En el 2000, sentado en la mesa circular del programa Sábado Bus, Carlos Bilardo le dijo a Nicolás Repetto que el futuro del fútbol mundial no estaría solamente en Sudamérica y en Europa, como era ya costumbre, sino también en África. Y señaló a cinco selecciones: Nigeria, Camerún, Sudáfrica, Túnez y Marruecos. A principios de ese año, las cuatro primeras selecciones habían llegado a las semifinales de la Copa Africana de Naciones. Aunque aclaró: "Ya lo dije en el '75, cuando fuimos a jugar la Copa Mohammed a Marruecos. Dije: 'Acá está el futuro del fútbol'".

El Doctor sabía bien de qué hablaba: había padecido en el partido debut de Italia '90 a Camerún, la primera gran sorpresa africana en la historia de los Mundiales. Pero, más allá de eso, aportaba otro dato interesante y comprobable: en las grandes ciudades de Sudamérica y Europa no hay potreros, en cambio en muchas africanas se juega al fútbol en cualquier rincón. Lo había comprobado él mismo en distintos viajes.

Inmediatamente después de la aparición de Camerún, Nigeria tomó la centralidad africana con una buena performance en Estados Unidos 1994 y la medalla dorada en los Juegos Olímpicos de Atlanta '96, dolorosa derrota de Argentina en la final. Poco después de la declaración de Bilardo, Camerún ganaría el oro en Sidney 2000. En tanto que Nigeria sería plata en Beijing 2008 (final contra la Argentina de Messi y Riquelme) y bronce en Río 2016.

A la luz de la historia, sin embargo, lo que más sorprendió fue Marruecos, una selección que en lo sucesivo no logró nada relevante, ni siquiera en las juveniles, apenas un cuarto puesto en Países Bajos 2005 del sub20. Aunque como aval al presagio del Doctor, sin embargo, cabe resaltar una final en la Copa Africana de 2004, con derrota 2-1 ante Túnez (otro candidato de Bilardo), que entonces ganó su único torneo continental.

Hasta que en 2022, y ante la sorpresa de todos, Marruecos logró en Qatar la primera semifinal africana en la historia del Mundial, después de eliminar a Bélgica en la fase de grupos, a España por penales en octavos y a Portugal por la mínima en cuartos. La suerte se acabó en semis con Francia, quien en primera ronda había perdido con Túnez.

A pesar de perder frente a Croacia el partido por el tercer puesto, Marruecos ya había entrado en la historia. Y hasta se dio el lujo de marcarse una nueva vara que ahora acaba de superar en los Juegos Olímpicos de París, donde ganó la medalla de bronce del fútbol varonil con la selección sub23 más tres refuerzos mayores de edad, entre ellos Hakimi, del PSG, uno de los mejores defensores del planeta.

Marruecos había clasificado a las Olimpíadas tras ganar la Copa Africana de Naciones Sub23 de la que fue anfitriona a mediados del año pasado. En Francia, su camino incluyó la obtención de su grupo frente a la Argentina de Mascherano (a la que le ganó 2-1 en la primera fecha con dos tantos de Soufiane Rahimi, a la postre goleador del torneo) y el apabullante 4-0 a Estados Unidos en cuartos, que lo depositó en semis.

Un gol de penal de Rahimi puso en zozobra a España, quien recién a los 41 minutos del segundo tiempo logró dar vuelta el partido para llegar a la final y luego ganarle el oro a Francia. Marruecos tuvo el consuelo del partido por el tercer puesto contra otra sorpresa magrebí, Egipto, que había llevado al local hasta el tiempo suplementario en las semifinales. Las dos grandes revelaciones del fútbol olímpico establecieron el partido con más goles, 6-0 para Marruecos, solo superado un día después con el 5-3 de la final.

Si bien Nigeria y Camerún le habían dado a África medallas doradas, Marruecos se convierte en el primer país del continente que llega a semifinales no sólo en Juegos Olímpicos sino también en un Mundial. Y le dio la razón a Bilardo, casi 25 años después.


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