En 2004, Los Tipitos publicaron un disco que hizo que la historia de la banda cambiara para siempre: Armando Camaleón. La salida de ése álbum fue un antes y un después para el grupo. Canciones como “Brujería”, “Campanas en la noche”, “Algo” o “Silencio” sonaron hasta en estadios de fútbol y programas de televisión, además de rotar en loop por las radios. De tocar a la gorra en la peatonal de Villa Gesell pasaron a integrar las grillas de los principales festivales de la época, arrasar en las premiaciones y llenar el mítico Gran Rex.
La cuestión es que el disco está cumpliendo veinte años y Los Tipitos lo celebrarán con el lanzamiento de un documental y un concierto especial este sábado a las 20.30 en el Rex (Corrientes 857). “Vamos a tocar todo el disco, no en orden. Y darle un valor a todas las canciones. Y habrá muchos invitados”, adelanta el cantante y tecladista Willy Piancioli.
En breve, la banda estrenará en plataformas de streaming –aún a definir- De la calle al Gran Rex (2024), el documental que retrata el fenómeno que significó Armando Camaleón, con entrevistas a León Gieco, Abel Pintos, Margarita Bruzzone y Pablo Guyot, productor del disco; y conducción de Juan Di Natale. “Es difícil de saber”, confiesa Piancioli cuando se le pregunta por qué ése disco se convirtió en un clásico del rock argentino. “Pero entiendo que cuando pasa algo así es porque hay una concordancia con la época, con una forma de componer y hacer canciones; con un momento también social”, sostiene. “Quizás tiene que ver con poder hacer sonar la cuerda que corresponde a ese momento. Fueron varias las bandas que en esos años publicaron discos importantes que después sonaron en toda su historia, como Guasones, Miranda!, Estelares o Mancha de Rolando”.
En ese disco, más allá de los clásicos que sonaron una y otra vez, hay una canción muy importante para el grupo que completan Raúl Ruffino en guitarra y voz, y Federico Bugallo en bajo: “Por qué”. “A los que desaparecieron/ Que nadie se los olvide/ Que nadie somos nosotros/ Nene, no te olvidés", cantan en esta canción que recobra sentido en la actualidad. “Es muy importante”, confirma Piancioli sobre el tema. “Tiene una melodía, una armonía y un tratamiento desde la producción muy artístico. Y, claro, lo fuerte de la letra. Recién arrancábamos una etapa nueva en el país donde parecía que lo peor había pasado. Y esa canción refleja ese momento. En la década del noventa también vivimos momentos de negacionismo y situaciones fuertes”, recuerda. “Y hoy la canción se puede resignificar, porque estamos viviendo un momento tremendo. A veces no doy crédito de lo que volvemos a ver y a vivir. Uno pensaba que nunca más iba a pasar una cosa así, pero de golpe estás arriba de la ola”.
-¿En ese momento habían encontrado un estado de madurez artístico o se habían dado las condiciones para grabar con buen sonido, un productor como Guyot y la estructura de un sello como Popart?
-Sí, se dio una combinación de muchos factores. Hacía diez años que estábamos componiendo y grabando discos. Armando Camaleón fue el cuarto disco de estudio de la banda. Entonces, me parece que hubo una especie de cambio de visión. O esto de concordar tu música, tu letra y lo que estás diciendo con lo que la gente está percibiendo. Y sucedió ahí. Con Pablo Guyot aprendimos un montón sobre cómo hacer sonar una canción. Fue un disco escuela. También fue importante la apuesta de la compañía discográfica. Con el disco Vintage (2001) empezamos a sonar en las radios -con el corte "Búsquenla"-, pero el salto fuerte lo dimos con Armando Camaleón.
-¿En ese época había una necesidad de refrescar la canción argentina dentro del rock?
-En ese momento la canción tomó protagonismo, sí. Por eso bandas más rocanroleras o rollingas se volcaron a hacer canciones más tradicionales, como Intoxicados. Me refiero a canciones con una melodía clara, bien cantable, con acordes sencillos y una letra profunda. Hubo un redescubrimiento de la canción y también una necesidad de la gente de escuchar eso. La canción siempre a la larga es algo que perdura. Después depende de la inspiración de cada artista. Pero siempre está latente esa necesidad de cantar canciones. La canción es el clima, la letra y la melodía. Con uno o dos acordes, como "Mañana en el Abasto" (de Sumo), podés hacer una gran canción.
-¿Qué tan importante fue el rol de León Gieco para Los Tipitos?
-Fue muy importante. Porque fue la primera figura que creyó en nosotros e hizo posible que hiciéramos un disco (Los Tipitos, 1996) y que nos volviéramos a Buenos Aires, porque estábamos viviendo en Mar del Plata. Margarita Bruzzone le hizo llegar un material nuestro a León y él le prestó atención a la banda. Y nos estimuló para volver a vivir en Ciudad de Buenos Aires y grabar un disco. León nos descubrió como una banda marplatense. Su sello independiente, Cañada, fue creado para grabar a artistas del interior.
-¿Qué aprendieron de tocar en las calles de Mar del Plata y en los veranos de Villa Gesell?
-Fue una escuela. Porque hay mucho contacto con la gente en un ámbito donde no hay vallas ni nada. El desafío era mantenerlos atentos y divertidos. Que sea posible un espectáculo no es poca cosa, es difícil de lograr. Es un oficio que lo aprendés haciéndolo y viendo a otros artistas callejeros. En qué momento se pasa la gorra, cómo se pasa, todo eso es un arte. Y también mantener a la gente expectante, que arme una ronda prolija y numerosa. En un momento nos vimos desbordados, con mucha gente en la calle y la necesidad de producir discos caseros para tener un material nuevo para el verano siguiente. Esos cuatro veranos en Gesell fueron muy importantes para nosotros. En ese momento teníamos unos cuadernos en los que la gente anotaba su número de línea y juntamos miles de teléfonos. Cuando hicimos la primera fecha en Buenos Aires, en 2000, cortamos 923 tickets llamando a cada persona a la casa.
-Después de Armando Camaleón se sostuvieron en el tiempo. ¿Fue difícil seguir haciendo canciones y sostenerse después de un disco tan exitoso?
-Si bien logramos sostenernos, en el momento fue difícil. Aún sin ser conscientes de esa dificultad. Pero me parece que lograr sostenernos tiene que ver con una actitud. Aunque la gravitación del éxito esté presente hay que tratar de no mirarlo y volver a inspirarte. Que eso no te juegue una mala pasada a la hora de exigirte para hacer una canción. Hay que hacer un trabajo de olvido y con el tiempo lo fuimos logrando. Es decir, tratar de hacer de cuenta que el éxito no pasó y buscar otra vez la canción. Eso te va a dar un sostén genuino: buscar ser honesto con uno mismo componiendo.