Luis Ceravolo puede decir que ha tocado. Compartió escenario con Astor Piazzolla y con Luis Alberto Spinetta, y ya eso debería bastar como carta de presentación, aunque también puso sus palillos al servicio de Rubén Rada, Juan Carlos Baglietto, Susana Rinaldi y otros, en una trayectoria de décadas que lo vincula al tango y al rock, pero siempre anclado en un swing propio, de extracción jazzera. Ahora acaba de lanzar el single “500 motivaciones”, una composición del bandoneonista marplatense que –asegura- permanecía inédita, y la presentará este domingo a las 16 en la Usina del Arte (Caffarena 1), como parte de las actividades del Festival y Mundial Tango BA. Ceravolo grabó “500 motivaciones” junto a Cristian Zarate, Juan Pablo Navarro y Nicolás Enrich. El baterista rememora esos días intensos y europeos con Piazzolla, con quien llegó a tocar en el Olympia de París. Esa composición, recuerda, era particularmente difícil por lo compleja y lo extensa: tantas motivaciones como compases. Pero el propio autor no dejó registro formal, así que Ceravolo tuvo que escuchar una y otra vez una grabación en vivo del Octeto Electrónico, de 1976, y transcribirla. Zarate le dio el arreglo definitivo para el cuarteto.

No sólo eso, Ceravolo también prepara la presentación en La Trastienda (para el 24 de agosto) de su banda A 18 Minutos, una forma de revisitar el clásico spinetteano A 18 minutos del sol, con nuevos arreglos, y de la mano de Guille Arrom, Álvaro Torres y Pato Resico.

“A mí tocar con Ástor me marcó para siempre”, reconoce. “Yo tenía 27 años y era la primera vez que iba a Europa. Fue muy emocionante llegar a París. Astor nos esperaba en el aeropuerto y nos llevó a su casa para una fiesta de bienvenida. Al día siguiente nos acompañó al negocio de música para comprar los instrumentos y al otro día ya empezamos con los ensayos nada menos que en el teatro Olympia. Ya desde el primer ensayo fue fuertísimo tocar la música de Piazzolla con él y con ese gran equipo de músicos que eran Gustavo Beytelmann, Luis ‘Chachi’ Ferreira, Tommy Gubitsch, Ricardo Sanz, Osvaldo Caló, Daniel Piazzolla y yo. Luego vinieron los conciertos que empezaron con una función en un estadio para el PC de Milán y al día siguiente en el Teatro de la Opera de Milán. Le siguieron conciertos por el interior de Francia y tocamos 3 semanas en el Olympia de Paris, donde se grabó el disco Astor Piazzolla Live 1977, que editó Polydor. También tocamos en Bélgica y en Suiza”, memora. “Hay unos muy buenos videos de unas actuaciones para la TV Suiza y otro en la TV Francesa que están en YouTube”.

-¿Cómo recordás esos recitales?

-Todos los conciertos empezaban con “Libertango”. Primero entraba Tommy Gubitsch con un solo de guitarra. Luego nos íbamos sumando en este orden: Sanz, Caló, Beytelmann, Daniel Piazzolla, yo, Chachi Ferreira, y ya con el clima súper caliente entraba Astor al escenario, se acomodaba y cuando arrancaba la melodía de "Libertango" con el bandoneón, se venía abajo el teatro. Así fueron todos los conciertos en la gira de tres meses. Esa introducción la hacíamos más corta para los programas de televisión. La logística de la gira era lo normal, era igual a cualquier gira, sólo que estábamos fascinados con la calidad de todo: los teatros, las ciudades y la libertad que para ese entonces no teníamos en la Argentina.

-En cuanto al tema, ¿por qué tenías la necesidad de volver a abordarlo?

-Yo estaba buscando repertorio para el segundo disco de Luis Ceravolo 4, que es el grupo que armé en 2022, con Zárate en piano, Enrich en bandoneón y Navarro en contrabajo. Pero no tenía “500 Motivaciones” en la memoria. Fue Tommy Gubitsch el que me recordó que lo ensayamos con Sanz y Caló en uno de los pisos superiores del teatro Olympia. Pero sólo lo ensayamos nosotros cuatro, nunca lo tocamos con el Octeto completo. Piazzolla lo había tocado en Buenos Aires con el Octeto anterior al nuestro en el Gran Rex el 16 de diciembre de 1976. Cuando Tommy me lo recordó, me puse a escucharlo y me encantó, era perfecto para mi cuarteto, para improvisar y para hacer un solo de batería. "500 Motivaciones", además de ser un Piazzolla total, tiene las dinámicas, los matices del tango, pasa de todo en esos 9 minutos: es tango, Buenos Aires, es medio rockero y jazzero. Claramente es lo que Piazzolla buscaba con el Octeto Electrónico. No sé por qué no lo tocamos con el Octeto en la gira. Quizás era un poco largo, era difícil, no había tiempo para ensayarlo. Por otra parte, le sobraba repertorio.

-También tocaste con Spinetta, ¿cómo fue esa experiencia?

-Fue ese mismo año, para diciembre de 1977. Yo estaba tocando en un club de jazz en Las Heras y Pueyrredón, y aparecieron Machi y Spinetta. Se quedaron a escuchar y cuando terminé de tocar, me ofreció entrar en la banda. Fue inolvidable ese momento y fue el comienzo de algo grandioso. En principio, porque me rescató de una tristeza muy profunda que me había producido el fin de la gira europea y la sensación de vacío, de quedarme sin futuro. Fue tan importante como la experiencia Piazzolla, pero fue muy diferente en cuanto a lo musical y a la relación personal.

-¿Por qué?

-Con Astor fue una relación más formal y la música ya estaba hecha. Si bien los músicos de esta formación éramos los que le dábamos el aire del jazz rock, la música ya estaba bien escrita, probada y aprobada por el público europeo. En cambio, con Luis compartimos mucho en lo personal, fuimos amigos. Y en lo musical, era una música experimental de fusión jazz rock. Había salido A 18 minutos del Sol, su disco más jazzero, y ése era el repertorio que tocábamos, junto con algunos temas más melódicos que son algunos de los inéditos, como “Tanino” y otros temas muy “deformes”, como los llamaría el mismo Spinetta.

-Se sabe que Astor invitó a Luis a tocar juntos y que Luis no se animó. Vos que tocaste con los dos, ¿te imaginás cómo hubiera sido ese encuentro entre ambos?

-Lo primero que se me ocurre es que se la perdieron, probablemente muchísimo, esos dos tipos tan geniales.