces que en ese mapa figurativo que reflejaba al cielo (¿o lo inspiraba?) el mono anunciara la temporada de lluvia? ¿Qué más descifraba ese hilván pedregoso de color marrón rojizo bajo los rayos del sol que María medía, barría cuidadosamente con su escoba y resguardaba de ataques invasores que pisaban sin mirar por dónde? 

María Reiche se instaló en Perú y ya nunca se fue. Nació en 1903 y murió en 1998)

Mientras descubría líneas rectas y figuras (el mono, el colibrí, un flamenco…) María se preguntaba por las personas que habían diseñado esas imágenes enormes que solo podían verse en su totalidad desde el aire (lo supo cuando sobrevoló por primera vez el desierto en un helicóptero), tomaba notas y sacaba fotos. ¿Qué decían esas crepitaciones rugosas que ni subterráneas ni alfabéticas escribían en ópalos de escombros el nombre completo de un saber desconocido? ¿Quién era la protectora de los geoglifos de la cultura Nazca que logró crear una zona de protección arqueológica y ser, como tanto lo deseaba, una ciudadana peruana enterrada en el desierto? 

Ante nuevos homenajes, mientras la imaginamos sola caminando kilómetros y seguimos con la yema de los dedos el contorno de las líneas sobre la pantalla, leemos los nombres que la historia elige para nombrarla: “la loca de la escoba”, “la guardiana del desierto”, “ la dama de las líneas”, “la mujer con un sentido común inquebrantable”, “la habitante de la pampa de Nasca”, “la escondida entre los surcos”, “ la mujer geoglifo”, “la anciana de la escalera”, “la bruja que barre el desierto”… los apodos se superponen mientras la artista Miriam Peralta se prepara para la inauguración de “Araña, mono, perro, colibrí y trípode. María Reiche y yo” (el 21 de agosto a las 19 en UMSA Facultad de Artes, Sarmiento 1565, CABA), una muestra que traerá a Maria a Buenos Aires y nos llevará al desierto, todo es posible cuando dos mujeres juntas barren lo miserable y lo banal sin que las controle ni el tiempo ni la distancia.  

Arqueología Apócrifa (detalle)