La premisa fundamental del conservadurismo es que los recursos no alcanzan para todos y que los gobiernos populares mejoran artificialmente la calidad de vida de las mayorías distorsionando la macroeconomía. Lo que en apariencia presupone el cuidado altruista del erario, en la realidad implica la abolición de un entramado económico que hace posible el ascenso social. Históricamente, el argumento de la escasez de los recursos justificados por el mérito se ha utilizado para justificar programas de ajuste ortodoxo y de transferencia de riqueza de los trabajadores al poder económico concentrado.
En una entrevista publicada en el diario estadounidense The Christian Science Monitor el 12 de junio de 1957, Pedro Eugenio Aramburu dijo sobre el descenso en la calidad de vida, que Argentina “ha estado viviendo a un nivel superior al que permitían sus recursos económicos” y agregó que era imposible ir concediendo mayores salarios a todo el mundo todo el tiempo. El 14 de febrero de este año, el titular del Ejecutivo Nacional Javier Milei sentenciaba que “todos los argentinos de bien entendieron que no se puede estar viviendo sistemáticamente por encima de los recursos”
A principios de la presidencia de Mauricio Macri, Javier González Fraga, antes de ser nombrado en el Banco Nación, lo sintetizó con su “le hiciste creer a un empleado medio de que su sueldo medio servía para comprar celulares, plasmas, autos, motos e irse al exterior”. En marzo de este año el presidente de la Cámara Argentina de Comercio y Servicios fue más allá y comentó que “antes teníamos consumo que sabíamos que era de mentira”.
Más ejemplos: la ex gobernadora de la provincia de Buenos Aires aseguró en 2018 que “nadie que nace en la pobreza en la Argentina hoy llega a la universidad”. Y en 2022 un juez de la corte suprema dictaminó que “no puede haber un derecho detrás de cada necesidad, sencillamente, porque no hay suficientes recursos para satisfacer todas las necesidades”. Podrían citarse cientos de frases memorables, todas en el mismo sentido.
Resulta llamativo que los mismos sectores que destacan la riqueza de esta gran Nación, planteen que haya otros que, por merecimiento, deban necesariamente pasarla mal. Acto seguido viene la instalación irrefutable de la pobreza como condición natural y la culpabilización a la sociedad argentina por haber permitido irresponsablemente la juerga redistributiva, desdeñando todo ascenso social.
El conservadurismo plantea una dicotomía netamente filosófica entre igualdad y libertad, pero con consecuencias económicas. Aboga por el desmantelamiento del Estado sin importar las consecuencias sociales, restringiendo como corolario las libertades individuales que supone defender. En contraposición, la heterodoxia busca regular las relaciones de poder en favor de una mejor distribución de los recursos, ya que cuando impera el libertinaje, se impone el más fuerte. Y en un sistema capitalista, el que más tiene puede comprar esa fuerza necesaria.
El reflejo en la realidad
Esta narrativa instalada por el conservadurismo sirve como base para justificar el impact en la vida real. A saber:
*Ajuste en los ingresos
En el primer trimestre de 2023 la participación de los trabajadores asalariados en el ingreso nacional era del 48,4 por ciento y la del capital 38,4 por ciento. El avance del capital sobre los ingresos en el primer trimestre de 2024 fue notable y no guarda precedentes: la participación de los trabajadores descendió al 45 por ciento y la renta empresarial aumentó al 40 por ciento.
El año pasado el 10 por ciento más pobre de la sociedad acumulaba el 1,4 por ciento del ingreso total y que el 10 por ciento más rico el 32,2 por ciento. La desigualdad en los ingresos se profundizó de forma inédita en el primer trimestre de este año: el 10 por ciento más pobre acumuló el 1,2 por ciento del ingreso individual y el 10 por ciento más rico el 34,7 por ciento. Y el índice de GINI (0 mayor igualdad, 1 mayor desigualdad) saltó de 0,446 a 0,467 en el mismo período.
*Pobreza energética
La pobreza energética se define como la condición en la cual se destina más del 10 por ciento de los ingresos en servicios energéticos para mantener la temperatura de un hogar entre 18 y 21 grados Celsius. Según el Observatorio de Tarifas y Subsidios IIEP- UBA, en diciembre de 2023 la factura promedio de luz y gas en el AMBA representaba el 1,2 por ciento del ingreso de una persona con ingresos altos, 1,6 por ciento de alguien con ingresos medios y el 3,6 por ciento de alguien con ingresos bajos. En junio de 2024, la factura de luz y gas representó el 1,9 por ciento del ingreso mínimo del segmento más rico (+0,7 pp), el 4,6 por ciento del ingreso de los sectores medios (+3 pp) y el 13,7 por ciento del ingreso de los sectores de bajos ingresos (+10,1 pp).
