Los dólares financieros terminaron la semana debajo de los 1300 pesos y el blue operó con caídas que lo acercaron a ese valor. El gobierno celebra estos movimientos como un éxito de su programa de emisión y de déficit fiscal cero. El equipo económico parece haber aceptado que no conseguirá divisas frescas y todo el relato gira en torno a la necesidad de hacer escasear los pesos. Sin embargo, el problema de fondo se mantiene inalterado: lo que realmente faltan son reservas.
Un único dato alcanza para entender que la lógica de ultra ajuste fiscal y el planteo de congelar la base monetaria son poco relevantes para los inversores. La desconfianza sigue en niveles elevadísimos y se plasma en un riesgo país cercano a los 1500 puntos hace meses. Las paridades de los bonos no parecen despegarse de 50 por ciento y reflejan el escepticismo del mercado.
La desconfianza no es casualidad sino un resultado de cuentas simples. La Argentina tiene que pagar deudas por miles de millones de dólares hasta finales del próximo año y los dólares de las reservas internacionales se mantienen en rojo. Los informes que circulan entre los inversores son lapidarios para los próximos meses. Se muestra que la caída de reservas seguirá en aumento.
Uno de los que más duro apuntó contra la estrategia del equipo económico fue de la consultora EcoGo, de Marina Dal Poggetto. En uno de sus últimos informes sobraron las críticas al esquema macroeconómico que plantea el gobierno y se estimó que cuando se cumpla el primer año de gestión las reservas internacionales netas serán igual o más negativas que cuando comenzó el gobierno.
“Con este nuevo esquema de importaciones, si se sostiene el blend, el crawling al 2 por ciento y la intervención anunciada para retirar la emisión de pesos por la compra de dólares desde fines de abril (1,9 mil millones de dólares, de los cuales se habrían usado 250 millones), el Banco Central venderá divisas por hasta 4 mil millones de dólares hasta fin de año”, consideró el informe de la consultora.
El documento agregó que “con pagos pendientes por 5,5 mil millones de dólares (incluyendo los cupones de enero en los bonares y globales) las reservas netas podrían volver a ubicarse en 12 mil millones de dólares negativas a finales de enero”. En otras palabras: un año después volverán al punto de partida.
Estas estimaciones no son las únicas que encienden las alarmas. En los últimos días también comenzó a haber preocupación por la caída de los precios internacionales de las materias primas, principalmente de la soja. La oleaginosa se ubica en 350 dólares la tonelada (uno de los valores más bajos de los últimos cuatro años).
La caída en el precio de la soja impacta directo en la posibilidad de acumular reservas. En el sector agropecuario estiman que la actual cotización de la oleaginosa genera una pérdida de más de 7000 millones de exportaciones respecto de lo que se podría haber exportado con precios de diciembre pasado.
A este último punto se suma además que en el complejo agropecuario tienen cada vez menos incentivos para vender cosecha porque consideran que el tipo de cambio oficial está apreciado. Todos elementos que provocan cada vez más presiones en las reservas del Banco Central y disparan la pregunta del millón: ¿de dónde saldrán los dólares para pagar los vencimientos de la deuda?.
El gobierno no tiene una respuesta y solo atina a intentar tranquilizar a los inversores desde lo discursivo. Se empezó a hablar déficit cero, de emisión monetaria cero y ahora se sumó la pata de deuda cero (sólo habrá refinanciamiento de los pasivos del sector público). Sin embargo, en la práctica siguen los nervios y existe un único resultado de la política económica: reservas y crecimiento bajo cero.