Cuando faltan 80 días para que los estadounidenses decidan si le dan a Donald Trump otros cuatro años en la Casa Blanca, el candidato republicano ha querido cambiar el guion después de que la decisión del presidente Joe Biden de abandonar la carrera provocó un cambio en las encuestas. La vicepresidenta Kamala Harris tomó la delantera en los sondeos tanto a nivel nacional como en los estados indecisos.
Harris y su compañero de fórmula, el gobernador de Minnesota, Tim Walz, trastocaron una elección que Trump y sus aliados habían considerado casi terminada cuando aceptó la nominación de su partido en Milwaukee el mes pasado.
Trump recurrió a un aliado relativamente nuevo, el propietario de X (anteriormente Twitter), Elon Musk, para lo que ambos anunciaron como una “conversación” innovadora sobre su uso como herramienta política. Pero no salió bien desde el principio. Después de un retraso de casi una hora causado por problemas técnicos, que Musk atribuyó a un ataque de “denegación de servicio” no especificado, el expresidente y el multimillonario de derecha comenzaron a hablar. Fue una conversación, sin duda, pero ciertamente no fue un “cambio de juego” de ninguna manera.
Después de pasar aproximadamente la primera media hora hablando sobre el intento de asesinato de julio del que escapó con una herida superficial en la oreja, Trump pasó la mayor parte de los 90 minutos del cara a cara entregando lo que equivalía a una versión virtual de su discurso de los actos de campaña.
Con Musk como un hombre obediente y exagerado, Trump repasó sus políticas en materia de inmigración, las habituales afirmaciones falsas sobre otros países que vacían prisiones e instituciones que atienden a personas con trastornos mentales para “enviar” gente a Estados Unidos.
Atacó al hombre contra el que ya no se postula, el presidente Biden, y repitió líneas que ya usó sobre Harris, la mujer que actualmente lo está golpeando. Pero esta vez algo fue diferente en Trump. Por razones que no fueron explicadas, Trump pasó la mayor parte de la conversación hablando con un ceceo notable, incluso arrastrando las palabras en ocasiones.
No era la primera vez que Trump mostraba dificultades con su discurso. Hubo numerosos recortes de audios con sus palabras arrastradas recopiladas por comediantes nocturnos cuando estaba al frente de la Casa Blanca, pero este no fue ocasional. Pasó toda la conversación con Musk hablando con una voz que sonaba como la de Silvestre, el gato de los dibujos animados de los famosos Looney Tunes.
The Independent envió un mensaje de texto al secretario de prensa de su campaña para preguntarle si recientemente se había sometido a un trabajo dental que explicara el ceceo; no recibió respuesta. Entonces, cuando en los magazines de la mañana no hablaban de nada más que de la dificultad de Trump para pronunciar los sonidos de la “s”. Quería un nuevo comienzo, pero no lo consiguió.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para PáginaI12.