El concepto es tan extremo como disparatado: en un futuro no demasiado lejano, los participantes de una importante lotería de la ciudad de Los Ángeles tienen la posibilidad de hacerse del premio gordo aunque no lo hayan ganado en primer lugar. La clave, simplemente, radica en encontrar y asesinar al ganador antes de que caiga el sol, homicidio perfectamente legal que automáticamente transforma al autor del no-crimen en el nuevo y final vencedor del sorteo. La única prohibición presente en las reglas es el uso de armas de fuego, como para darle al infeliz un pequeño changüí. La idea no forma parte de una película de ciencia ficción distópica, aunque bien podría hacerlo, sino del nuevo largometraje de Paul Feig, especialista en el terreno de la comedia desde los tiempos de la mítica y seminal serie de televisión Freaks and Geeks, creada por él y producida por otra leyenda del humor audiovisual, Judd Apatow.

En Jackpot: lotería mortal, que estará disponible desde este viernes 15 en la plataforma Prime Video, Katie, una aspirante a actriz interpretada por la comediante y rapera estadounidense Awkwafina (nacida Nora Lum, de ascendencia china y surcoreana) resulta accidentalmente la eventual ganadora del premio, y no transcurren demasiados minutos del film hasta que una horda de ciudadanos de a pie comienzan a perseguirla con intenciones poco amigables, como lo demuestran las hachas, cuchillos y otros elementos punzantes que se mueven amenazantes en sus manos. Entra en escena Noel (el exluchador de la WWE y actor por derecho propio John Cena), un especialista en la protección de los pobres triunfadores del sorteo, a cambio desde luego de un porcentaje del pozo.

Y ahí mismo arranca la acción, que en el caso de Jackpot tiene un pie apoyado en las coreografías de artes marciales típicas del cine asiático, y otro en el viejo y nunca difunto slapstick, el estilo de comedia física que personajes de la talla de Mack Sennett, Charles Chaplin y Buster Keaton, entre muchos otros, perfeccionaron hasta transformarlo en una auténtica y bella arte hace ya un siglo. “Bueno, soy un tipo de la vieja escuela en lo que a la comedia se refiere. Me encanta la comedia física; mis cosas favoritas siempre han sido las películas de Buster Keaton, Harold Lloyd y Jackie Chan. Creo que es una forma artística muy divertida”. En conversación mano a mano con Página/12 desde Los Ángeles, Paul Feig reflexiona sobre su relación con el humor cinematográfico, que llevó a distintos puertos en películas como Damas en guerra, Chicas armadas y peligrosas y la remake de 2016 de Cazafantasmas, amén de series dirigidas y/o producidas por él como The Office y Arrested Development.

“Aunque la comedia se ha convertido en gran medida en un arte verbal –y atención que eso también me encanta–, al mismo tiempo creo que si uno logra hacer que la gente se ría gracias a las palabras y a las acciones se encuentra en un universo perfecto. Es cierto que la comedia física puede a veces sentirse un poco burda, pero el truco consiste en mantener la verosimilitud, aunque lo que estemos viendo sea un disparate. Lo digo en el sentido de pensar, como espectador, que determinado personaje reaccionaria sin dudarlo de tal o cual manera ante cierta situación. Se trata de bajar a tierra la locura”.

Sentada al lado del realizador, guionista y productor, Awkafina –que en paralelo a su carrera como cantante ha participado en largometrajes como Ocean’s Eight: las estafadoras y Locamente millonarios, la película que empujó definitivamente su carrera– afirma que “trabajar junto a John Cena y Paul Feig fue realmente un sueño hecho realidad". "John es como una central eléctrica: es un gran actor y un gran tipo. Asimismo es divertido pero muy reflexivo. Paul tiene una forma muy interesante de trabajar, porque en general hacíamos una toma tal cual estaba escrita en el guion y después varias más, con absoluta libertad para improvisar. E incluso más tarde teníamos tiempo para probar versiones alternativas de esas mismas tomas, con cosas que realmente no sé de dónde salían. Tan divertidas que me destrozaban”.

-¿Qué fue lo que lo atrajo del guión, del cual esta vez no participó y fue escrito en solitario por Rob Yescombe?

Paul Feig: -Lo que me sedujo fundamentalmente fue que la historia me daba la oportunidad de hacer las cosas que me gusta hacer. La comedia física, desde luego, pero también el hecho de que, detrás de toda la diversión, hay personajes con corazón y emociones. Eso es lo que siempre he buscado en mis películas. Uno nunca sabe que es lo que el público desea ver, y muchas veces hay que adivinarlo, pero en otras ocasiones es posible sentir que algo puede llegar a funcionar. Al menos que es algo que yo quisiera ver. Y eso es lo que me pasó con Jackpot, cuyo guion no escribí pero me interesó incluso como potencial espectador.

-El concepto de base de la historia, que propulsa muchas secuencias de acción física, con infinitos golpes, caídas y tropezones, y también un villano disfrazado de buenas intenciones, parece totalmente disparatado. Aunque… el mundo es tan extraño en estos tiempos que, por momento, no parece tan descabellado que pudiera ocurrir algo así.

P.F.: -Tengo fe en la humanidad y no creo que lleguemos a ese punto, aunque al mismo tiempo soy de la idea de que una parte de la población mundial no tendría ningún problema en formar parte de algo así. Pero bueno, en fin: lo cierto es que en el universo de la película quien compra un boleto de lotería sabe en qué se está metiendo (risas).

Awkafina: Yo también tengo fe en la humanidad, pero también creo que la codicia puede ponernos un poco locos.