Si fuera posible señalar un momento en la historia del cine en el que una actuación femenina sacude los cimientos de todo lo visto hasta entonces, que muestra al mundo una fuerza de la naturaleza y a partir de entonces hilvana una serie de roles memorables que confirman que lo suyo no es fruto de la casualidad, ese momento quizás sea en noviembre de 1974 cuando se estrenó una película independiente de dos horas y media de duración, que narra la crisis de una familia italoamericana a partir del deterioro emocional de un ama de casa. La película se llama Una mujer bajo la influencia. Su protagonista era Gena Rowlands, esposa y musa del director John Cassavetes, ícono del cine independiente.

Rowlands murió este 14 de agosto a los 94 años, en su casa de Indian Wells, California, rodeada de su familia, por complicaciones del mal de Alzheimer. Los obituarios dan cuenta de la estatura de una artista descomunal, dos veces nominada al Oscar, que recibió una estatuilla por su trayectoria y acaparó elogios como una de las más grandes actrices de Hollywood y de la historia del séptimo arte. La longevidad, el no ser una figura que genere familiaridad por fuera de las películas con su marido (que murió en 1989) que además se filmaron en los márgenes del sistema y, el apuro propio de una época en la que prima el clikbait combinado con el desconocimiento, hizo que en muchos medios la primera referencia, a la hora de titular, fuera The Notebook, dirigida por su hijo Nick, en la que hizo de una anciana con demencia. El público rockero argentino quizás también le suene por un verso de “Circo Beat” de Fito Páez que dice “No me gustar cantar, yo me muero con Gena Rowlands" que en la estofa siguiente puede ser profesía del presente nacional: "Y los monos están devastando este lugar”.

Virginia Cathryn Rowlands nació en Madison, Wisconsin, el 19 de junio de 1930. De ascendencia galesa, su padre era banquero y fue legislador por el Partido Progresista de Wisconsin, una fuerza local que tuvo vigencia en los años de la Depresión. Parte de la infancia de la futura actriz transcurrió en Washington cuando el padre fue nombrado en el Departamento de Agricutura. La familia también pasó por Minnesota antes de volver a Wisconsin, donde Gena estudió en la universidad estatal. En 1950 partió a Nueva York a estudiar en la American Academy of Dramatic Arts, donde coincidió con John Cassavetes.

Rowlands con su esposo, John Cassavetes: una dupla histórica en Hollywood. AFP

Los primeros pasos los dio en el teatro e integró en Broadway el elenco de La comezón del séptimo año. La televisión le abrió sus puertas en 1954 con el protagónico de la serie Top Secret. Ese año se casó con Cassavetes y ya nada sería igual. Ambos trabajaron juntos en Johnny Staccato, una serie policial protagonizada por él, en la que hacía de un pianista de jazz que además trabajaba como detective privado.

El salto al cine fue en 1958 y con un protagónico, en The High Cost of Loving, dirigida y protagonizada por José Ferrer. Un año antes, Cassavetes había filmado su primera película como director, que tras una pobre recepción tuvo una segunda filmación y fue reestrenada en 1959: Shadows, la piedra basal del cine independiente en Estados Unidos.

El comienzo de los años 60 vio la consolidación del matrimonio en el cine, ella como actriz y él como actor y director por encargo. De hecho, Cassavetes la dirigió por primera vez en A child is waiting, en 1963, protagonizada por Burt Lancaster y Judy Garland. Después de esa película, Rowlands reapareció en 1967 en Tony Rome, con Frank Sinatra. Ese año, Cassavetes actuó en Doce del patíbulo, que le valió una nominación al Oscar como actor secundario y fue el protagonista masculino de uno de los éxitos del año siguiente: El bebé de Rosemary. Los ingresos de ambos films le permitieron terminar una de sus obras maestras, para muchos su mejor película: Faces. Esa película mostró la grandeza actoral de Rowlands como una escort en medio de la desintegración de un matrimonio.

 

Cassavetes y Rowlands volvieron a coincidir en una película en 1969 en Machine Gun McCain, dirigidos por Giuliano Montaldo. El prestigio de Faces, sumado al éxito de Easy Rider, hizo que la Columbia financiara la siguiente película de Cassavetes como director, Husbands. Allí coincidió con Ben Gazzara y Peter Falk en una película que la cultura de la cancelación no toleraría si se filmara hoy. Un año después fue la Universal la que distribuyó Minnie y Moskowitz, el primer protagónico de Rowlands dirigida por su marido.