En junio la factura de electricidad promedio en el AMBA aumentó 21 por ciento respecto al mes anterior para los usuarios de altos ingresos, un 187 por ciento para los usuarios de ingresos medios y un 107 por ciento para los usuarios de ingresos bajos. Mientras que la factura de gas para los usuarios de altos, medios y bajos ingresos aumentó un 6, 11 y 14 por ciento respectivamente comparado con el mes anterior.
En los primeros cinco meses del año los subsidios energéticos cayeron un 34 por ciento en términos reales. El salario indirecto, antes percibido por la población, se convirtió en renta extraordinaria de las empresas energéticas. Los aumentos tarifarios han sumido a varias familias por debajo de la línea de pobreza energética, familias que al parecer estaban viviendo por encima de sus posibilidades con lujos tales como el de mantener sus viviendas habitables.
*Quién sostiene a quién
La recaudación tributaria del primer semestre de 2024 evidencia el fuerte cambio de régimen. Respecto de la total, la recaudación en concepto de IVA no fue la más golpeada. El freno en la economía está siendo impulsado por la destrucción de empleos formales en el sector privado con 111.656 empleos menos en 5 meses. La recaudación del Sistema Seguridad Social (aportes personales y contribuciones patronales) representaba el 23 por ciento de la recaudación total en el primer semestre de 2023, a igual período de este año un 20 por ciento. En lo que va de la gestión libertaria la recaudación se ha tornado más regresiva. Bienes personales, que es el impuesto más progresivo, a junio de 2023 representaba el 2,6 de la recaudación total, ahora un magro 1 por ciento.
Se plantea como anatema el déficit fiscal. Sin embargo, poco o nada es lo que se hace para mejorar las cuentas públicas por fuera del ajuste fiscal. De lo que se trata en realidad, es de recortar un sistema de redistribución que hace más equitativa la vida de millones.
La idea de que hay un sector que subsiste a costa de otro se extiende al ámbito macroeconómico. Es cierto que la industria es parcialmente subsidiaria del campo, ya que las divisas necesarias para el funcionamiento de la industria son generadas mayoritariamente por el agro, pero lejos de cualquier antagonía, campo e industria son complementos naturales. La productividad extraordinaria del suelo argentino permite generar las divisas necesarias para adquirir los insumos que requiere la industria para sostener el nivel de empleo. La agricultura y la ganadería representan el 5 por ciento del PBI, mientras que la Industria manufacturera representa el 16 por ciento. El sector industrial es el segundo sector más dinámico detrás del comercio, ambos se retroalimentan en el mercado interno y son los que mayores eslabonamientos productivos generan por ser intensivos en mano de obra. Es decir que, para producir un bien final, requieren más mano de obra que inversión de capital.
En un país tan vasto como Argentina, no es posible generar empleos para todos sin industria. En el primer trimestre de 2023 la inversión en la economía real era el 20,2 por ciento del PBI. En el primer trimestre de LLA, la inversión se redujo al 16,3 por ciento, mismo nivel que en 2005. La Formación Bruta de Capital Fijo y la ampliación de la capacidad instalada para desarrollar la industria local se restringen al mínimo cuando los incentivos macroeconómicos convalidan una salida extranjerizante como ha ocurrido desde el 55’ a la actualidad. Cada proceso de apertura comercial y financiera genera una brecha que se agudiza por la falta de divisas cuando el modelo económico retorna a un esquema económico basado en el mercado interno, el consumo local y la generación de trabajo.
De esta manera, las reformas laborales regresivas toman especial preponderancia en la agenda pública cuando gobiernan las derechas, ya que los modelos económicos que aplican deterioran el consumo, el mercado interno y derivan en la necesidad de facilitar despidos a mansalva.
Derechos y derechas
No son ajenos los políticos que posibilitan el ascenso social y las mejoras en la calidad de vida. Es una constante de la derecha activar mecanismos ilegítimos de castigo y disciplinamiento. Desde Aramburu a esta parte, cuando los resultados económicos no acompañan el relato oficial, el lawfare y la persecución política se convierten en la principal herramienta de gestión y el derecho jurídico termina quedando reñido con los derechos sociales.
Nuestro país genera la riqueza necesaria para que todos vivan a la altura de sus posibilidades y en la medida de su esfuerzo. Sin embargo, el hiper individualismo conservador se opone férreamente a una mejor distribución de los recursos, pretende horadar la autoestima y la confianza para que cada uno acepte sin resistencia el deterioro en la calidad de vida que su modelo económico provoca. No es la miseria planificada, es la desgracia improvisada que conduce a la anomia. Al final de este experimento quizá pueda identificarse la mala política, que es aquella que miente y no cumple, pero también aquella política que diciendo la verdad, destruye la integridad de las personas, que es aún peor.
*Economista. Auxiliar docente de Historia Económica y Social Argentina (UBA)