Las declamadas intenciones benéficas destinadas a nuestros clubes vienen en papel de envoltorio con la palabra libertad. Una libertad malversada, que nadie pidió, a no ser inversionistas de dudosos o turbios antecedentes para hacer negocios con bienes ajenos. Desde el gobierno de Javier Milei repiten como un mantra la mentirosa ecuación pseudolibertaria. Quieren forzar a instituciones más que centenarias, que se dieron un formato jurídico con el que llegaron hasta acá, a que acepten sin chistar la demolición de su propia historia e identidad. Una historia que continúa en el presente como comunidad asociativa donde la prepotencia mercantil de uno, dos o tres potenciales accionistas no tiene cabida.

Estamos llegando a un punto crucial donde se definirá el futuro de estas entidades civiles sin fines de lucro que, como pocas otras cosas, se reconocen en el ADN de la argentinidad.

La inmensa mayoría de los hinchas de esos clubes sabe de su capacidad de convocatoria. Los mueve la pasión transmitida por generaciones. La defensa de sus colores, su escudo, su gloria, sus obras, sus tierras. En marzo de 2012, unos 100 mil hinchas de San Lorenzo coparon la Plaza de Mayo para pedir "la restitución del predio de avenida La Plata". Marcharon desde Boedo por avenida San Juan en caravana y generaron un acto de espesura política. Nunca se había dado tal movilización de socios y simpatizantes con un objetivo ajeno a la celebración deportiva.

¿Por qué no tantear ahora la posibilidad de que se repita o amplíen los márgenes de aquella jornada histórica?

Llegó la hora de pensar, evaluar y avanzar en un proyecto semejante que reúna a miles de hinchas, de todos los clubes posibles. Debe sintetizarse la bronca que se respira en los sectores populares. Enojo que se discute en reuniones de las organizaciones político-deportivas que empiezan a proponer una agenda, como la Confederación Argentina de Deportes (CAD), los clubes de barrio sometidos a tarifas impagables, los socios integrados en la Coordinadora de Derechos Humanos del Fútbol Argentino y la sociedad que sostiene en el día a día proyectos comunitarios que no entrarían en el presupuesto de una Sociedad Anónima Deportiva.

La ultraderecha 2.0 en el gobierno, azuzada por Mauricio Macri, el primer privatizador de lo privado en el fútbol –los clubes son de sus socios, no de un jeque o un fondo buitre– carece de escrúpulos. Ya demostró que está dispuesta a forzar un cambio en la AFA, que votó en contra de las SAD para incorporarlas a su estatuto. Un hecho para analizar que podría generar un conflicto con la FIFA, aunque esta FIFA tiene a Macri como presidente de su fundación. Lo que no es poco. Envalentonado, el expresidente desafió desde su cuenta de X: "Ahora es el turno de la AFA, que tiene un año para adaptar sus reglamentos. No tiene sentido resistirse, ¿a qué le tienen miedo?", se interrogó.

La pregunta para los dirigentes la respondemos desde este humilde espacio. Le tenemos miedo a usted y los intereses que representa. Le tenemos miedo al futuro de los clubes en manos de depredadores de adentro y de afuera. Sociedades offshore, CEOS de Wall Street, lavadores, narcos, anónimos accionistas con bandera de conveniencia. No se la vamos a hacer fácil. Se lo aseguro.