Afecto a la improvisación, Cassavetes sacaba lo mejor de sus actores y la que quizás sea la película ideal para adentrarse en su filmografía es un buen ejemplo. Rowlands y Seymour Cassel ofrecen una de las historias de amor más atípicas que se han filmado, con varios momentos memorables, como la escena de Minnie con un pretendiente que la lleva a almorzar y genera el episodio de mansplaining (en 1971 no existía el término) por antonomasia de la historia del cine. Además, Cassavetes hace un breve papel como el amante de Minnie que corta la relación.

 

Minnie Moore resultó el preludio del rol consagratorio de Rowlands en Una mujer bajo la influencia. La degradación emocional de Mabel Longhetti, ama de casa de clase media en Los Ángeles, es descripta en escenas improvisadas con un acompañante que aporta lo suyo, Peter Falk, ya consagrado en Columbo. En un diálogo entre ambos actores, poco antes de la muerte de Falk, éste le dijo a Rowlands que podrían pasar cien años y su Mabel seguiría allí como algo formidable.

El éxito de Una mujer… marcó el punto más alto del cine independiente: seis millones de dólares de recaudación (había costado un millón) y el reconocimiento del establishment hollywodense: Cassavetes fue nominado al Oscar como director y Rowlands (que se llevó el Globo de Oro), logró su primera candidatura.

 

El matrimonio actuó en Two-Minute Warning (protagonizada por Charlton Heston) y el dinero cobrado sirvió en 1977 para otra clase de actuación de Rowlands en Noche de estreno (en el medio, él dirigió El asesinato de un corredor de apuestas chino, su único film sin ella desde la seguidilla iniciada con Faces). La improvisación alla Cassavetes alcanzó uno de sus momentos más altos con la escena final entre marido y mujer (Rowlands ganó el premio en el Festival de Berlín por este papel) en una película con influencias posteriores: la muerte de la admiradora de la actriz de teatro a la salida de la función es el disparador de Todo sobre mi madre de Pedro Almodóvar (¿la Rowlands no hubiera estado genial en las manos del director manchego?).

 

Después de The Brink´s Job, dirigida por William Friedkin, y en la que se reunió con Falk, Rowlands volvió a ser dirigida por Cassavetes en el más mainstream de sus films personales: Gloria. Estrenado en 1980 y ganador del León de Oro en Venecia, este noir le reportó a Rowlands su segunda candidatura al Oscar. La Gloria del título es la antigua novia de un mafioso que huye con un niño que es el único sobreviviente de un ajuste de cuentas.

 

1984 fue el año del canto de cisne de Cassavetes. Si bien dirigiría Big Trouble por encargo en 1986, se considera que su obra se cierra con la devastadora Love Streams, con la que ganó el Festival de Berlín. La relación entre dos hermanos tras sus fracasos personales ofreció el esfuerzo final del matrimonio, que en 1982 había protagonizado Tempest de Paul Mazursky.

 

El alcoholismo de Cassavetes derivó en cirrosis y murió el 3 de febrero de 1989, a los 59 años. En ese momento, Rowlands gozaba del reconocimiento por uno de sus grandes roles por fuera del universo de su marido: Otra mujer de Woody Allen. Los años posteriores la mostraron en She´s so lovely, de su hijo Nick, sobre un guión póstumo de Cassavetes. Después de ser dirigida por Nick en The Notebook le tocó tener como directora a su hija Zoe en Broken English, en 2007. Se volcó sobre todo a la televisión y la despedida de la actuación fue en 2014 en la película Seis lecciones de baile en seis semanas.

 

Un año después recibió el Oscar por su trayectoria. Los últimos años los pasó en medio de la admiración y como símbolo de una época romántica, en la que sus tres hijos aparecían en roles pequeños en las películas de Cassavetes, que a veces incluían como locación su propia casa, en cuyo garaje hicieron el montaje. “Lo maravilloso de ser actriz es que no vives una sola vida, la tuya, sino muchas vidas”, dijo al recoger el Oscar honorario. Puede parecer una frase hecha, pero en boca de semejante actriz es toda una definición.